Recreación a primera persona
Realidad modificada.El sol apenas asomaba por las ventanas del hospital cuando el doctor entró en la habitación; su expresión era una mezcla de profesionalismo y preocupación. Llevaba en la mano un expediente que, por su grosor, indicaba que no traía buenas noticias. Mi tía, sentada a mi lado, apretó mi mano ligeramente mientras nos preparábamos para lo que fuera que él tuviera que decir.
—Ariana —comenzó el doctor con voz firme—, hemos revisado tus análisis y es claro que necesitas una serie de tratamientos y suplementos para combatir la anemia. Tu estado actual no es solo el resultado de una simple falta de hierro, sino que también hay signos de desnutrición y deshidratación severa. Esto no es algo que puedas tomar a la ligera.
Asentí, demasiado agotada para responder verbalmente. Desde que llegué al hospital, había estado sumida en una especie de neblina, sintiendo cada palabra y cada gesto como si estuvieran sucediendo a kilómetros de distancia.
—Te he recetado un suplemento de hierro de alta dosis, vitaminas, y un régimen alimenticio específico que tendrás que seguir estrictamente —continuó, pasando las páginas del expediente—. Además, necesitarás reposo absoluto durante al menos dos semanas y deberás asistir a chequeos regulares para asegurarnos de que estás mejorando.
Cada nueva instrucción caía sobre mí como una losa de granito, una carga más sobre mis ya debilitados hombros. Pero sabía que tenía que seguir adelante, por mucho que me pesara. La mirada del doctor se suavizó un poco cuando se inclinó hacia mí.
—Ariana, entiendo que estás estudiando medicina —dijo con una leve sonrisa—. Como futura médica, debes recordar que tu salud es tan importante como la de cualquier paciente. No puedes ayudar a otros si no te cuidas a ti misma primero.
Esas palabras me llegaron profundamente. Sabía que tenía razón, pero también sabía que era más fácil decirlo que hacerlo. Estaba acostumbrada a poner las necesidades de los demás por encima de las mías, y este momento de vulnerabilidad me hacía sentir incómoda y expuesta. Mi tía, que había estado en silencio hasta ahora, se aclaró la garganta, visiblemente preocupada.
—¿Y cuánto costará todo esto? —preguntó, no solo refiriéndose a los medicamentos, sino también a la hospitalización y los futuros tratamientos. Sabía que mi tía no era una persona de muchos recursos, y mi situación estaba añadiendo una carga económica que nunca había previsto.
El doctor le entregó un sobre con la factura estimada y pude ver cómo su expresión se tensaba al leerla. Apreté sus manos, tratando de ofrecerle un consuelo que ni siquiera yo sentía. Sabía que esto sería un golpe duro para nuestra familia.
—Lo bueno es que tu seguro cubre la mitad de los costos —dijo el doctor, como si eso fuera un alivio considerable—. Aún así, queda un monto significativo que deberá ser cubierto por ustedes.
Mi tía asintió lentamente, tratando de procesar la información. En ese momento, James, que había estado observando todo desde una esquina de la habitación, se acercó y tomó la factura de las manos de mi tía, revisándola con detenimiento.
—No se preocupen por eso —dijo finalmente, levantando la vista para mirarnos a ambas—. Yo me encargaré de la otra mitad…
Sentí cómo un nudo se formaba en mi estómago. La idea de que James pagara por mis gastos médicos me incomodaba profundamente, no por el hecho en sí, sino por lo que podría significar. Lo miré, negando con la cabeza, intentando mostrar mi agradecimiento, pero también mi rechazo.
El silencio en la habitación del hospital era tan denso que parecía casi tangible. Era interrumpido solo por el sonido ocasional de las máquinas monitoreando mis signos vitales. James estaba sentado a mi lado, sosteniendo mi mano con una delicadeza que contrastaba con la firmeza de su presencia. Había insistido en quedarse conmigo desde que llegamos, y aunque me tranquilizaba tenerlo cerca, no podía ignorar el peso de la situación.
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Antes de que el Sol Toque el Horizonte
Teen FictionCiclos Astrales #1 Ella vivió un primer amor que parecía perfecto, pero pronto descubrió que estaba construido sobre mentiras. Este amor, que la llevó a aceptar estudiar medicina en lugar de seguir su verdadera pasión por la escritura, se desmoronó...