16 | Entregate a mi 🔥

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Mientras Percy la besaba, una de sus manos se deslizó en una lenta caricia por su cintura. Jamás imaginó que besar a Annabeth se sintiera tan bien, ni que al hacerlo una abrumadora necesidad de no soltarla se apoderaría de él.

Quizá el mundo siempre tuvo razón; tal vez, en el fondo, él siempre la había amado más de lo que quería admitir. Y ahora, sus labios y su cuerpo ya no estaban dispuestos a seguir negando el sentimiento que por tantos años había permanecido enterrado en su corazón. Cada roce de sus labios, cada suspiro compartido, era una liberación de las emociones reprimidas durante tanto tiempo. Percy sentía que, por primera vez, estaba exactamente donde debía estar.

Cuando la falta de oxígeno finalmente los obligó a separarse, quedaron con los ojos cerrados, con sus frentes apoyadas una contra la otra mientras recuperaban el aliento. Al abrir los ojos, ambos dejaron escapar una sonrisa cariñosa y un poco traviesa al encontrarse con las miradas del otro.

—Eso fue... increíble —murmuró Annabeth, sintiéndose abrumada por las emociones que el beso había desencadenado en ella—. Aunque un poco extraño.

—Lo sé —admitió Percy—. Pero aún así, me gustaría volver a intentarlo.

Una nueva sonrisa juguetona apareció en los labios de Annabeth.

—¿Quieres volver a besarme?

—Sí —respondió Percy con una mirada intensa que descendía hacia sus labios, mientras su pulgar trazaba un camino tentador sobre ellos—. ¿Quieres que te bese de nuevo, Annabeth?

El corazón de Annabeth dio un vuelco ante la intensidad en la voz de Percy y la sugerente caricia de su pulgar. En ese momento, su mente quedó en blanco, incapaz de pensar en algo más que en sentirlo a él, besándola de nuevo.

—S-sí... quiero que me beses. —Annabeth respondió mirándolo con la misma intensidad con la que él la miraba a ella.

Annabeth no tuvo que repetirlo, pues tan pronto las palabras salieron de su boca él la silenció con un nuevo beso, uno que ya no solo transmitía cariño o amor, sino también una creciente pasión y un insaciable deseó.

Embriagados por aquel torrente de emociones se besaron por lo que parecieron horas, hasta que ya no hubo rincoń de sus labios que no conocieran. Fue entonces que las emociones subieron a un nuevo nivel, y besarse ya no fue suficiente para apaciguar el fuego que estaba corriendo entre los dos.

Percy la atrajo más hacia su cuerpo hasta que ella quedó sentada sobre su regazo rodeándolo con sus piernas. Entonces él apartó su boca de sus labios descendiendo en un lento camino de besos por su mandíbula hasta llegar a su cuello, donde se detuvo el tiempo suficiente para poder explorar aquella sensible zona que hizo a Annabeth soltar suspiros de satisfacción. 

Mientras él se dedicaba a explorar cada punto sensible de su cuello, Annabeth deslizó sus manos por su pecho acariciando la piel suave y firme de su abdomen trabajado. Luego él coló sus manos bajo la camiseta que Annabeth usaba como pijama, acarició lentamente la piel de su cintura y abdomen mientras subía la tela en el proceso hasta que finalmente la despojó de la prenda que para ese momento tanto le estorbaba.

Un rubor apareció en el rostro de Annabeth al quedar con el pecho desnudo frente a él, sobre todo al sentir su mirada observando su cuerpo.

—Eres tan hermosa —Percy le dijo volviendo a mirarla a los ojos. Para luego volver a unir sus labios a los de ella mientras una de sus manos le acariciaba la pierna izquierda.

Mientras él devoraba sus labios, un deseo abrasador lo recorrió por completo. Una necesidad que se intensificó llevándolo a empujar su cuerpo hacia atrás para tener más acceso a ella.

Su mano ascendió lentamente desde su muslo hasta que su pulgar rozó la piel de su pecho izquierdo. Annabeth profirió un suspiro cuando sus senos se endurecieron por la excitación que le provocaba su toque.

Aquel sonido de satisfacción que salió de los labios de Annabeth despertó un sentimiento primitivo en él, lo que lo llevó a formar un nuevo sendero de besos por su garganta hasta llegar a su pecho donde finalmente sucumbió al deseo abrumador de llevar su boca hasta uno de sus senos.

Ella enterró sus manos en el cabello de Percy, mientras se mordía los labios al sentir el placer que le estaba dando con su boca.

—Percy...

Él le acarició los pezones con la lengua provocándole un gemido que no pudo contener.

—¿Eso te gusta, Annabeth? —él le preguntó abandonando su tarea un instante.

—Sí... No te detengas... —Ella murmuró tirando de su cabello mientras intentaba alcanzar algo de claridad en su mente ahogada de pasión.

Por un momento él se dedicó a venerar sus pechos, pero pronto aquello ya no fue suficiente. Quería más de ella, tanto que dolía. Así que dejándose llevar por el deseo, la sujeto de la cintura y en un movimiento rápido la giró hasta quedar sobre ella en la cama.

—Annabeth —él pronunció su nombre con voz ronca mientras sus ojos oscurecidos por la pasión la observaron tan profundo que ella se estremeció—. Sé que estoy yendo muy rápido —dijo mientras le acariciaba los labios con el pulgar—, pero por favor... déjame hacerte el amor... Te necesito tanto ahora.

Annabeth lo miró. En sus ojos se reflejaban el deseo y la súplica, además de que era capaz de sentir la dureza de su excitación.

Por un segundo ella pensó en su petición. Hace tan solo unas horas estaba aterrorizada por casarse con él, por no saber qué sería de sus vidas juntos, y ahora estaba ahí completamente dominada por la lujuria.

—Sí, Percy —Ella respondió apartándole el cabello húmedo del rostro—.  Hazme el amor.

Annabeth lo guió hacia sus labios hasta unirse en un beso tierno, que poco a poco fue tomando un nuevo ritmo llevándolos hacia donde querían.

Un rato después, él abandonó sus labios besando su cuerpo hasta llegar a su vientre donde dejó un tierno beso sobre el sutil abultamiento que comenzaba a notarse en el abdomen de Annabeth. Después de eso la ayudó a deshacerse de sus shorts y luego deslizó lentamente sus bragas fuera de sus piernas.

Él tomó la pierna derecha de Annabeth y dejó un suave beso en la parte interior avanzando hacia arriba.

—Percy. ¿Qué estás...? —La respiración de Annabeth se cortó abruptamente mientras se mordía los labios. Y durante aquellos minutos que duró aquella deliciosa tortura, ella no pudo más que aferrarse a las sábanas mientras el poder de su liberación la golpeaba.

Mientras ella se perdía en las oleadas de placer que la consumían en ese momento. Él se deshizo de su pantalón de pijama y de sus bóxers.

Él avanzó sobre la cama hasta nuevamente llegar a su abdomen y comenzar a besarlo mientras avanzaban con el objetivo de llegar a sus labios. Al llegar a ellos la beso intensamente antes de apartarse y acariciarle la mejilla.

—Annabeth, ¿estás segura? —le pregunto. A lo que ella respondió llevándolo hacia sus labios.

Durante el resto de aquella especial noche ambos se dedicaron a amarse mientras se fundían en un solo ser. Mientras un sentimiento más fuerte que el amor se iba entreteniendo en sus almas.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora