9.3 Max Verstappen

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Checo sonrió levemente y asintió.

—Parece que sí. Y te has estado saboteando todo este tiempo porque no lo habías entendido.

Max dejó escapar un suspiro largo y frustrado. Nunca había sido bueno lidiando con sus emociones, y esto era lo último que esperaba. Ahora sabía que no solo estaba en riesgo de perder a una gran ingeniera, sino también a alguien que había empezado a significar mucho más para él de lo que quería admitir.

—¿Y ahora qué hago? —preguntó Max, sintiéndose más vulnerable de lo que había estado en mucho tiempo.

—Lo primero que tienes que hacer es dejar de pelear con ella. Habla con Katia, sé honesto. Si realmente te importa, no la dejes ir sin luchar.

Max asintió, sabiendo que Checo tenía razón. La idea de ver a Katia irse, posiblemente a los brazos de Lando, era insoportable. No iba a perderla sin pelear. Pero esta vez, la pelea no sería con ella, sino por ella.

El parón de verano estaba en pleno apogeo y Max había decidido organizar una reunión en su casa de playa para los pilotos y algunos amigos cercanos. La idea era disfrutar de un tiempo juntos lejos de las presiones del campeonato. Sin embargo, Max no había contado con el efecto que tendría la presencia de Katia en el evento.

Lando Norris llegó con Katia de la mano, ambos luciendo casuales y relajados. La sonrisa en el rostro de Katia era radiante, y Max sintió cómo sus celos se intensificaban al verla tan cercana a Lando. La forma en que se reían juntos, la complicidad en sus gestos... Todo parecía una burla a sus sentimientos reprimidos.

Max, decidido a ocultar sus verdaderos sentimientos detrás de una fachada de indiferencia, se mostró grosero con Norris durante toda la reunión. Cada comentario que Lando hacía, cada gesto amistoso, era respondido por Max con sarcasmo y frialdad. Al principio, los demás pensaron que era parte del carácter competitivo de Max, pero a medida que la noche avanzaba, su comportamiento se volvió cada vez más evidente.

A medida que la noche se desarrollaba, Max comenzó a beber más de la cuenta. El alcohol le permitió bajar las barreras que había estado construyendo y, sin darse cuenta, empezó a perder el control. Se tambaleaba y su tono de voz se volvió más áspero. Katia y Lando lo miraban desde un rincón de la terraza, notando el comportamiento errático de Max.

Al final de la noche, cuando la fiesta estaba en su punto más alto y los invitados estaban dispersos por la casa, Max, ya bastante tomado, se dirigió hacia Lando. Su visión estaba borrosa y sus palabras salían atropelladas.

—¡Oye, Norris! —gritó Max, llamando la atención de todos en la habitación—. ¿Qué se supone que estás haciendo con Katia?

Lando, visiblemente sorprendido y confundido, se volvió hacia Max con una ceja levantada.

—¿Perdón? —preguntó Lando, sin entender a qué se refería Max.

Max, sin controlar lo que decía, avanzó hacia él con el rostro enrojecido.

—¡Lo que te estoy diciendo es que te mantengas alejado de ella! —exclamó Max, el alcohol claramente afectando su juicio—. No sé qué estás haciendo, pero no me gusta.

Lando frunció el ceño, intentando procesar las palabras de Max. La tensión en la habitación aumentó, y varios de los presentes comenzaron a prestar atención.

—¿De qué hablas? —dijo Lando, tratando de mantenerse calmado—. Siempre hemos sido amigos. ¿Qué problema tienes?

Max, en medio de su confusión, dejó escapar un suspiro exasperado.

—¡No te hagas el tonto! ¡Sé que estás saliendo con ella! —gritó Max, el tono de su voz lleno de enojo—. Katia es la chica que me gusta y no puedo soportar verte con ella.

One Shots F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora