Al día siguiente, el sol se colaba tímidamente a través de las cortinas, bañando el departamento de los Jackson-Chase con una luz suave y cálida. Annabeth estaba en la cocina, preparando el desayuno, mientras Azul jugaba en la sala con sus juguetes. Percy aún estaba en la ducha, tarareando una melodía que apenas se escuchaba por encima del sonido del agua. Todo parecía tranquilo y normal, hasta que un suave golpe en la puerta interrumpió la rutina de la mañana.
Annabeth frunció el ceño, preguntándose quién podría ser tan temprano. Se secó las manos con una toalla y se dirigió hacia la puerta. Al abrirla, se encontró cara a cara con Calypso, quien sostenía una bandeja de galletas recién horneadas, el aroma dulce y tentador llenando el aire entre ellas.
—¡Hola, Annabeth! —saludó Calypso con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con una mezcla de alegría y algo más que Annabeth no pudo identificar del todo—. Espero no estar interrumpiendo. Quería agradecerles por la ayuda de ayer, así que preparé unas galletas para ustedes.
Annabeth parpadeó, sorprendida por el gesto, pero rápidamente recuperó la compostura.
—Hola, Calypso. No interrumpes en absoluto —respondió Annabeth con una sonrisa cortés, aunque no pudo evitar que su mirada se volviera un poco más inquisitiva—. Es muy amable de tu parte.
Calypso, sin perder la sonrisa, inclinó ligeramente la cabeza, y Annabeth notó cómo sus ojos se desviaron hacia el interior del departamento, como si buscaran a alguien.
—¿Está Percy en casa? —preguntó Calypso, su tono casual, pero con un interés que no pasó desapercibido para Annabeth—. Quería agradecerle personalmente por su ayuda.
Annabeth sintió una ligera tensión en el aire. La forma en que Calypso mencionó a Percy, como si su presencia fuera la única que realmente importara, hizo que la incomodidad de Annabeth se incrementara. Sin embargo, mantuvo su expresión neutral, sin dejar que sus pensamientos se reflejaran en su rostro.
—Percy está en la ducha en este momento —respondió Annabeth, manteniendo su tono educado, pero firme, como una barrera invisible entre ellas—. Pero estaré encantada de darle las gracias de tu parte.
Calypso asintió, aunque una sombra de decepción cruzó fugazmente por su rostro antes de que volviera a sonreír.
—Entiendo. Bueno, aquí tienes las galletas. Espero que les gusten —dijo mientras extendía la bandeja hacia Annabeth.
Annabeth aceptó la bandeja, el dulce aroma de las galletas envolviéndola mientras lo hacía. Por un instante, las dos mujeres se quedaron en silencio, el peso de una tensión no resuelta flotando entre ellas.
—Gracias, Calypso. Es un gesto muy considerado —dijo Annabeth, sus palabras medidas y cuidadosas.
Calypso asintió de nuevo, esta vez con una sonrisa un poco más contenida.
—De nada. Si alguna vez necesitan algo, no duden en llamarme —respondió, su mirada sosteniéndose en la de Annabeth por un segundo más de lo necesario antes de despedirse—. Nos vemos, Annabeth.
—Nos vemos, Calypso —respondió Annabeth, observando cómo la joven se giraba y caminaba de regreso a su departamento, su cabello color caramelo balanceándose suavemente con cada paso.
Annabeth cerró la puerta lentamente, su mente trabajando para procesar la interacción. Algo en la actitud de Calypso la inquietaba, una sutil persistencia que no podía pasar por alto. Mientras colocaba la bandeja de galletas en la mesa, sintió que las sospechas que había tenido la noche anterior se confirmaban.
Justo en ese momento, Percy salió del baño, con el cabello aún húmedo.
—¿Quién era? —preguntó casualmente mientras se acercaba a la cocina.
Annabeth lo miró por un momento antes de responder, su voz tranquila, pero con un trasfondo de advertencia que Percy no pudo ignorar.
—Calypso. Vino a traer galletas y a darte las gracias personalmente por tu ayuda de ayer.
Percy sonrió al oír la mención de las galletas, pero cuando notó la expresión en el rostro de Annabeth, su sonrisa se desvaneció ligeramente.
—¿Y qué? ¿Está mal que nos agradezca? —dijo, con un tono ligero, pero Annabeth notó la ligera incomodidad en su voz.
—No, no está mal. Pero no pude evitar notar que ella parecía más interesada en ti que en dar las gracias —respondió Annabeth, sus palabras directas y claras, sin rodeos.
Percy soltó una risa suave, intentando aliviar la tensión.
—Annabeth, en serio, creo que estás exagerando. Es solo una vecina amable —dijo, aunque la chispa de diversión en sus ojos revelaba que aún le parecía graciosa la idea de que Annabeth pudiera estar celosa.
Annabeth suspiró, decidiendo no insistir más por el momento.
—Solo mantén los ojos abiertos, Percy. A veces, las cosas no son lo que parecen —dijo finalmente, dejando que el tema se disipara en el aire, aunque en su interior sabía que no dejaría de estar alerta.
Percy asintió, con una sonrisa que intentaba reconfortarla, antes de acercarse y darle un suave beso en los labios.
—Lo haré —respondió, aunque su tono seguía siendo despreocupado.
Annabeth lo observó por un momento más antes de devolverle la sonrisa, aunque una pequeña parte de ella seguía en guardia. Mientras Percy tomaba una galleta de la bandeja y se la llevaba a la boca, Annabeth decidió que, por ahora, simplemente disfrutaría del momento en familia, aunque no podía ignorar que la presencia de la nueva vecina había traído consigo un aire de intranquilidad.
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Mi mejor amigo
FanficPercy y Annabeth han sido mejores amigos desde niños hasta que un evento inesperado cambia para siempre la relación que hasta ahora habían tenido. #1 en Percabeth 14/08/24 Actualizaciones diarias