Capítulo 14

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Celos

Despierto y siento como si no hubiera dormido en toda la noche, mis ojos están hinchados de llorar, mis músculos tensos y adoloridos y ni que decir de mis pensamientos.

Me levantó con pesadez y entro de inmediato a la ducha, esta noche tendré turno doble, saldré más tarde que siempre o mejor dicho, amanecer en ese maldito lugar.

En cuánto salgo, recojo mi cabello en una trenza de lado, unos lindos pantalones negros y la camisa del restaurante que nos exigen ponernos. Tomo mi mochila y tirado algunas cosas, pues antes de pasar a trabajar tengo que hacer algunas compra de mercado para la casa o Emily me volverá loca.

Bajo las escaleras y voy directo a la mesa donde mi hermana desayuna. Me sonríe mientras toma de su vaso de leche

-¿No vas a desayunar?- pregunta curiosa. Giro mi rostro a ella y niego con la cabeza

No tengo hambre, últimamente he estado con tantas cosas en la cabeza que se me han pasado varias comidas, además, muchas cosas me dan un poco de asco, es extraño pero supongo que es por tantas preocupaciones. Me acerco a Emy y le doy un beso en la cabecilla mientras ella me abraza de un lado

-Pórtate bien, sales y vienes directo a casa, no le abras a nadie y por favor, come bien- le ordenó y ella asiente posando su mano en la frente como si fuese un saludo militar

Es una niña tan dulce y buena que me hace la vida mucho más fácil. Estoy segura de que, cuando crezca, será un ser maravilloso y lleno de luz, o al menos, será mejor que yo.

Después de hacer algunas compras en el supermercado, dejo las bolsas en casa y me percato de Emy ya salió al instituto. Salgo de inmediato ya que no me da tiempo de nada y unos minutos después, llego a recibir mi turno en el restaurante, de nuevo, tarde.

-Que sea la última vez Rose- me pide la chica rubia, quien tuvo que quedarse unos minutos de más.

Le doy una sonrisa agradecida, por suerte Rebeca no se ha dado cuenta o ya estaría despedida.

-¿Y?, ¿cómo te fue en tu cita?- pregunta Layla con una sonrisa pícara- Supongo que bien porque él pobre de Oliver no se cambia por nadie.

Respiro hondo y la encaro. Tomo la charola en mis manos y algunos platos para llevar

-Nos divertimos mucho- afirmó restándole importancia

-¿ajá?... Oye nena, no puedes dejarme con esta curiosidad, dime, ¿qué pasó?.

Me doy por vencida y me acerco a ella segura de que nadie nos escuche

-Nos besamos, pero solo...

Suelta un chillido emocionada mientras yo me pongo colorada de la vergüenza. Le doy una mirada severa y ella ríe divertida

-Perdón, es que creo que escuché que no te gustaba y que luego te lo besaste.- se burla

-Mesa ocho- habla tras de nosotras esa estupida voz. Ambas nos ponemos tensas y Layla toma algunos platos. Rebeca nos observa con superioridad mientras pasamos a su lado, no sé porque demonios se cree la dueña del sitio si ella solo es una empleada más.

En cuánto salgo hacia las mesas, mi cuerpo se tensa al percibir un exquisito y amarrador aroma que hace que mis espalda se ponga derecha y mi mente en blanco. Hundo mi ceño mientras acomodo algunos platos en las mesas y entonces, como si lo hubiese llamado con la mente, aparece en mi campo de visión

Mi corazón se me va a salir de la ira, ese maldito imbecil. Tensó la mandíbula al notar que no viene solo, si no, con una mujer, rubia, alta, con un vestido que solo le cubre lo necesario y aferrada a su brazo como una garrapata.

ARDER Where stories live. Discover now