29 | Provocaciones

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Habían pasado unos días desde la salida de compras con Chrisaor, y aunque Annabeth no lo había notado, Percy estaba más callado de lo habitual. La idea de que Chrisaor había pasado tiempo a solas con Annabeth y Azul seguía rondando en su mente. Percy sabía que sus celos no eran racionales, pero no podía ignorar el malestar que sentía cada vez que Azul hablaba emocionada de su "tío Chrisaor".

A pesar de sus inseguridades, Percy aceptó la invitación de su padre para otra cena familiar. Poseidón parecía empeñado en fortalecer los lazos entre sus hijos, y Percy sabía que rechazar la invitación solo levantaría más sospechas. Además, Annabeth lo había convencido de que asistir era lo mejor, y él confiaba en su juicio, incluso cuando sus propias emociones le decían lo contrario.

Cuando llegaron a la casa de Poseidón, Percy sintió una mezcla de nostalgia e incomodidad. La decoración y los recuerdos de su infancia siempre le habían hecho sentir en casa, pero esta vez algo se sentía diferente, como si la atmósfera hubiera cambiado desde la llegada de Chrisaor.

Poseidón los recibió con una sonrisa amplia. Azul corrió a saludar a su abuelo, mientras Annabeth y Percy entraban, intercambiando una mirada que solo ellos entendían. Tyson ya estaba allí, charlando alegremente con su madre.

—Annabeth, querida, Azul —saludó Anfitrite con una sonrisa maternal—. Qué gusto verlas. Azul, cada día te veo más alta.

—¡Gracias, abuela Anfitrite! —respondió Azul, corriendo hacia ella para abrazarla.

Percy sintió una punzada de ver cómo Anfitrite interactuaba con su hija. Siempre había apreciado la forma en que ella los trataba, pero a veces no podía evitar pensar en cómo sería todo si su madre aun siguiera viva.

—Hola, Anfitrite —saludó Percy, abrazándola también—. Gracias por recibirnos.

—Es un placer tenerlos aquí, Percy —respondió ella, dándole una palmadita en el brazo—. Esta noche es para disfrutar en familia, todos juntos.

Chrisaor ya estaba sentado en la sala, tomando un vaso de vino. Saludó a Annabeth con una sonrisa que Percy notó era un poco más cálida de lo necesario.

—Annabeth, Azul, qué bueno verlas de nuevo —dijo Chrisaor, levantándose para saludarlas—. Espero que tengan hambre. He escuchado que Anfitrite ha preparado una cena espectacular.

Annabeth asintió con una sonrisa cortés.

—Huele delicioso, Anfitrite. Estoy segura de que será una cena maravillosa.

La cena comenzó con una conversación ligera. Poseidón estaba visiblemente contento de tener a todos reunidos, y Anfitrite se aseguraba de que todos se sintieran cómodos. Tyson, con su entusiasmo y risa contagiosa, mantenía la atmósfera animada. Sin embargo, Percy no podía relajarse del todo. Sentía que estaba esperando algo, una señal de que sus inseguridades no eran infundadas.

Y entonces, Chrisaor rompió el flujo de la conversación.

—Quería agradecer nuevamente a Annabeth por haberme ayudado el otro día con mis compras —dijo Chrisaor, dirigiéndose a su padre y al resto de la mesa—. Fue increíblemente amable al dedicarme su tiempo, y tengo que decir que fue una tarde muy agradable.

Percy sintió que su mandíbula se tensaba ligeramente, pero trató de mantener una expresión neutral. Annabeth, ajena a su incomodidad, asintió con una sonrisa.

—Fue un placer ayudarte, Chrisaor. Me alegra haber podido ser útil —respondió Annabeth con cortesía.

—Y no solo eso —continuó Chrisaor con una sonrisa—. También disfruté mucho la compañía de Azul. Es una niña encantadora, Annabeth. Te felicito, Percy, por tener una hija tan maravillosa.

Azul, al escuchar su nombre, sonrió ampliamente y levantó la vista de su plato.

—¡Gracias, tío Chrisaor! Me encantó ayudarte a elegir los cojines para tu sofá.

La risa de Azul llenó el aire, y Percy trató de sonreír, pero algo dentro de él se retorció. No era solo lo que Chrisaor estaba diciendo; era la familiaridad con la que hablaba, como si estuviera reclamando un lugar en la familia que no le correspondía.

Poseidón, ajeno a la creciente incomodidad de Percy, sonrió con satisfacción.

—Es maravilloso ver cómo todos ustedes se están acercando —dijo, levantando su copa—. Esta es la familia que siempre soñé tener. Y debo decir, Percy, que eres muy afortunado de tener a una mujer como Annabeth a tu lado.

Anfitrite asintió, mirando a Annabeth con afecto.

—Estoy de acuerdo. Annabeth ha sido una bendición para esta familia. Siempre he admirado tu fortaleza y amabilidad —añadió Anfitrite—. Espero que algún día Chrisaor tenga la misma suerte y encuentre a alguien tan especial como tú.

El elogio hizo que Percy se tensara aún más, pero lo que realmente lo descolocó fue la respuesta de Chrisaor.

—Eso espero, Anfitrite —dijo Chrisaor, mirando a Annabeth con una intensidad que no pasó desapercibida para Percy—. Encontrar a alguien tan increíblemente capaz y amable como Annabeth sería un verdadero honor.

Percy sintió cómo sus manos se apretaban en puños bajo la mesa. Intentó mantener la calma, pero la mirada prolongada de Chrisaor hacia Annabeth encendió una chispa de celos que no pudo ignorar. Mientras Annabeth respondía con una sonrisa educada, Percy apenas pudo contenerse.

—Chrisaor —dijo Percy, tratando de sonar casual, pero sin lograrlo del todo—. Parece que realmente disfrutaste tu tiempo con Annabeth y Azul.

Chrisaor lo miró, como si no entendiera el tono de Percy, y sonrió con despreocupación.

—Claro que sí, Percy. Es un placer pasar tiempo con ellas. ¿No es ese el propósito de la familia? —respondió, levantando su copa en un brindis que se sintió más como una provocación.

Percy apretó los labios y alzó su copa, pero no pudo evitar mirar a Annabeth y sentir que algo se deslizaba entre sus dedos, algo que siempre había considerado suyo.

Anfitrite, notando finalmente la tensión en la mesa, intervino.

—Bueno, creo que es momento de disfrutar el postre.

La distracción funcionó momentáneamente, pero Percy sabía que tendría que enfrentar estas emociones más adelante. Mientras miraba a Annabeth, sintió la presión de su mano en su muslo, un gesto discreto de apoyo.

—Todo estará bien —parecía decirle con sus ojos.

Percy respiró hondo y asintió, sabiendo que aunque el camino sería difícil, al menos no tendría que enfrentarlo solo.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora