7.2 Charles Leclerc

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Ella entró al ascensor, sin notar de inmediato quién había sido su salvador. Pero cuando levantó la vista y sus ojos se encontraron, ambos quedaron congelados en el tiempo. Tres años de silencio y distancia parecieron esfumarse en un instante, pero al mismo tiempo, la brecha entre ellos se sintió abismal.

—Hola —dijo Charles, casi en un susurro, su voz temblorosa y cargada de emociones reprimidas.

—Hola —respondió Cloe, con una sonrisa tímida, como si fuera la primera vez que se encontraban.

El ascensor comenzó a moverse, sumiéndolos en un incómodo silencio. Ambos querían decir algo, pero ninguna palabra parecía suficiente o adecuada para romper la barrera invisible que se había formado entre ellos.

Charles abrió la boca para intentar decir algo, pero antes de que pudiera hacerlo, el ascensor se detuvo abruptamente, sacudiéndolos ligeramente. Las luces parpadearon, y el ascensor quedó inmóvil.

—¿Qué...? —comenzó a decir Cloe, confundida.

Charles rápidamente presionó el botón de emergencia, y después de unos segundos, una voz desde la recepción respondió.

—Estamos conscientes de la situación. Hemos enviado un técnico, pero podría tardar un poco en solucionar el problema. Les pedimos que mantengan la calma.

Charles miró a Cloe, que lo observaba con una mezcla de sorpresa y nerviosismo. Ambos se dieron cuenta de la ironía de la situación: atrapados juntos en un ascensor, después de tanto tiempo, sin otra opción que hablar.

—Parece que el destino tiene un sentido del humor extraño —dijo Charles, tratando de aligerar el ambiente con una pequeña sonrisa.

Cloe asintió, todavía asimilando el hecho de que estaba encerrada con Charles Leclerc, el hombre que había sido su mundo y que luego había desaparecido de su vida sin explicación.

—Sí... parece que sí —respondió, intentando mantener la compostura.

El silencio volvió a caer sobre ellos, pero esta vez, era un silencio lleno de preguntas no dichas, de recuerdos que ambos intentaban ignorar, pero que eran imposibles de olvidar.

Finalmente, Charles rompió el silencio, su voz baja pero firme.

—Cloe, sé que han pasado tres años, pero... hay cosas que nunca dije, cosas que deberían haber sido diferentes.

Cloe lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones. Sabía que este momento llegaría eventualmente, pero no esperaba que fuera así.

—Charles... yo también tengo cosas que decir, pero no sé si este es el mejor momento.

—Quizás es el único momento que nos da la vida —dijo él, con un ligero encogimiento de hombros—. No podemos seguir ignorando lo que pasó. Estamos aquí, atrapados, y tal vez es una señal de que debemos enfrentar lo que dejamos atrás.

Cloe lo miró fijamente, sintiendo que el peso de esos tres años de silencio y distanciamiento finalmente estaba cayendo sobre ellos. Sabía que tenía razón, pero también sabía que sería doloroso. Aun así, tomó una respiración profunda, preparándose para abrir su corazón, igual que él.

—Tienes razón, Charles. No podemos seguir ignorando esto.

Ambos sabían que las siguientes palabras que se dijeran podrían cambiarlo todo, para bien o para mal.

Charles respiró hondo, sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho. Sabía que este era el momento, que tenía que decirle a Cloe todo lo que había guardado durante esos tres largos años.

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