Después de la conversación que Percy tuvo con su padre, pasó una semana atormentado por sus pensamientos hasta que finalmente tomó una decisión. Esa misma noche, decidió ir al departamento de Annabeth para hablar con ella.
Al llegar, su corazón latía con fuerza y sus manos temblaban, pero reprimió sus miedos y tocó la puerta.
—Hola, Percy, pasa —dijo Annabeth al abrir la puerta.
En ese breve instante, Percy la observó con una profundidad que no había sentido antes. Notó un brillo maternal en sus ojos grises y una ligera hinchazón en su vientre, apenas perceptible bajo la ajustada playera. Annabeth, al ver su mirada, llevó una mano a su abdomen y sonrió con diversión.
—Lo sé, ya se está empezando a notar —dijo, acariciando suavemente su vientre—. Mi ropa está comenzando a apretarme.
—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Percy mientras entraba, atraído por el aroma—. Huele a galletas recién horneadas.
—Justo eso hacia, tenía un terrible antojo de galletas de chocolate...
—Azules, como las de mamá —la interrumpió Percy al ver la bandeja en la mesa.
—Sí —Annabeth respondió bajando la mirada, consciente del dolor que evocaba el recuerdo—. Lo siento.
—No, está bien —Percy sonrió con tristeza—. Aunque parece que el bebé ya se parece más a mí que a ti.
—Ni siquiera digas eso —Annabeth rió—, imagina que salga igual de revoltoso que tú. ¡Que los dioses se apiaden de mí!
—Pues seguro se divertiría más que siendo un sabelotodo como tú —replicó Percy.
—Los sabelotodo también sabemos divertirnos —Annabeth se tumbó en el sillón junto a él—. ¿Te acuerdas de la trampa que les tendimos a los Stoll en sexto grado?
—Sí —respondió Percy con una sonrisa nostálgica.
—Si lo recuerdas, fue todo mi plan.
—Pero yo lo ejecuté —se quejó Percy.
—Por eso —Annabeth se acurrucó en su hombro, como tantas veces antes—, yo lo planeo y tú lo haces.
—Sí —musitó Percy, sintiéndose extrañamente afectado por la cercanía de Annabeth. La calidez de su cuerpo junto al suyo casi le quemaba—. Somos un buen equipo.
—Lo somos —coincidió ella, sonriendo. Ambos se quedaron en un reconfortante silencio, disfrutando de la mutua compañía.
De repente, un pensamiento invadió la mente de Percy y, casi sin darse cuenta, su mano se posó sobre la protuberancia en el vientre de Annabeth. Era la primera vez que la tocaba ahí, y el gesto le confirmó la realidad de que dentro de ella estaba su hijo.
—Annabeth —dijo Percy, acomodándose para mirarla—. He estado pensando mucho sobre nuestro futuro y el de nuestro hijo.
Annabeth lo miró con paciencia, esperando a que continuara. Percy sacó una caja de terciopelo y la puso en sus manos.
—¿Qué es esto? —murmuró Annabeth con nerviosismo mientras abría la caja. Su respiración se cortó al reconocer el anillo de Sally—. Es el anillo de tu madre.
—Sí —Percy lo sacó de la caja y tomó la mano izquierda de Annabeth—, y ahora es tuyo.
—Percy, no —Annabeth retiró su mano—. No podemos casarnos, tú no me amas.
—Claro que te amo, Annabeth.
—Pero no me amas de la forma en que deberías para casarte conmigo —dijo ella, acariciando su mejilla con suavidad—, y para ser sincera, yo tampoco te amo de esa forma.
—Pero podemos intentarlo. Estoy seguro de que podría enamorarme de ti y tú de mí.
—¿Y si no funciona? —Annabeth se alejó un poco—. No quiero que intentemos forzar algo y dañemos lo que tenemos... Puedo vivir sabiendo que perdí a un novio o un esposo, pero no a mi mejor amigo.
—No me vas a perder —Percy sostuvo sus manos con firmeza—. Te juro que, pase lo que pase, nunca dejaré de ser tu amigo.
—No. No va a funcionar y lo mejor es que continuemos como lo habíamos acordado.
—No quiero eso, Annabeth —exclamó Percy, desesperado—. No quiero ver a mi hijo solo los fines de semana o cuando pueda. Quiero estar ahí siempre, leerle cuentos por las noches, calmar sus pesadillas, llevarlo a la escuela, desayunar con él...
Mientras hablaba, los ojos de Annabeth se llenaron de lágrimas.
—Quiero ayudarte a dormirlo, cambiarle los pañales, cuidarte a ti, Annabeth, consentirte cuando tengas antojos, estar para ti en cualquier momento...
La voz de Percy se quebró con la intensidad de sus emociones, y Annabeth, conmovida, lo abrazó con fuerza. Ambos comprendieron que, aunque el futuro era incierto y pasara lo que pasara la promesa de estar juntos y apoyarse nunca se rompería.
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Mi mejor amigo
FanfictionPercy y Annabeth han sido mejores amigos desde niños hasta que un evento inesperado cambia para siempre la relación que hasta ahora habían tenido. #1 en Percabeth 14/08/24 Actualizaciones diarias