Una suave tarde se extendía en Ciudad Canela, una ciudad muy pacífica que se ha mantenido lejos de los terribles asesinatos que se han visualizado por toda la región.
En dicho pueblo tranquilo...-¡MUERE!.-
El grito de un Pokémon que ocasionaba el caos en la ciudad se escuchaba por todos lados, a través de las calles un coche arremetía a toda velocidad mientras era seguido por otro de cerca, el cual lo chocaba en repetidas ocasiones intentando volcarlos.
-¡¿Qué rayos es lo que quieren?!.-
Pregunta el chófer atemorizado mientras usaba toda su habilidad de conductor para mantener el coche estabilizado, a su lado se encontraba otro Pokémon, el Lucario que se mantenía aferrado en su asiento con clara molestia.
-¡¿Eso que importa?! ¡Conduce!.-
Ordenaba para que el chófer pise con fuerzas el acelerador, aumentando así la velocidad mientras de seguían desplazando por las calles de la ciudad.
El Lucario termina volteando a ver a los asientos de atrás, mirando a su compañero quien estaba cansado y herido, con algunas vendas y cortes.-¿Sabes quiénes son?.-
Pregunta el Lucario hacia su compañero, mordiéndose el labio con preocupación al ver como simplemente negaba con la cabeza, finalmente el Lucario vuelve a mirar hacia delante, soltando un bufido molesto.
-Demonios... Justo en un momento así.-
Se queja mirando el retrovisor, notando como el coche que los persigue se acercaba y comenzaba a golpearlos desde las llantas traseras, obligando al chófer a hacer pequeñas maniobras para no perder el control.
-¡Esto es malo, si seguimos así nos van a volcar!.-
Rápidsmente el chófer es obligado a girar en cierto cruce, alejándolos más de la avenida principal, cada vez más lejos de salir de la ciudad.
-Tenemos que hacer todo lo posible para llegar al puente... Ahí podremos ir a fondo sin tanta preocupación... Es difícil conducir así en calles transitadas...-
Comenta el Lucario con preocupación, el coche perseguidor chocando más contra ellos, provocando sacudidas entre los tres Pokémons.
-Voy a salir...-
Confiesa el Gallade, preocupando a su compañero quien trata de tenerlo, pero al final no logra alcanzar al joven Gallade quien saliendo por la ventana sube al techo del vehículo.
Aferrándose al suelo mientras estaba agachado, el joven Gallade hacía cualquier intento por no salir volando por los cruces, lentamente colocándose de pie mientras su ropa rasgada se batía en el viento, finalmente tomándola y rasgándola para que no lo distraiga.
El cuerpo del joven Gallade estaba cubierto por vendas y heridas que aún no habían terminado de sanar, mirando fijamente al coche, el joven no logra decifrar quien estaba adentro, pero en ese momento ya no le importaba.
El Lucario y el chófer seguían discutiendo sobre la forma de escapar, finalmente doblando con un drift en la avenida para conducir a todo impulso hacia el puente.
El coche del perseguidor se preparaba para buscar chocarlos de nuevo, siendo en ese momento que el Gallade se prepara y justo al momento antes del impacto salta, cayendo exitosamente en el capó del coche para aferrarse y comenzar a golpear repetidamente el vidrio del lado del conductor.
Aunque para su sorpresa una hoja violeta sale del cristal apunto de cortarle, obligando al joven Gallade a esquivar el corte provocándole un rasguño en su mejilla, continuando con su arremetida hasta ver una grieta en el vidrio, sabiendo que no aguantaría otro golpe, se prepara para atravesar el vidrio pero es sorprendido al sentir como el coche del perseguidor vuelve a chocar contra el otro coche en donde iba el Lucario, haciendo que caiga de espalda contra la maletera y se aferre a ella, sus pies deslizándose suavemente en el pavimento antes de subirlo al parachoques trasero.
El coche perseguidor sin dar tiempo a la espera vuelve a arremeter contra ellos, obligando al Gallade a levantar los pies antes de que terminen siendo aplastados, por desgracia el coche logró golpear una de los extremos del vehículo y aplicarle fuerza, logrando finalmente destabilizarlo.
Enfocando su mirada, el Gallade mira finalmente a través del vidrio y logra reconocer a su agresor, sorprendiéndose al empezar a caer del puente hacia el mar, pocos segundos de reacción le dieron para caer al agua y hundirse a las profundidades del mar.
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El Cruel Destino
RandomUn joven Gallade de 19 años toma como meta volver a encontrarse con su hermana tras muchos años, pero, lamentablemente la vida le tiene otros planes para este chico, viviendo experiencias que nunca olvidará y tomando en sus manos una gran responsabi...