Moa pov:
Los próximos días estuvieron algo tensos y movidos, sobretodo por Suzuka, que estaba muy alterada y nerviosa. Por más que las chicas y Kenzo le decían que todo estaba bien, que habían puesto gente a investigar y espiar, que cualquier cosa que supieran le dirían, ella había empezado a tener ataques de ansiedad. Apenas y lograba dormir, tenía pesadillas repletas de muerte y andaba errática casi todo el tiempo, con mucho berrinche que hizo tuvimos que rogarle que busque ayuda porque nos preocupa.
-Su, deja de mover la pierna así, me pones nerviosa y no puedo leer- le acaricié la rodilla con amor sin dejar el libro que tenía sobre mis piernas.
-Perdón, es que estoy aún muy nerviosa con todo lo que pasa- besó mi mejilla y se apoyó en mi hombro, pasando sus brazos por mi cintura -¿Qué tanto lees?-
-El Principito- apoyé mi cabeza sobre la suya y pasé de página, sonriendo ante sus besos.
-¿Me lees un poco? Los niños se maravillan cuando les lees para dormir, quiero compartir la dicha- acarició mi cintura.
Me aclaré la garganta y empecé a leer con voz suave y profunda:
-No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecía ni perdido, ni muerto de cansancio, de hambre, de sed o de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado más próximo. Cuando logré, por fin, articular palabra, le dije:
-Pero... ¿qué haces tú por aquí?
Y el respondió entonces, suavemente, como algo muy importante:
-¡Por favor... píntame un cordero!
Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia del lugar habitado y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente. Recordé que yo había estudiado especialmente geografía, historia, cálculo y gramática y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado) que no sabía dibujar.
Iba a seguir leyendo pero cuando sentí un mayor peso sobre mí, adiviné que se había quedado dormida. Sonreí y me acomodé aún con ella sobre mí y nos cubrí con la sábana.
-Descansa- acaricié sus brazos y seguí leyendo, sintiendo su tranquila respiración en mi cuello.
-No Moa, no vayas- susurró en sueños y tembló un poco.
-Hey, hey, estoy aquí, no pasa nada- dejé el libro y me giré, acariciando su mejilla -Tranquila, estoy aquí, es solo un sueño-
Volvió a calmarse pero su respiración seguía siendo temblorosa, liberé un poco de feromonas con tal de calmarla, sin dejar de acariciar su mejilla.
-Moa...- volvió a decir en sueños, con el ceño fruncido y un puchero.
-Aquí estoy, siénteme- liberé sus manos de mi cintura y las llevé a mis labios, besándole los dedos -Tranquila, no iré a ningún lado-
Así fue toda la siesta de Su, entre lamentos con mi nombre y el de los demás, diciendo 'no, no vayas' o 'no me dejes'. Dejé que reposara contra mi pecho, para que sintiera mi calor, mi aroma y los latidos de mi corazón.
-Quien diría que detrás de toda esa faceta de mujer mala y ruda, hay un corazón y un alma maltratados, alguien que quiere acabar con sus verdugos- susurré y besé su cabeza -Nunca estarás sola- la apreté contra mí y dejé que siguiera durmiendo.
...
Ella siguió durmiendo profundamente algunas horas, yo sin querer moverla ni despertarla, viendo su expresión relajada y sintiendo su respiración caliente contra mi piel.
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Feromonas y Heroína (TEMPORADA DOS)
Novela JuvenilCinco años de paz terminarán cuando el resto de la familia Nakamoto decide poner fin a la felicidad cosechada empezando por atentar contra todo lo que construyeron, lo más amado de sus vidas. ¿Serán fuertes para enfrentarse a ellos o será ganadora l...