Arco 1. Capítulo 27

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En las afueras de un pueblo en medio de la nada se encontraban dos pequeños Pokémons mirando el pueblo de bajos recursos, a ambos les rugían las tripas debido al hambre, siendo así que uno de los pequeños Pokémons se mordía un dedo con la alusión de comer algo.
Era un pequeño Vulpix proveniente de la región de Alola, su pelaje blanco ensuciado resaltando un poco contra el ambiente gris que cubría el lugar opacando así la sensación de vida en el lugar.
La mirada de los dos Pokémons se dirigen a otro Pokémon de edad avanzada caminando con unas bayas en una bolsa, era todo un manjar en las situaciones tan escasas en las que estaban, haciendo que el Vulpix mire por unos momentos a su compañero.

-Vamos deprisa, Alex.-

Dice el Vulpix para rápidamente lanzarse al ataque siendo seguido por el pequeño Riolu, rápidamente dando una tacleada en los pies del Pokémon mayor para arrodillarse y robarle la bolsa de las bayas, rápidamente dándose los dos a la fuga.

-¡Oigan, ladrón!.-

Gritaba el Pokémon con esperanzas de detenerlos, pero cuando los habitantes salieron a la calle ya era muy tarde, esas dos crías se ganaron el repudio de los habitantes ya que se dedicaban a robar a los Pokémons que veían vulnerables, varios de esos maldiciendo a las crias y a sus padres por la falta de responsabilidad.

Adentrándose nuevamente al bosque las dos crías corrían con la bolsa en su mano hasta detenerse en un árbol, apartando de entre las raices unas hojas que cubrían un agujero.
Pasando adentro y ocultando la entrada, las dos crías se ocultaron en una madriguera sentándose uno delante de otro, dejando la bolsa en medio de ambos.

-Al fin algo que comer...-

Murmura el Vulpix con baba a punto de escurrirse por su barbilla, limpiandola para abrir la bolsa y sacar las bayas jugosas, dándole una al Riolu.

-Alex, toma... Dividamos la mitad para los dos... La otra mitad la guardamos para mañana...-

Dice el Vulpix dividiendo las bayas en dos partes iguales, apartando una mitad para la otra volver a dividirla, dejándole un total de dos bayas a cada uno, no era mucho, pero para ellos era algo que comer.

-Gracias, Mike...-

Decía el Riolu con una mirada decaída sabiendo que esas dos bayas no iban a ser suficientes para saciar su hambre, siendo notado rapidamente por el Vulpix.

-Alex...-

Susurra para llamar la atención de su amigo, sonriendo con seguridad y una calidez muy distinguida a la humedad en la que estaban.

-Las personas fuertes son las que sonrien... ¿Sabes por qué?... Porque sin importar el problema, siempre son capaces de soportarlo y seguir sonriendo por un futuro... Así que vamos...-

Dice el Vulpix tomando suavemente las mejillas del Riolu para hacerlo sonreír, haciendo que el Riolu se le quede viendo a su amigo con esa sonrisa inquebrantable.

-Sonríe siempre que puedas...-

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Arco 1: Búsqueda del Pasado.
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En Pueblo Amatista habían pasado un día desde la pelea por la Medalla Común, desde entonces varios en el pueblo empezaron a reconocer al Gallade y al Lucario, molestando al Lucario en la calle para pedirles consejos sobre como pelear y hasta el Café Eón estaba más lleno de costumbre, la mayoría estando ahí para hablar con el Gallade.
Era tanta la gente que la Umbreon tuvo que cambiar el horario de los del turno de la noche para el turno de la tarde y así tener personal suficiente para atender a todas las personas.
El Gallade se desplazaba de un lugar a otro atendiendo a la gente, siendo que a propósito algunos clientes lo llamaban únicamente a él para hablar sobre el combate que tuvo, ocupando por más tiempo al Gallade.

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