Capitulo 31 ✞︎Tᴇ Esᴘᴇʀᴀʀᴇ✞︎

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༒︎

𝐒𝐋𝐀𝐕𝐈𝐊


Mis piernas fallan cuando el camión impacta contra el cuerpo de Elia. Mi corazón se detiene, corro por ella y me arrodillo sujetándola en mis brazos.

—Sol, mierda —quiero tocarla, pero temo lastimarla; las personas alrededor ven como si se tratara de una película de terror. De la cabeza de Elia sale sangre, mucha sangre me despertó y mando todo a la mierda. La tomo en mis brazos y carro con ella.

Una camioneta negra se atraviesa frente a mí; estoy apunto de matar al hijo de puta. Pero la ventanilla baja dejando ver a Lucca, mi escolta. Sin decir nada me subo y coloco a Elia con cuidado de no tocar nada que la lastime.

Tengo miedo. Miedo a que..., no, eso no va a pasar.

—Conduce lo más rápido posible al hospital más cercano —ordené, y mi voz neutra es notable.

Mi sol, vas a estar bien, lo prometo. No dejaré que nadie te aleje de mis brazos.

Tendrán que matarme primero. Ni muerto me alejaran de ti. Te perseguiré toda tu vida, en esta y en la que sea. Siempre vas a ser mía, preciosa. Solo tienes que ponerte bien y gritarme todo lo que quieras.

—Encuentra al bastardo que manejaba ese camión, eso depende de tu vida, Lucca.

—Si señor.

— Sol...

Porque eres mi altanera, Ty vsegda budesh' moim nadmennym (siempre serás mi altanera).

La camioneta se detiene y Lucca corre a abrirme la puerta; bajo con cuidado. Noto algunos médicos fuera del hospital.

— ¡Nesecito una camilla! ¡Ahora! —grite y ellos me ven con temor, mierda— ¡Carajo! ¡Hagan su maldito trabajo!

Ellos corren con la camilla y no dudo en recostarla en ella. Tomo sus manos frías y rojas del frío.

—Vas a estar bien, cariño —dijé y besé su frente, que tiene su sangre, pero no me importa.

Entramos dentro del hospital. Todo alrededor me ve asustado y se aparta lejos de mí. Me importa una mierda. Debe ser por mi traje manchado de sangre, la sangre de mi sol.

—Señor, tiene que esperar aquí; una enfermera me toca el pecho deteniéndome, y la miro indiferente. No tarde en sacar mi arma apuntándole.

—¡Les conviene salvarla o quemaré todo el maldito hospital con ustedes dentro!

—Haremos lo que tenga en nuestras manos...

— ¡Van a ser hasta lo imposible! ¡De lo contrario todos se van a morir! —amenazó con desprecio y desdén. ¡Entendiste o quieres pruebas para moverte!

No fue una pregunta. Es una advertencia. La estúpida no se mueve. Apreté mi mandíbula con fuerza, furia e irá más el enojo recorre por mis venas.

Río irónico, apuntó a una persona que intentaba escapar. Gire mi brazo extendiéndolo hacia el sujeto, y una bala sale del cañon de mi arma que va directo a la cabeza, matándolo al instante...

Todos gritaron aterrados.

—Tranquilo, joven Malishev —la voz de un hombre a mi espalda sin titubear me giró a él apuntándolo—. La señorita ya entró en la sala de emergencias.

—Has todo el tratamiento que exista; el dinero no importa, les daré todo lo que quieran, pero tienen que hacer algo. No me hago cargo de las consecuencias.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 [EN CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora