Capítulo 28

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Recreación a primera persona
Realidad modificada.

El amanecer pintaba el cielo de tonos rosados y naranjas, mientras James y yo recorríamos las calles de la ciudad en su coche, la radio susurrando una melodía suave que nos acompañaba. Era un día fresco, perfecto para una salida en pareja, y después de los acontecimientos recientes, necesitaba desesperadamente algo de normalidad. James, aunque aún distante, había aceptado mi propuesta de pasar el día juntos para relajarnos y dejar atrás la tensión que había amenazado con destruir lo que teníamos.

—¿Tienes algo en mente para hoy? —preguntó James mientras giraba el volante, llevándonos hacia el centro de la ciudad.

—No del todo. Pensé que podríamos simplemente dejarnos llevar —respondí, con una sonrisa esperanzada—. Ver a dónde nos lleva el día.

Él asintió, y aunque su sonrisa era tenue, al menos estaba presente. Decidí que ese era un buen comienzo.

Nuestra primera parada fue en una pequeña librería que ambos adorábamos. Pasamos una buena parte de la mañana allí, explorando las estanterías abarrotadas de libros antiguos y nuevos. James encontró una edición rara de uno de sus autores favoritos y, por un momento, pude ver en sus ojos el mismo entusiasmo que me había enamorado de él en primer lugar.

—Este libro es una joya —dijo, mostrando su hallazgo—. Lo he estado buscando durante años.

—Entonces definitivamente deberías llevarlo —respondí, tratando de mantener el tono ligero.

Salimos de la librería con nuestras manos entrelazadas y un par de libros en una bolsa de papel. Decidimos caminar hasta un pequeño café que quedaba cerca, uno de esos lugares con mesas al aire libre y una atmósfera acogedora. Mientras tomábamos nuestro café, hablamos de todo y de nada a la vez. El sol de la tarde comenzó a calentar, y por un rato, casi me olvidé de la nube que pendía sobre nosotros.

Pero como en las películas donde la calma precede a la tormenta, sentí una vibración en mi bolsillo. Mi corazón dio un vuelco. Discretamente, saqué mi celular y vi una notificación. Al ver que era un mensaje, mis dedos se congelaron en la pantalla, y mis pensamientos comenzaron a correr. ¿Era otra vez esa persona que me había estado acosando con fotos y videos? La inquietud me invadió, y sin pensar, guardé el teléfono rápidamente en mi bolso antes de que James pudiera notar algo.

—¿Todo bien? —preguntó, levantando la mirada de su café.

—Sí, todo bien —mentí, intentando sonar casual.

James frunció el ceño ligeramente, como si no estuviera del todo convencido. Pude ver la desconfianza en sus ojos, y me odié a mí misma por crear esa brecha entre nosotros. Quise decirle la verdad, mostrarle el mensaje, pero el miedo de que fuera otro chantaje me paralizó. Sin embargo, sabía que no podía seguir ocultando cosas, no si quería salvar nuestra relación.

Respiré hondo y tomé una decisión.

—En realidad... recibí un mensaje hace un momento —dije, sacando el teléfono nuevamente.

James me miró con intensidad, pero esperó pacientemente mientras desbloqueaba el móvil. Cuando finalmente abrí el mensaje, sentí que una ola de alivio me invadía. No era un chantaje ni nada relacionado con Ricardo. Era Estela, simplemente preguntando si la estaba pasando bien.

—Es de Estela —dije, mostrándole el mensaje a James.

Él soltó un suspiro aliviado, aunque la tensión en sus hombros no desapareció por completo. Estaba claro que todavía tenía dudas, pero al menos por ahora, parecía más relajado.

Antes de que el Sol Toque el HorizonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora