Capítulo 25

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Recreación a primera persona
Realidad modificada.

La tarde comenzó tranquila. La ansiedad que me había acompañado durante todo el día se disipó en parte al verme rodeada por James y su grupo de amigos. Era una tarde fresca en la ciudad, y nos habíamos reunido en una terraza con vistas al parque central. Las mesas estaban repletas de gente disfrutando del clima, y el ambiente se llenaba de risas y charlas despreocupadas.

James, siempre tan atento, me presentó a todos sus amigos, asegurándose de que me sintiera cómoda. Entre las presentaciones, conocí a Alexander, un chico que irradiaba energía positiva y tenía una facilidad increíble para hacer reír a los demás. Tenía el cabello despeinado y una sonrisa que parecía permanente en su rostro.

—Hola, Alexander—dije, correspondiendo a su sonrisa mientras nos estrechábamos las manos.

—Así que tú eres Ariana, la chica que finalmente logró que James se dejara atrapar —bromeó Alexander, guiñándome un ojo.

—¡Oye, no es así! —protestó James, riendo. —Solo estaba esperando a la persona correcta, ¿es tan difícil de entender?

—Claro, claro—contestó Alexander con un tono burlón, dando una palmadita en el hombro de James. — Solo estaba tratando de suavizar tu imagen de rompecorazones.

Nos reímos todos y, por un momento, me permití relajarme. Las conversaciones fluyeron con facilidad, tocando temas triviales y recuerdos graciosos de la época escolar. Descubrí que James era una broma recurrente del grupo, pero siempre de una manera afectuosa.

—¿Recuerdan cuando James intentó impresionar a esa chica en la clase de química? —soltó uno de los amigos de James, riéndose.

—Oh, Dios—dijo Alexander, ahogando una carcajada. —¿Hablas de la vez que casi incendió el laboratorio? Nunca vi a nadie correr tan rápido en mi vida.

—¡Eso fue un accidente!—protestó James, rojo de la risa y la vergüenza. — No era mi intención que el experimento explotara... y además, ella se impresionó, solo que no de la manera que esperaba.

—¿No terminó dándote una bofetada en lugar de su número? —agregó otro amigo, riendo tanto que casi derramó su bebida.

—¡Lo peor es que sí! —dijo James, sacudiendo la cabeza con resignación. —Mis habilidades para ligar eran un desastre en ese entonces.

Me uní a las risas, sintiendo que por fin estaba comenzando a encajar en este grupo de amigos tan unidos. La tarde continuó entre bromas y anécdotas, y me encontré conversando cada vez más con Alexander, quien resultó ser una compañía encantadora.

—Así que, Ariana, cuéntame, ¿cómo te ha estado tratando la vida?—preguntó Alexander mientras compartíamos unas papas fritas.

—Ha sido una montaña rusa —respondí con una sonrisa, aunque una parte de mí todavía estaba atrapada en el torbellino de los mensajes anónimos. — Pero ahora las cosas están mejorando.

—Me alegro de escuchar eso —dijo, asintiendo. —Sabes, mi novia y yo hemos pasado por nuestras propias tormentas, pero siempre logramos salir adelante.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos? —pregunté, curiosa.

—Unos meses ya —respondió Alexander, su tono volviéndose un poco más serio. —No ha sido fácil, pero hemos aprendido mucho el uno del otro.

Me sorprendió lo fácil que era hablar con él. Alexander tenía una manera natural de hacer que te sintieras cómodo, como si pudieras confiar en él sin reservas.

—¿Y tú?—preguntó, inclinándose un poco hacia mí, como si lo que estuviera a punto de decir fuera confidencial. — ¿Cómo es que terminaste con alguien como James? Porque, sinceramente, todos creíamos que iba a terminar solo y con veinte gatos.

Antes de que el Sol Toque el HorizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora