8.2 George Russell

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El Gran Premio estaba en pleno apogeo, y el ambiente en el circuito era electrizante. La carrera había estado llena de emoción, pero para George Russell, la verdadera batalla estaba ocurriendo en el paddock. Dana, como había prometido, estaba allí con Tom Holland. George había llegado temprano para prepararse para la carrera, pero su mente estaba en otro lugar, centrada en Dana.

George intentó acercarse a Dana durante un breve descanso, pero se encontró con Lewis Hamilton en el camino. Lewis, con su usual autoridad, se interpuso entre ellos.

—No es el momento, George —dijo Lewis con firmeza—. Dana está aquí para disfrutar del evento, no para lidiar con viejos problemas. Déjala en paz.

George, frustrado pero sabiendo que Lewis estaba allí para proteger a Dana, dio un paso atrás. Sin embargo, mientras observaba desde una distancia, su frustración creció al ver cómo Tom parecía replicar el mismo comportamiento que había mostrado durante la premiere. Tom se estaba mostrando distante y evasivo, hablando en tono condescendiente cuando Dana intentaba acercarse a él. Aunque no era una conversación audible desde donde estaba George, los gestos y la postura de Dana decían más que mil palabras.

En un momento, Tom hizo un comentario sarcástico que claramente afectó a Dana. Ella intentó mantener la compostura, pero sus ojos se llenaron de lágrimas y su expresión se volvió dolorosa. George no pudo quedarse callado. El ver el dolor en el rostro de Dana lo hizo reaccionar con intensidad.

George se acercó a Tom, la tensión palpable en el aire.

—¡Tom! —exclamó George, su voz cargada de ira—. ¿No ves lo que estás haciendo? Deberías aprender de los errores que cometí con Dana. Nunca dejarás de arrepentirte de cómo la has tratado, y créeme, te costará mucho más que una simple discusión.

Tom se giró, la sorpresa y la indignación en su rostro.

—¿Y tú quién te crees para venir aquí y darme lecciones? —gritó Tom—. No te metas en mi relación, George. Tú perdiste a Dana porque no supiste apreciarla, no me hagas responsable de tus errores.

La discusión entre George y Tom se intensificó rápidamente, y el ruido atrajo la atención de los medios. Las cámaras y los micrófonos se giraron hacia ellos, capturando cada palabra y cada gesto. La tensión era tan alta que los periodistas y el personal del circuito empezaron a formar un círculo alrededor de la escena.

Dana, abrumada por el caos y las palabras hirientes, comenzó a tener problemas para respirar. Su ansiedad se estaba apoderando de ella, y Lewis, al ver la situación deteriorarse, decidió intervenir. Tom y George estaban tan enfocados en su pelea que no se dieron cuenta de lo que estaba pasando con Dana hasta que la vieron tambalearse y apoyarse contra un muro.

—¡Basta! —gritó Lewis, su tono autoritario cortando la discusión—. Esto está haciendo daño a Dana. Todos adentro, ahora.

Lewis se dirigió hacia el equipo de Mercedes, abriendo las puertas del garaje y llamando a varios miembros del equipo para que ayudaran. Con rapidez y decisión, llevó a Dana adentro del garaje, lejos de las cámaras y del bullicio. Un par de médicos del equipo se acercaron para ayudarla a calmarse y asegurarse de que estuviera bien.

Mientras tanto, George y Tom se quedaron en el paddock, mirando hacia el garaje con un resentimiento palpable. Sus miradas eran hostiles, y la tensión entre ellos no había disminuido en lo más mínimo. A pesar de que estaban rodeados por la multitud y los periodistas, el conflicto entre ellos seguía siendo lo más importante para ambos.

George, con las manos temblorosas, se volvió hacia Tom, su rostro una mezcla de frustración y arrepentimiento.

—Lo siento por cómo actué, Tom. No era el momento ni el lugar para esto.

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