Mi mejor amigo

24 | El chico dorado

Aquella noche, la casa de Poseidón Jackson estaba llena de voces cuando Annabeth y Percy llegaron. Sin embargo, mientras él y Annabeth cruzaban el umbral, una ligera tensión se instaló en sus hombros. Hoy no era una visita común.

La vida de Percy siempre había sido simple; su familia se componía únicamente de su padre y su madre, y posteriormente, con la muerte de su madre, años más tarde, Anfitrite y Tyson se unieron a la familia. Pero hoy, al entrar en esa casa, sabía que se enfrentaba a algo nuevo y, en el fondo, incómodo.

Poseidón los recibió con una sonrisa amplia, más cálida de lo habitual, lo que ya era una señal de que este encuentro era especial para él. A su lado estaban Anfitrite y Tyson. Pero la atención de Percy se centró rápidamente en la cuarta figura que estaba junto a ellos: Chrisaor.

Chrisaor, un joven alto, de porte seguro, con el cabello color miel y los ojos del mismo color verde mar que compartía con Percy y Poseidón, estaba de pie con una confianza que Percy no esperaba. Aunque su existencia había sido un secreto hasta hace poco, Chrisaor parecía perfectamente a gusto en este nuevo papel como hijo de Poseidón, como si siempre hubiera pertenecido allí.

—Percy, Annabeth, qué alegría verlos —dijo Poseidón, su voz resonando con un orgullo que hizo eco en la sala de estar—. Quiero que conozcan a Chrisaor —Poseidón miró a Percy—, tu hermano.

Percy asintió, forzando una sonrisa que no llegó del todo a sus ojos. Extendió la mano hacia Chrisaor, y este la tomó con un apretón firme y una sonrisa tranquila en su rostro.

—Es un placer conocerte, Chrisaor —dijo Percy, su voz suave pero cargada de una ligera tensión. Aunque intentaba mantenerse tranquilo, no podía ignorar el nudo en su estómago, una mezcla de incomodidad y algo más profundo que no lograba identificar.

Chrisaor, por su parte, no parecía afectado en lo más mínimo por la situación. Su sonrisa era abierta y genuina, y al soltar la mano de Percy, se volvió hacia Annabeth con un gesto igualmente amistoso.

—He oído hablar mucho de ustedes —dijo Chrisaor con una voz que, aunque suave, llevaba consigo una autoridad natural—. Es un placer finalmente conocerlos.

Annabeth, siempre observadora, notó la rigidez en los hombros de Percy y decidió intervenir con una sonrisa cálida y sincera.

—El placer es nuestro, Chrisaor. Es bueno ver a la familia reunida —respondió, intentando suavizar la atmósfera y dándole a Percy un pequeño apretón en la mano, una señal de apoyo que él agradeció en silencio.

Tyson, ajeno a la incomodidad de Percy, se acercó con su usual entusiasmo y abrazó a Percy.

—¡Hermano! Estoy feliz de que estés aquí —dijo Tyson con su característico tono alegre.

—Yo también, Tyson —respondió Percy, su voz más relajada al interactuar con el adolescente que siempre había considerado su hermano.

Poseidón observaba la escena con una sonrisa que iluminaba su rostro. Había un orgullo inconfundible en sus ojos, el tipo de orgullo que solo un padre puede sentir al ver a sus hijos juntos. Se acercó y colocó una mano en el hombro de Percy, dándole un apretón que transmitía un apoyo silencioso.

—Es un día especial para mí, verlos a todos aquí —dijo Poseidón, su voz resonando con una calidez que pocas veces mostraba—. Tener a mis hijos juntos es más de lo que podría haber pedido.

Percy asintió, su incomodidad aún presente, pero suavizada por las palabras de su padre. Aún no estaba completamente seguro de cómo encajar a Chrisaor en su vida, pero la sonrisa de Poseidón y el abrazo de Tyson le recordaron que, a pesar de las complicaciones, esta era su familia.