Josh, sin percatarse del cambio en el ambiente, seguía sonriendo, seguro de sí mismo. Montse, por su parte, sabía que en circunstancias normales, Carlos nunca permitiría que aceptara tal invitación. Pero hoy no estaba allí para intervenir, y ella, cansada de la constante vigilancia de su hermano y de los comentarios irritantes de Oscar, decidió que no tenía nada que perder.
—Me parece bien —dijo Montse, sonriendo ampliamente—. ¿A qué hora?
La cara de Josh se iluminó aún más—. Después de las prácticas, a las ocho. Te paso a buscar.
Oscar apretó los labios, y aunque no dijo nada, Montse notó cómo evitaba mirarla. Lando, por su parte, no pudo contenerse y empezó a reír abiertamente.
—Esto va a ser interesante —murmuró entre dientes, lo suficientemente alto como para que Oscar lo escuchara.
Oscar se levantó abruptamente de la mesa, fingiendo que tenía algo que hacer.
—Tengo que prepararme para mañana, nos vemos después —dijo, pero el tono de su voz revelaba su molestia. Se alejó sin despedirse adecuadamente de Montse, algo que, irónicamente, no había hecho antes.
Cuando Oscar se fue, Josh volvió a sonreírle a Montse—. Entonces, ¿te parece bien a las ocho? —preguntó de nuevo, aunque ya sabía la respuesta.
—Perfecto —dijo Montse, ignorando los murmullos de Lando que claramente estaba disfrutando el caos que se avecinaba.
Sin embargo, a medida que la noche avanzaba y Montse se preparaba para despedirse, no pudo evitar preguntarse qué era exactamente lo que había causado esa reacción en Oscar. Claro, siempre había sido molesto y arrogante, pero ¿por qué le importaba tanto que ella aceptara salir con alguien más?, pensó mientras se retiraba.
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El segundo día en Silverstone no empezó bien para Oscar Piastri. Desde que llegó al paddock, algo parecía fuera de lugar. Estaba irritable, distante, y eso afectó tanto su desempeño dentro de la pista como fuera de ella. Durante la primera práctica libre, estuvo a punto de estrellarse en varias ocasiones, algo muy poco habitual para él. Ponchó uno de los neumáticos y, para colmo, terminó la sesión con un trompo que lo dejó atorado en la grava. Tuvieron que sacarlo de allí, algo que lo hizo sentir aún más frustrado.
Pero lo peor no ocurrió en la pista. Su actitud negativa se había extendido más allá del auto. Se había peleado casi sin razón con uno de sus mecánicos, gritándole por un malentendido menor sobre los neumáticos para después disculparse por su actitud. Le había respondido de mala manera a Lando en más de una ocasión, algo que su compañero notó de inmediato, aunque intentaba no tomárselo tan a pecho.
Lando, que ya conocía bien a Oscar, notaba que algo lo tenía en ese estado, pero no lograba averiguar qué. A media mañana, mientras estaban en una reunión del equipo, Oscar soltó varios comentarios sarcásticos sobre Josh, el amigo de Lando que había invitado a Montse a salir, y estuvo a punto de decir algo insolente a Zak Brown, el jefe del equipo. Para la hora de la comida, Lando había tenido suficiente.
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En una esquina más privada del hospitality de McLaren, Lando, decidido a hacer algo, se acercó a Oscar con Carlos Sainz y otros pilotos que también notaban la actitud del australiano. Carlos estaba más relajado de lo normal, pero igual quería entender qué estaba ocurriendo. Después de un par de bromas incómodas y varios comentarios para romper el hielo, Lando tomó la iniciativa.
—Oye, Oscar, no puedes seguir así —dijo Lando con tono serio—. Algo te tiene de mal humor, y no me digas que es por la pista porque todos hemos tenido días malos. ¿Qué te pasa?
Oscar bufó, cruzándose de brazos.
—No es nada. Estoy bien —respondió con frialdad.
Carlos intervino, notando la tensión—. No parece que estés bien. No es normal que te pelees con todos por nada, y menos que casi te estampes en la pista. Esto es serio.
Oscar miró a Carlos con los ojos entrecerrados. No quería hablar, no quería admitir lo que realmente lo estaba molestando. Pero la presión de Lando y Carlos comenzó a hacer mella en él.
—¿De verdad crees que es la pista lo que me tiene así? —espetó Oscar, mirando directamente a Carlos, con una chispa de resentimiento en los ojos—. Si tanto te importa proteger a tu hermanita, ¿cómo es que estás tan tranquilo presionándome a mí, en lugar de estar preocupado por ella? ¿Sabías que va a salir con Josh? —El nombre de Josh salió de su boca con un tono de desprecio apenas disimulado.
Carlos frunció el ceño, sorprendido por la agresividad de Oscar.
—Claro que lo sé —respondió con calma—. De hecho, Josh vino a hablar conmigo a primera hora. Me pidió que me sintiera tranquilo, porque iba a cuidar de Montse y quería que yo estuviera de acuerdo con que salieran. Me pareció bien después de pasarlo por mi filtro. Josh es un buen tipo.
Esas palabras solo parecieron echar más leña al fuego en el interior de Oscar. Apretó los puños, incapaz de controlar el enojo que sentía. ¿Cómo podía Carlos estar tan tranquilo con esa situación? Josh había pasado "su filtro" mientras él, Oscar, apenas lograba ocultar su frustración y celos por todo lo que estaba ocurriendo. Sin decir una palabra más, se levantó bruscamente y se fue, dejando a Lando y Carlos intercambiando miradas de sorpresa.
Lando levantó una ceja, observando la furia mal contenida de Oscar mientras se alejaba.
—Bueno, creo que ya sabemos qué lo tiene así —dijo Lando, con una sonrisa entre divertida y comprensiva.
Carlos asintió, todavía confundido por la intensidad de la reacción de Piastri—. ¿Qué demonios tiene Oscar con todo esto? ¿Por qué le importa tanto?
Lando lo miró de reojo, sabiendo que Carlos, a veces, podía ser demasiado protector para ver lo que pasaba frente a sus ojos.
—Carlos, creo que te has perdido algo importante. No es que le importe que sea Josh. Es que le importa que sea Montse.
Carlos parpadeó, procesando lo que Lando acababa de decir.
—¿Estás diciendo que Oscar...? —Carlos dejó la frase colgada en el aire, finalmente entendiendo las piezas del rompecabezas que había pasado por alto todo este tiempo.
—Exacto —dijo Lando, sonriendo ampliamente—. No lo va a admitir, pero Oscar ha estado coladísimo por tu hermana desde que la conoció. Y ahora que otro tipo está interesado en ella, no sabe qué hacer con todos esos celos.
Carlos se quedó en silencio por un momento, intentando procesar la situación. Nunca había pensado en Oscar como alguien que pudiera interesarse en Montse, y mucho menos que estuviera tan afectado por la idea de que ella saliera con alguien más. Pero ahora que Lando lo mencionaba, los signos estaban claros. La manera en que Oscar siempre parecía estar cerca de Montse, su constante irritación cuando Josh la miraba o le hablaba... todo tenía sentido.
—Bueno —dijo Carlos finalmente—, si realmente está interesado, tendrá que hacer algo mejor que comportarse como un crío.