Mi corazón latía como un tambor desbocado. Respiraba rápidas bocanadas del fresco aire
nocturno y saltaba entre las ramas a una velocidad enloquecida.No podía verle ni oírle, pero sabía que estaba ahí, muy cerca; escondido y al acecho.
Entonces, escuché un crujido, frené en seco y me dejé caer de espaldas al vacío segundos antes de que una sombra cayera como un trueno sobre la rama, dándose un violento golpe antes de precipitarse contra el suelo a cinco metros de distancia.
Agarrado al árbol con solo mi cola, miré la hierba y las raíces al fondo del bosque. El sudor me perlaba el rostro y goteaba de mi nariz, sentía la boca seca y la tensión en cada músculo de mi cuerpo.
Yeonjun se recuperó rápido del impacto, se levantó del suelo y alzó la cabeza hacia mí, solo para ver cómo le enseñaba ambos dedos corazón y le decía:
—Caza esto, gilipollas...Incluso en la penumbra, pude ver el brillo salvaje incendiando el verde y dorado de sus ojos, repletos de furia y una sed sin límites. Me mostró los dientes de grandes colmillos y gruñó con fuerza, llenando el bosque de un sonido grave, gorgoteante y profundo. Sus bigotes estaban tensos como alambres y encogía la nariz, como un tigre a punto de atacar.
Yeonjun estaba completamente perdido en la locura. Y eso le hacía muy peligroso, pero también muy descuidado. Saltó al árbol más cercano y empezó a trepar, hundiendo sus garras en la corteza e impulsándose a puro músculo.
Era rápido y fuerte, daba saltos de varios metros y podía olerme a kilómetros de distancia; pero no era un arborícola. Mientras me persiguiera entre las altas ramas, jamás podría atraparme.
Solo tuve que dejarme caer cuando volvió a abalanzarse sobre mí y, alcanzando otra rama, impulsarme con los brazos para dar una voltereta y agarrarme al tronco del siguiente árbol. Al girarme, vi a Yeonjun colgando del árbol y pateando en el aire mientras intentaba escalar de nuevo la rama de la que se había caído segundos atrás.
Quise reírme, pero me faltaba el aliento. Ya lo haría más tarde, quizá otro día en el que pudiera recordarle lo patético que había sido. Por el momento, mejor seguir corriendo. No faltaba mucho para alcanzar el final de su territorio y, desde allí, ya no podría continuar.
Salté otra rama, subí un nivel más y volví a saltar.
Me detuve cuando la furiosa sombra me sorprendió desde un lado, pero, de nuevo, el descuidado ruido de sus garras contra la maleza me advirtieron de su presencia segundos antes de saltar.
Cuando el alfa pasó de largo, subí otro nivel y continúe la carrera. Cuanto más alto ascendía, más finas y quebradizas eran las ramas y menos soportaban el enorme peso del salvaje, quien intentó en vano igualar mi altura. Al apoyarse en una de esas ramas más finas, ésta se partió y le hizo caer de nuevo.
No podía ni describir el oscuro placer que eso me producía.
Finalmente, tras un par de minutos más de huida, alcancé el camino que separaba el bosque del valle y, por primera vez, toqué el suelo. Me detuve a respirar, agachando el cuerpo y apoyando las manos en las rodillas. Estaba empapado en sudor y casi sin aliento, pero había merecido la pena cada segundo.
Al levantar la vista, vi unos ojos como llamas verdes y doradas entre las hojas. Me miraban fijamente, pero no podían seguirme al exterior.
Sonreír, me reí bien alto y le volví a enseñar ambos dedos corazón.
—Ha sido divertido —reconocí, llevándome una mano a la frente para dedicarle un saludo militar—. Hasta luego, Yeonjun, alfa de las caídas...
El salvaje brotó de entre las hojas y las ramas y cayó elegantemente al suelo. Ya no gruñía y me mostraba los dientes, sino que parecía extrañamente calmado.
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Un omega diferente
FanficBeomgyu es un omega diferente puesto que jamás había tenido la oportunidad de interactuar con los de su clase, pero una misión de emergencia hace que todo cambie Adaptación