Capítulo 1

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Recreación a primera persona
Realidad modificada.

—Vamos, no puede ser tan malo —me dije a mí misma mientras escribía, esforzándome por concentrarme en la tarea que tenía entre manos.

Miré el reloj; ¡ya era increíblemente tarde! Recogí apresuradamente mis pertenencias mientras el zumbido en mi cabeza aumentaba con cada minuto que pasaba. El trayecto hacia la casa de mi tía, que solía ser rutinario, ahora me parecía interminable. Vivía allí debido a la proximidad con la universidad, lo que facilitaba mis desplazamientos.

Una vez en mi habitación, me desplomé en la cama y observé el techo, que parecía ralentizarse cada vez más.  Me moví varias veces, intentando acomodarme, mientras mi mente se atormentaba con la carga de estudios y los mensajes no respondidos.

—No lo pienses, ya lo hiciste —bromeó mi prima desde la cama contigua.

Solté una risa suave; aunque intenté que fuera ligera, no pude evitar que un suspiro se escapara al final de la misma.

—No importa cuánto lo piense, Jos, todo seguirá igual.

—Te advertí en varias ocasiones que no debías continuar hablando con él —me recriminó mi prima.

—No le he hablado; bueno, él no me ha respondido, pero creo que es lo más adecuado —repliqué, mientras una lágrima inesperada se deslizaba por mi mejilla. El malestar parecía brotar de un rincón.

— ¡Tiene cuarenta años, Nana! Es natural que haya jugado contigo; para él, eres solo una niña.

—Eso no justifica que ignore mis mensajes. ¡Me dijo que me amaba, Jos! —susurré, mi voz temblando levemente.

—Y tú, con toda tu inteligencia emocional, te creíste que un hombre de cuarenta años con una situación laboral más que estable no iba a estar casado —ironizó. —Mira, no es por ser cruel, pero fuiste algo ingenua —me miró a los ojos esta vez—. Tenía treinta y ocho años cuando lo conociste; tú solo tenías dieciocho. ¿Qué pensabas, que iba a ser el amor de tu vida?

—No... —dije. Mi voz era apenas audible. —Pero no creí que fuera a mentirme de manera tan descarada. ¡No te imaginas lo que sentí cuando fui a su casa y lo encontré besando a su esposa! ¡Ni siquiera llevaba anillo! —traté de mantener un tono de voz firme, aunque la molestia estaba contenida. — Ni siquiera puedo quejarme abiertamente: no quiero que salga perjudicado.

—¿No quieres que él salga perjudicado o prefieres parecer más madura al permanecer en silencio para que regrese a ti? —preguntó sin esperar respuesta. —No tienes por qué revelar nada a nadie, solo sigue con tus estudios como si nada hubiera sucedido —concluyó.

—¿Y si surge algún problema con la beca y tengo que ir a visitarlo? ¿Qué haré en ese caso? —pregunté, reflejando una ligera inquietud que comenzaba a sentir.

—En ese caso, habla exclusivamente de la beca, pero nunca le reproches nada —respondió— y ya, que mañana tengo guardia.

Mi prima estaba en su tercer año de enfermería y yo en el segundo de medicina. Aunque tenía pocos amigos y solo interactuaba de vez en cuando con dos compañeros del instituto que estaban en la misma universidad, me sentía en parte aislada en medio de todo.

Miré el techo por un rato más; las sombras en la habitación parecían moverse lentamente mientras mis pensamientos continuaban en un vaivén. Finalmente, me quedé dormida, con el peso de mis problemas aún presente.

El día siguiente prometía ser otro desafío.

•••

—Odio escribir ensayos —comentó Nancy, sentada frente a mí con una expresión de frustración clara. Los papeles y libros estaban esparcidos por toda la mesa; no todos pertenecían a Nancy.

Antes de que el Sol Toque el HorizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora