28 | Desplazado

177 16 3
                                    

Unos días después de la incómoda conversación de Percy con Calypso, Annabeth estaba en casa con Azul, disfrutando de una tranquila tarde. Percy aún no regresaba del trabajo, y ya que Annabeth había salido temprano de su trabajo, había decidido aprovechar el tiempo para jugar con Azul y hacer algunas tareas pendientes. Ambas estaban en medio de un juego de mesa cuando un golpe en la puerta las interrumpió.

Annabeth frunció el ceño, no esperando visitas, pero se levantó para abrir la puerta. Al hacerlo, se encontró con Chrisaor, que sostenía una caja envuelta en papel de colores brillantes y una sonrisa amigable en su rostro.

—¡Hola, Annabeth! —saludó Chrisaor con entusiasmo—. Espero no estar interrumpiendo.

Azul, al escuchar la voz de su tío, corrió hacia la puerta con una sonrisa radiante.

—¡Tío Chrisaor! —exclamó, lanzándose hacia él en un abrazo que Chrisaor recibió con una risa.

—Hola, pequeña —respondió Chrisaor mientras se agachaba para abrazarla—. Te traje un regalo. Espero que te guste.

Azul, con los ojos brillando de emoción, tomó la caja con entusiasmo y la abrió rápidamente. Dentro, encontró una muñeca hermosa, vestida con un traje de sirena que parecía sacado de un cuento de hadas. Azul soltó un grito de alegría y abrazó la muñeca con fuerza.

—¡Es preciosa, gracias, tío Chrisaor! —dijo, saltando de felicidad.

Annabeth sonrió ante la escena, agradecida por el gesto de Chrisaor. Aunque aún había algo de tensión entre Percy y su hermano, no podía negar que Chrisaor estaba haciendo un esfuerzo genuino por ser parte de la familia.

—Gracias, Chrisaor. Es un gesto muy amable de tu parte —dijo Annabeth, invitándolo a entrar—. ¿Quieres pasar? Percy no está en este momento, pero puedes quedarte a tomar algo si quieres.

Chrisaor asintió con una sonrisa, aceptando la invitación.

—Me encantaría, gracias —dijo mientras entraba al departamento y cerraba la puerta detrás de él.

Una vez dentro, se sentaron en la sala mientras Azul, con su nueva muñeca en mano, seguía jugando alegremente cerca de ellos. Chrisaor se acomodó en el sofá, pareciendo un poco más relajado de lo que Annabeth recordaba en último primer encuentro. Pronto ellos comenzaron a hablar de los últimos días y de las reuniones familiares que había ocurrido en aquellos días.

—Hablando de todo esto, estaba por mencionar que me estoy mudando al pueblo —dijo Chrisaor, su tono amistoso—. Encontré un lugar bastante agradable, pero hay algunas cosas que necesito comprar para amueblarlo. Y, bueno, como vivo solo, pensé que sería útil tener una perspectiva femenina para hacer las mejores elecciones.

Annabeth lo miró con interés, comprendiendo la razón detrás de sus palabras.

—Eso tiene sentido —respondió, asintiendo—. A veces, tener una segunda opinión puede marcar la diferencia, especialmente cuando se trata de hacer que un lugar se sienta como un hogar.

Chrisaor sonrió, mostrando alivio al ver que Annabeth comprendía su situación.

—Exactamente. He pensado en algunas cosas, pero me gustaría asegurarme de que todo sea acogedor y funcional. Me preguntaba si estarías dispuesta a acompañarme esta tarde para darme algunos consejos. También podríamos llevar a Azul, si le apetece.

Annabeth lo consideró por un momento. No había nada urgente que hacer en casa, y Azul parecía estar completamente encantada con la idea de pasar más tiempo con su tío. Además, la petición de Chrisaor le pareció completamente razonable y genuina.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora