Suri y Charles Leclerc habían estado juntos durante años, y su relación siempre había sido fuerte. Se entendían a un nivel profundo, compartiendo no solo el amor, sino también los desafíos de la vida y el mundo del automovilismo. Sin embargo, últimamente, Charles había comenzado a actuar de manera extraña.
Todo empezó de forma sutil. Charles parecía ponerse nervioso cada vez que Suri entraba en una habitación. Ya no era ese nerviosismo dulce que tenía cuando comenzaron a salir, sino algo diferente, casi incómodo. Los amigos de Charles también comenzaron a comportarse de manera rara. Si ella se acercaba cuando estaban todos juntos, el grupo se callaba de repente, o cambiaban de tema de manera forzada. Incluso Lando Norris, su mejor amigo, parecía evitar quedarse a solas con ella si Charles no estaba presente, buscando cualquier excusa para irse rápidamente.
Suri intentaba no darle mucha importancia, pero su intuición le decía que algo andaba mal. Lo que más la inquietaba era la manera en que Charles guardaba su teléfono cuando ella se acercaba. En el pasado, no habían tenido secretos entre ellos, pero ahora él bloqueaba la pantalla y lo guardaba rápidamente, como si ocultara algo.
El punto de quiebre para Suri llegó cuando Charles comenzó a llegar con regalos sin motivo aparente. Joyas, flores, chocolates, todo sin razón. Aunque cualquier otra persona lo habría visto como un gesto dulce, para Suri era un mal presagio. Recordaba con dolor el patrón que había visto en su padre cuando engañó a su madre. Charles conocía esa historia, y sabía cuánto había herido a Suri.
Las inseguridades que Suri había luchado tanto por superar comenzaron a resurgir. Su mente comenzó a crear historias sobre lo que Charles podría estar ocultando. ¿Estaba viendo a alguien más? ¿Había dejado de amarla y no sabía cómo decírselo? Cada gesto, cada palabra no dicha, solo alimentaba sus temores.
Suri decidió que no podía seguir así, permitiendo que sus inseguridades la consumieran. Necesitaba respuestas, y las necesitaba de Charles, el hombre al que había amado durante tanto tiempo.
Suri estaba decidida a llegar al fondo de lo que estaba sucediendo. Sabía que Lando Norris, su mejor amigo, le diría la verdad, así que fue a enfrentarlo. Sin embargo, en lugar de recibir respuestas, Lando comenzó a comportarse de manera extraña. Estaba visiblemente nervioso, evitaba mirarla a los ojos, y buscaba cualquier excusa para irse. Suri intentó ser directa, pero cuando le preguntó si Charles la estaba engañando, Lando ni siquiera la escuchó, saliendo corriendo con el pretexto de tener que llegar a su garaje a tiempo para la clasificación. Pero aún faltaba bastante para la quali.
Suri se quedó allí, con el corazón en un puño, sintiendo que las paredes se cerraban a su alrededor. Si incluso Lando, a quien ella consideraba su confidente, estaba actuando así, algo realmente malo debía estar pasando. Sus dudas se intensificaron, y comenzó a pensar en todas las señales que había ignorado o pasado por alto. Pero la gota que derramó el vaso llegó unos días después.
Charles le había pedido que pusiera música mientras cocinaban juntos, una de sus actividades favoritas como pareja. Sin pensarlo dos veces, Suri se acercó al celular de Charles para reproducir algo, como lo había hecho cientos de veces antes.
Suri intentó desbloquear el teléfono, pero la pantalla le devolvió un frío 'Contraseña incorrecta'. Su corazón dio un vuelco. Intentó de nuevo, con la misma respuesta.
"¿Charles? ¿Cambi...?"
Antes de que pudiera terminar, Charles giró rápidamente y le arrebató el teléfono de las manos. "Oh, olvidé decirte. Cambié la contraseña hace unos días. Eh... por seguridad, ya sabes. ¿Por qué no usas tu teléfono? Este casi no tiene batería," dijo, su voz temblando ligeramente.
Suri se quedó helada, su mirada fija en Charles. "Oh... está bien, no hay problema." Intentó sonreír, pero sabía que algo estaba profundamente mal. No quería sonar paranoica, pero todo indicaba lo que más temía.