Capítulo 10

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Recreación a primera persona
Realidad modificada.

Otra notificación llegó media hora más tarde mientras compartía una comida con Ricardo. Al revisar mi celular, me levanté bruscamente de la silla, haciendo un ruido que resonó en la habitación.

—¿Qué pasa? —preguntó Ricardo, visiblemente intrigado.

Le hice una señal para que esperara mientras revisaba los ocho mensajes que James me había enviado.

James: ¿Ya saliste de clases?

James: Avísame cuando estés lista.

James: ¿Te fuiste a casa?

James: Podría pasarte a buscar.

James: ¿Dónde estás?

James: Si me dices dónde estás, te puedo pasar a buscar.

James: Ariana, si no querías hablar, no entiendo por qué me contactaste. Tenía la idea de que resolveríamos todo hoy y podríamos cenar con mis padres en mi casa. Mi madre espera ansiosamente la oportunidad de conocerte.

James: Si no puedes, está bien, otro día.

—Necesito irme —me despedí de Ricardo con un beso que, sorprendentemente, no esquivó.

—¿Está todo bien? —preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad.

—Sí, es solo que olvidé que tenía que juntarme con unos compañeros para hacer unas cosas —mentí, consciente de que no podía revelar que había estado saliendo con otro chico mientras estábamos separados.

Pedí un Uber y le dije que me llevara hasta la universidad, con la esperanza de poder inventar algo en el camino.

—¡James! —lo llamé cuando lo vi de espaldas, tratando de sonar casual.

—Ariana, hola —respondió sin mucho entusiasmo—. ¿Dónde estabas? Te estuve escribiendo —preguntó, su voz reflejando una mezcla de confusión y decepción.

—Es que estaba en la biblioteca y tenía el celular en silencio —le respondí, intentando sonar convincente—. Lo siento mucho, James, de verdad, perdóname.

—Está bien —me respondió, con una sonrisa tan cálida que me hizo querer desplomarme en llanto en ese momento, abrumada por la culpa.

—Nosotros, bueno, podríamos hablar aquí, si quieres —propuse, intentando encontrar la manera de arreglar las cosas.

—Sí, bueno, mis padres cancelaron la cena porque mi hermana tenía que salir, entonces, si quieres, podemos dejarlo para otro día —dijo, con una sonrisa que reflejaba su habitual amabilidad.

Lo miré unos segundos antes de responder. Si tan solo fuese un poco más parecido a Ricardo... —Sí, claro, no hay problema —dije, ocultando mi falta de entusiasmo.

No estaba muy emocionada por la idea de cenar con sus padres. No quería deberle nada a James, ni tampoco formalizar una relación sin saber si había futuro con Ricardo. Sin embargo, tampoco podía dejarlo ir; me sentía bien cuando él estaba a mi alrededor, y esa sensación de bienestar era difícil de ignorar.

—Mira, James, siento mucho lo que pasó el otro día. Es solo que hacía mucho tiempo que no veía a Carlos, y reencontrarme con él fue como volver a esos tiempos donde todo estaba bien. No había estrés, estaba con todos mis amigos, haciendo lo que más me gustaba —le expliqué, intentando ser sincera—. Fue como volver a tener 16 años, bromeando con mis amigas mientras el profesor se reía de nuestras tonterías. Cuando mi mayor preocupación era entregar las tareas a tiempo y no hacer enojar a mis padres con malas notas... Me detuve cuando me di cuenta de que había contado demasiado. —Es solo que... me sentí bien —concluí, con un suspiro.

Antes de que el Sol Toque el HorizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora