George Russell estaba nervioso mientras se preparaba para su próxima cita. Había estado enviando mensajes coquetos durante toda la semana, y ahora, mientras se encontraba en su habitación de hotel, decidió enviar un último mensaje para confirmar los planes de la noche. Sin pensar demasiado, escribió un texto corto pero juguetón, algo que sabía que haría sonreír a la chica con la que saldría. Sin embargo, en su prisa por enviar el mensaje, no se dio cuenta de que lo había enviado al contacto equivocado.
El pitido de confirmación resonó en la habitación, y cuando George miró la pantalla de su teléfono, su corazón se hundió. El mensaje no había ido a la chica con la que iba a salir. Se lo había enviado a Dana, su exnovia.
George: "Espero verte esta noche. Prometo que haré que valga la pena. 😉"
La realidad del error lo golpeó como un mazazo. Dana. Habían terminado hacía más de un año, después de que su relación se desmoronara por culpa de la fama que él había alcanzado al entrar en la Fórmula 1. George había cambiado, y no para bien. Se había dejado llevar por la atención, las luces brillantes, y la adulación constante. Había dejado que el ego se apoderara de él, olvidando lo que realmente importaba: Dana.
Durante su relación, George había cometido muchos errores. Había cancelado planes importantes con ella para asistir a eventos glamorosos, la había ignorado en momentos críticos, y lo peor de todo, había empezado a tratarla como si fuera un accesorio más de su nueva vida, en lugar de la persona que siempre estuvo a su lado, apoyándolo en cada paso de su carrera.
Pero lo que realmente rompió a Dana fue la noche en que George la humilló públicamente al minimizar su relación frente a un grupo de reporteros, diciendo que estaba "demasiado concentrado en su carrera como para preocuparse por el amor". Ella lo había dejado esa misma noche, y aunque él lo lamentó profundamente, nunca tuvo el valor de enfrentarla para pedirle perdón.
Ahora, con el mensaje enviado por error, todo eso volvió a la superficie. George sabía que tenía que hacer algo, tenía que disculparse, aunque fuera por mensaje de texto. Sin pensarlo mucho más, empezó a escribir.
George: "Dana, lo siento. Ese mensaje no era para ti, pero ahora que te lo he enviado... hay algo que necesito decirte. Lamento todo lo que pasó entre nosotros, lamento cómo te traté. Me dejé llevar por la fama y el éxito, y perdí de vista lo que realmente importaba. Tú."
Pasaron unos minutos que parecieron una eternidad. George estaba a punto de dejar el teléfono de lado cuando, para su sorpresa, recibió una respuesta.
Dana: "No esperaba recibir un mensaje tuyo, y menos así. ¿Qué te hizo escribir esto ahora?"
George tragó saliva, sus dedos temblando mientras escribía su respuesta.
George: "Ver tu nombre en la pantalla me recordó todo lo que arruiné. No hay un solo día en que no piense en lo mal que lo hice. La verdad es que nunca supe cómo pedirte perdón."
El silencio que siguió fue desgarrador para George, pero luego el teléfono vibró de nuevo.
Dana: "George, ya ha pasado mucho tiempo. Tú decidiste el camino que querías seguir, y yo tuve que aprender a vivir sin ti."
Sus palabras eran firmes, pero George sintió una grieta en su tono. Se armó de valor y siguió.
George: "Sé que es tarde, pero quiero que sepas que lo siento de verdad. Todo ese tiempo, lo único que importaba era mi carrera, y olvidé que tú eras la razón por la que había llegado tan lejos. Nunca debí haberte dejado ir así."
Esta vez, la respuesta de Dana tardó un poco más en llegar.
Dana: "George, ya no soy la misma persona. He seguido adelante. Estoy con alguien más ahora."