Capítulo 23

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Recreación a primera persona
Realidad modificada.

La llamada con Estela fue un respiro necesario después de una semana que había sido un torbellino de emociones. Desde el día en que James me pidió ser su novia, las cosas habían cambiado de una manera que no había anticipado. Me sentía más ligera, casi como si hubiera dejado atrás una parte oscura de mí misma, aunque sabía que no era tan sencillo.

—No puedo creer que ya hayan pasado unos días desde que James te lo pidió y me vengas a decir hasta ahora— dijo Estela al otro lado de la línea, su voz cargada de una alegría que se reflejaba en la mía.

—Lo sé, perdón— respondí, sonriendo sin poder evitarlo. —Ese día fue perfecto. Caminamos por la playa hasta que el sol se escondió, y cuando me lo pidió... todo se sintió tan natural, tan correcto.

Estela rió suavemente. —Suena como un cuento de hadas, Ari. Te lo mereces después de todo lo que pasaste con Ricardo.

—Gracias— murmuré, y aunque no quería pensar en Ricardo, sabía que era inevitable. —James es diferente. Me hace sentir segura, como si no tuviera que preocuparme por lo que podría salir mal.

—Eso es porque no hay nada de qué preocuparse— aseguró Estela. —Él te quiere, Ari, y tú también a él. Eso es lo único que importa.

Suspiré aliviada por sus palabras. Estela siempre había sido la voz de la razón en mi vida, y tener su apoyo significaba el mundo para mí.

—Por cierto— cambié de tema, un poco nerviosa por lo que venía. —Hoy tengo una fiesta con algunos amigos de la secundaria. Quieren celebrar que finalmente he superado a Ricardo y que... bueno, tengo mi primer novio oficial.

—¡Eso es genial!— exclamó Estela, entusiasmada. —Te vendrá bien un poco de diversión con viejos amigos. Aunque espero que no te hagan beber, ya sabes cómo te pones cuando lo haces.

Reí, recordando el incidente del pasado al que Estela se refería. —Lo sé, lo sé. No quiero repetir esa experiencia. Ya me aseguré de que habrá otras opciones para mí.

—Perfecto. Diviértete mucho y cuídate. Llámame si necesitas algo.

—Lo haré— respondí, sintiendo una calidez en mi pecho por su preocupación.

Después de colgar, comencé a prepararme para la fiesta. Me miré en el espejo y no pude evitar sonreír. Aunque había sido una semana intensa, me sentía más fuerte, más segura de mí misma. Me puse un vestido sencillo pero bonito, lo suficientemente cómodo para pasar la noche sin preocupaciones.

Llegué a la casa de Dylan, donde la fiesta ya estaba en pleno apogeo. Al entrar, fui recibida con abrazos y felicitaciones de mis amigos más cercanos. La música resonaba en las paredes, creando una atmósfera vibrante y animada. Todos estaban ahí: Arabella, Dylan, Leo, y algunos otros con los que había compartido tantas cosas en la secundaria.

—¡Ariana!— gritó Leo desde el otro lado de la sala, levantando su vaso en un gesto de saludo. —¡Ven aquí, tenemos que brindar por ti!

Me acerqué, riendo mientras él me ofrecía un vaso. —Sabes que no bebo— le recordé, pero él solo sonrió.

—Lo sé, pero hoy es una ocasión especial. ¡Un brindis no te matará!

Negué con la cabeza, manteniéndome firme. —No, gracias. Aún recuerdo la última vez.

Leo estalló en carcajadas, llamando la atención de los demás. —¡Oh, claro que sí! ¡Esa fue una noche inolvidable! No sabía que alguien podía volverse tan... dramático solo con un par de copas.

Antes de que el Sol Toque el HorizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora