22.1 George Russell

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George Russell estaba en su habitación de hotel, ajustándose el cuello de su camisa, cuando su teléfono vibró con un mensaje de su representante. Sin prestarle demasiada atención, lo abrió mientras terminaba de abrocharse los gemelos. Sin embargo, al leer las palabras en la pantalla, todo en su interior se detuvo:

"Jaz estará en la gala de esta noche. Solo para que lo sepas."

Jaz.

El nombre que no había dicho en voz alta en años, pero que siempre había estado en el fondo de su mente. Su primer amor. La chica a la que había dejado atrás cuando su carrera en la Fórmula 1 despegó, por orden de su representante y las exigencias del mundo del automovilismo. En su momento, le habían asegurado que concentrarse solo en su carrera era lo mejor. "Las distracciones son peligrosas", le decían. Así que, para su propio "bien", la había dejado.

Y ahora, todos esos sentimientos que creía enterrados, todas las emociones que había intentado ignorar, volvían de golpe. George sintió un nudo en el estómago. No era solo que se arrepintiera de haberla dejado. Era que, desde entonces, nunca había sentido por nadie lo que había sentido por ella.

Al llegar a la gala, la tensión en su cuerpo creció. Los reflectores, las cámaras, las risas y las conversaciones en voz baja llenaban el ambiente, pero George apenas podía concentrarse. Su mente estaba en Jaz. ¿Cómo estaría? ¿Habría cambiado? ¿Lo recordaría con cariño o resentimiento?

Y entonces la vio.

Jaz estaba de pie al otro lado del salón, conversando con algunas personas. Llevaba un vestido elegante, pero su porte, la forma en que se movía, su sonrisa... todo en ella seguía siendo tan cautivador como lo recordaba. Pero había algo más: una confianza, una seguridad en sí misma que no había visto antes. Había cambiado, sí, pero de una manera que solo la hacía más impresionante.

George la observó por unos momentos, sin saber cómo acercarse. La última vez que la vio, fue cuando rompió su corazón. Ahora ella era una mujer exitosa, mucho más allá de su mundo. Reuniendo el coraje, cruzó el salón y se acercó lentamente.

—Jaz —dijo suavemente, cuando llegó a su lado.

Ella se giró, y al verlo, sus ojos se abrieron levemente con sorpresa. Pero rápidamente, esa sorpresa fue reemplazada por una expresión más reservada.

—George —respondió con voz tranquila.

El corazón de George latía con fuerza. No sabía qué decir exactamente, pero las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerse.

—No esperaba verte aquí... bueno, no esperaba verte nunca más, para ser honesto —dijo, nervioso—. ¿Cómo has estado?

Jaz lo miró con una mezcla de nostalgia y cautela. Habían pasado años, pero el dolor no había desaparecido por completo.

—He estado bien —respondió, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Supongo que he seguido adelante... algo que, por lo visto, tú también has hecho.

La frialdad de su respuesta lo golpeó. George intentó no dejar que eso lo desanimara, pero sabía que tenía mucho que explicar.

—Jaz, yo... —comenzó, pero las palabras se le atascaron en la garganta—. Nunca debí dejarte. Todos los días me arrepiento de esa decisión. Creí que era lo mejor para mi carrera, pero me di cuenta demasiado tarde que lo peor que pude haber hecho fue alejarme de ti.

Jaz lo miró por unos segundos, evaluándolo. Antes de que pudiera responder, alguien más apareció a su lado. Un hombre alto, de cabello oscuro y porte elegante, que puso su brazo suavemente alrededor de la cintura de Jaz.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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