𝕰𝖓𝖉𝖆𝖓𝖌𝖊𝖗𝖊𝖉 𝕿𝖍𝖎𝖓𝖌 ᵀᵒᵐᵃʳʳʸ

Capitulo 38

"Shhh... estás bien", susurró una voz tranquilizadora a través de la bruma de dolor y náuseas.

Draco flotaba en el delicado espacio entre la conciencia y la oscuridad, su cabeza latía con fuerza pero acunaba algo suave: el regazo de alguien, se dio cuenta mientras suaves dedos pasaban por su cabello. Normalmente se habría quejado de despeinarse, pero era una sensación reconfortante que le hacía pensar en su infancia, cuando su madre lo consolaba. Estuvo a punto de sucumbir a la tentación de volver a dormirse, pero la voz lo ató a la realidad, acompañada de un dolor punzante que le recorría la muñeca derecha.

Con una brusquedad que ignoró el dolor y las amenazantes oleadas de náuseas, Draco se sentó derecho y se retorció, sus ojos fijos en su primo. -Estás vivo -soltó, el alivio y el dolor causaron un tono crudo en sus palabras mientras escapaban de su garganta-. La apariencia de Harry estaba lejos de ser buena; Su primo estaba cubierto de tierra, evidencia de numerosas caídas a través del bosque. Su piel era inquietantemente pálida, y de hecho parecía frío, sin embargo, el hecho de que estuviera vivo era casi lo suficientemente abrumador como para enviar a Draco a lágrimas de alivio.

Los ojos de Draco rápidamente captaron su entorno. Estaban en una pequeña cueva, pero afortunadamente estaba vacía de nadie más que él y Harry. Ni siquiera parecía haber nadie que se molestara en vigilar la entrada. "¿Lo hiciste... ¿Lo hicieron? Cuestionó Draco, con la voz tensa por la incredulidad y la ira mientras miraba a Harry. Extendió la mano tentativamente hacia la cara magullada y el labio partido de Harry, la evidencia de un brutal asalto descarnado contra la piel de Harry. Estaba claro para él que alguien grande había golpeado a su pequeño primo con una fuerza poderosa.

esquivando el toque de Draco antes de extender la mano y agarrar la mano extendida de Draco con fuerza en la suya. "Estoy bien, no es nada. Logré escapar de ellos una vez. Claramente, no se lo tomaron con buenos ojos. Fue estúpido, estoy medio ciego sin mis anteojos y no me di cuenta de lo que eran cuando intenté correr. Debería haberlo sabido. Era extraño lo laxos que eran con la seguridad. Ni siquiera se molestaron en atarme. Si hubiera sabido que no tenía ninguna posibilidad, no habría hecho algo tan estúpido".

La mente de Draco se inundó de preguntas. -¿A qué te refieres? ¿Por qué te llevaron? ¿Dónde estamos? ¿Quiénes son? ¿Y por qué tiemblas así?

Todas las demás preguntas, excepto la última, huyeron de la mente de Draco mientras examinaba la forma temblorosa de Harry. Harry estaba temblando por el frío, por supuesto, pero también había un leve temblor recorriendo las delicadas extremidades de su primo que Draco reconoció como algo más que una respuesta al aire frío. Era un temblor revelador que había presenciado recientemente en Sebastian Sallow mientras lo escoltaban al ala del hospital. Era un síntoma de las secuelas de un dolor insoportable, un tormento en el que todos los nervios ardían de agonía.

-¿Lo hicieron..., lo hicieron...? Draco vaciló, su garganta se contraía alrededor de la palabra que se negaba a escapar. Luchó por respirar mientras la inconfundible realidad lo inundaba.

Estos salvajes lo habían agredido físicamente y sometido a su primo a la tortura, a la Maldición Imperdonable. ¿Qué clase de monstruos eran? Su pequeño primo estaba indefenso, sin varita y apenas representaba una amenaza física para nadie, incluso en las mejores circunstancias. ¿Qué justificación podrían tener para infligir tal crueldad a Harry?

Unos brazos delgados rodearon los hombros de Draco, y a pesar de la suciedad que cubría a Harry, su primo todavía olía el aroma relajante de las diversas lociones florales y jabones que tanto amaba. Draco encontró consuelo en la familiaridad de ese aroma mientras enterraba su rostro en el cuello de Harry, sus respiraciones profundas y entrecortadas, luchando por recuperar la compostura. Con un agarre tembloroso, Draco envolvió sus propios brazos alrededor de Harry, sosteniéndolo cerca, sacando fuerza de su mera presencia.