Capítulo 20

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               •Nadie toca a un Massaro•

Maximiliano.

Dos malditos meses sin saber de su paradero, buscando por cielo, ciudades y el jodido océano. ¿que me ha hecho esa mocosa para tenerme de esta forma?

Hasta el momento, es una duda que sigue rondando mi cabeza. Cuando supe que estaba en aquel pueblo, no dudé ni dos segundos en venir por ella, decidido a llevármela aunque fuera a la fuerza.

Me importaba una mierda si todo el mundo se enojaba por ello, pero ella es mía y su lugar es mi puto palacio. Pero claramente, tengo una madre loca que no me corta los huevos antes de poder hacer algo como eso

Me hizo jurar que ella vendría por su propio pie y que si me atrevía a obligarla, ella misma se encargaría de llevarla a una cueva a la mitad de la nada y que esta vez, jamás la encontraría . Obviamente me negué a esas estupideces, pero todos sabemos cómo es la maldita reina roja, no en vano la llaman así en los peores barrios del mundo entero.

Cuándo al fin acepte y accedí a que ella decidiera, mi linda madre me dio su dirección. Subí a mi helicóptero y en menos de dos horas aterricé en aquel pueblo. Pero vaya sorpresa la que me lleve

Mi sangre hervía y mi mente solo procesaba algo, romper una cabeza rubia. Ni siquiera lo pensé dos veces cuando baje del auto y camine hasta ellos, la sorpresa que se llevó fue poética pero el miedo que mostró sus ojos me causó un trago amargo

No importaba si estaba enamorada de ese imbecil, me valía mierda si en dos meses había si quería considerado la posibilidad de empezar una vida con otro, yo jamás lo permitiría.

Incluso, entre en su casa una noche, después de aquella maldita provocación que me dejó con el pantalón apretado y los malditos huevos en la garganta. Intenté desquitar mi rabia y frustración con la rubia, como ella lo pidió, pero sus besos, sus jadeos y su rostro lleno de deseo estaban tatuados en mí mente

Así que si, entre en su casa a la mitad de la noche y la folle tan duro y tan exquisitamente que estoy seguro que esa mierda de empezar de nuevo se le ha ido de la cabeza.

Intenté no hacerle daño, pero ¿a quien quiere engañar?, ama tanto el sexo duro que le doy que se volvió a adicta a mi polla, no importa si no desea sentir, lo que le provoco es irremediable. Cree un monstruo insaciable, y me vuelve loco su lado pervertido.

Aún cierro los ojos y puedo verla, ver sus mejillas rosadas, sus labios entre abiertos, sus pupilas dilatadas y sus hermosas tetas rebotando en mi cara mientras tiembla de placer en mis manos. Todo en ella es tan Perfecto que me cuesta contenerme cuando está cerca.

Ardemos en nuestro infierno personal.

Juego con mi anillo mientras observo la entrada por donde ella salió hace un segundo. No tengo ni puta idea del porqué se demora tanto, pero soy un hombre de poca paciencia y las ganas de ir por ella para al fin llevarme lejos de ese pedazo de mierda del chef, me hace dar bufidos molesto

La castaña entra en el restaurante y eso enciende mis alarmas, si no está con ella, que según Andres es su amiga, ¿entonces dónde carajos se metió?

Me levantado de la mesa y camino directo a la cocina. Busco con mi mirada a pedazo de mierda, extrañamente no está por ningún lado

Observo las escaleras pero supongo que allí no está. Tomo mi móvil y le marco a mi jefe de seguridad, quien vino conmigo, le ordenó que entre de inmediato. Esto no me huele bien. Y si, hablo de la comida.

ARDER Where stories live. Discover now