26 | Ella tenía razón

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Días después de la reunión en casa de Poseidón, Percy se encontraba solo en el departamento. Annabeth había salido con Azul a una actividad del colegio, y Percy había decidido aprovechar la tranquilidad para relajarse un poco. Estaba recostado en el sofá, cuando de repente escuchó un suave golpe en la puerta.

Frunció el ceño, no esperando visitas, y se levantó para abrir. Al hacerlo, se encontró con Calypso, que sonreía amablemente mientras se balanceaba ligeramente sobre sus pies.

—¡Hola, Percy! —saludó Calypso con su habitual tono cálido—. Lamento molestarte, pero necesito ayuda para mover unos muebles en mi departamento. Son un poco pesados, y no puedo hacerlo sola.

Percy parpadeó, sorprendido, pero recuperó rápidamente la compostura. Aunque Annabeth le había advertido sobre la posible atracción de Calypso, él no había dado mucha importancia al asunto. Sin embargo, no veía nada malo en ofrecerle su ayuda.

—Claro, no hay problema —respondió Percy con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de él—. Vamos.

Calypso sonrió aún más ampliamente, y Percy notó un brillo en sus ojos que no había percibido antes. Se encogió de hombros mentalmente, atribuyéndolo a su amabilidad natural, y la siguió hasta su departamento.

Una vez dentro, Calypso lo guió hacia la sala de estar, donde había un par de muebles que claramente necesitaban ser movidos. Percy inmediatamente se puso manos a la obra, usando su fuerza para levantar uno de los sofás mientras Calypso lo guiaba hacia su nueva posición.

—Eres increíblemente fuerte, Percy —comentó Calypso mientras él movía el sofá con facilidad—. Es admirable cómo puedes hacer esto sin esfuerzo.

Percy sonrió educadamente, pero no pudo evitar sentir un leve escalofrío ante el comentario. Había algo en la forma en que lo había dicho, un tono ligeramente distinto al que había usado en sus interacciones anteriores. Trató de ignorarlo, concentrándose en su tarea.

—Gracias, supongo que estar en forma es parte de mi estilo de vida —respondió Percy con una ligera risa, tratando de mantener el tono ligero.

Mientras continuaban moviendo los muebles, Calypso se acercaba cada vez más a Percy, tocándole el brazo ligeramente al darle indicaciones, o sonriendo de una manera que empezaba a parecerle demasiado intencional.

—Es agradable tener a alguien tan confiable cerca —dijo Calypso en un tono que Percy notó era más suave de lo normal—. No todos estarían dispuestos a ayudar a una vecina de la manera en que tú lo haces.

Percy asintió, sintiendo una extraña incomodidad en el ambiente. Cada comentario, cada mirada de Calypso, parecía tener un doble sentido que él no había notado antes. De repente, las advertencias de Annabeth resonaron con fuerza en su mente. ¿Podría ser que Calypso realmente se sintiera atraída por él?

Trató de mantener su compostura mientras movía el último mueble, pero no pudo evitar que la sensación de incomodidad creciera. Cuando terminaron, Percy se volvió hacia Calypso, intentando ser lo más profesional posible.

—Ahí tienes, creo que eso es todo —dijo, tratando de sonar despreocupado, aunque internamente estaba ansioso por irse.

Calypso lo miró con una sonrisa que, ahora Percy lo notaba, tenía algo más que simple gratitud.

—Gracias, Percy. De verdad, no sé qué haría sin ti —dijo, y esta vez su tono era más suave, casi seductor.

Percy sintió que el ambiente se volvía aún más incómodo. Dio un paso atrás, tratando de crear algo de distancia entre ellos.

—No hay problema, siempre es bueno ayudar —respondió, intentando no mostrar lo que realmente estaba sintiendo.

Calypso lo observó por un momento más, y Percy sintió que sus palabras estaban a punto de cruzar una línea que preferiría no escuchar. Justo cuando pensaba en despedirse, Calypso soltó un comentario que lo tomó completamente por sorpresa.

—Sabes, este pueblo es pequeño, y siendo nueva aquí, me he dado cuenta de que los chismes corren rápido —dijo, su tono casual pero con una pizca de malicia—. La gente me ha contado historias interesantes, como esa sobre cómo supuestamente engañaste a tu exnovia con Annabeth... y cómo solo te casaste con ella porque la dejaste embarazada.

Percy sintió que un frío se apoderaba de su cuerpo. El comentario no solo era inapropiado, sino que también tocaba una fibra sensible. Su mandíbula se tensó, y su rostro, normalmente amable, se endureció.

—Eso no es verdad, yo nunca le fui infiel a Rachel —respondió Percy, su voz firme y fría, sintiendo cómo la molestia comenzaba a arder en su interior—. Y si Annabeth y yo estamos juntos es porque nos amamos, y no tengo ningún interés en lo que la gente diga sobre nuestro pasado.

Calypso levantó las manos en un gesto de disculpa, aunque la sonrisa en su rostro no desapareció del todo.

—Oh, no quise ofenderte, Percy. Solo repetía lo que he escuchado —dijo, aunque su tono seguía cargado de insinuaciones—. Ya sabes cómo son los chismes en lugares pequeños.

Percy dio otro paso hacia la puerta, ya decidido a salir de allí.

—Los chismes son solo eso: chismes. Y no me interesa lo que los demás piensen de mí o de Annabeth —dijo, manteniendo la calma, pero con una clara molestia en su tono—. Si eso es todo, debería volver a casa. Annabeth y Azul regresarán pronto.

La mención de Annabeth pareció tener un efecto momentáneo en Calypso, cuya sonrisa se volvió algo más contenida.

—Claro, no quiero quitarte más tiempo —respondió, aunque Percy notó un destello de algo en sus ojos que lo hizo sentir incómodo.

Percy asintió y, sin más palabras, salió rápidamente del departamento. Mientras caminaba por el pasillo de regreso a su hogar, no pudo evitar sentirse inquieto y molesto. La interacción con Calypso había sido mucho más incómoda de lo que esperaba, y ahora las palabras de Annabeth resonaban con claridad en su mente.

Mientras entraba en su propio departamento, Percy soltó un suspiro de alivio, aunque su mente seguía llena de pensamientos contradictorios. Annabeth había tenido razón: Calypso definitivamente parecía sentir algo más por él, y ahora él lo había visto con sus propios ojos. Pero lo que más lo había perturbado era el comentario malicioso sobre su relación con Annabeth, algo que consideraba sagrado.

Cerró la puerta detrás de él, apoyándose en ella por un momento mientras trataba de aclarar sus pensamientos. Estaba claro que tendría que hablar de esto con Annabeth, pero por ahora, solo quería dejar atrás la incomodidad y la molestia que había sentido en ese departamento.

Mientras se dirigía de nuevo al sofá, Percy no pudo evitar preguntarse cómo manejaría esta situación a partir de ahora. Estaba seguro de una cosa: necesitaba ser mucho más cauteloso con Calypso en el futuro, especialmente después de lo que acababa de ocurrir.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora