Capitulo 26 ✞︎Lᴀ Vᴇʀᴅᴀᴅ✞︎

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༒︎


ELIA

Han pasado cinco horas y no tengo nada que me pueda hacer llegar con mi hermana. Slavik ha estado pendiente de mí después del ataque de ansiedad que tuve. Nunca deje que nadie me vea así. La forma en que él me miraba, no creí que fuera a sentirme tan vulnerable, como si estuviera desnuda frente a él y vea todos mis defectos... Una espina de molestia a mí misma está muy encrustada en mi pecho. No sé cómo verlo a los ojos sin que él me viera como un bicho raro.

Debí esconderme en el baño de la oficina. No debí dejar que él me viera en ese estado.

El beso....el beso No sé cómo explicarme a mí misma. Se sintió bien, reconfortante. No fue como pensé que sería, si no que fue en el momento que las necesitaba ese apoyo que siento de él, ese abrazo que me hizo derretir en sus brazos y no quería me soltará. No podía soportar que lo hiciera. Todo es NO en mi cabeza, mi mente más jodida que todo el mundo. No sé qué voy a sentir si me llega a gustar de más cuando no tengo idea si me gusta. Solo sé que ese beso me gustó; me gustó que fuera él, que él me lo halla dado y yo lo acepte porque no quiero que ese hombre me maneje aún él estando lejos de mí y sin siquiera dirigirme la palabra. Él me tenía en sus manos, pero ahora ya no. No dejaré que lo haga conmigo ni con mi hermana, ni con nadie más.

La mansión está siendo evaluada con toda la seguridad que se le ocurrió a Slavik. No me deja volver hasta que esté todo en orden y no halla ni una mosca.

El abuelo: Tampoco tengo señales de él; sé que se le va a ocurrir alguna cosa para hacerme saber que está bien. Es el inteligente y si no lo hace, debe ser por algo que esos malditos lo están chantajeando.

—Prometo que mandaré a mis empleados; ellos van a limpiar toda la mansión y quedé como nuevo —me habla con suavidad. Ambos estamos en la oficina viendo las rutas en que se perdió la señal de mi hermana y abuelo. — También llamaré a los mejores soldados y el ejército para ver si hay bombas implantadas.

—No creo que haya —me cruzo las piernas una encima de la otra; lo miro fijo sin sonreír y sin tener expresión; no tengo ánimos para eso. — Si hubiera querido, ya me habría matado hoy mismo ayer.

—Está tarde, iré a hacer hablar al maldito bastado —su voz ronca hace temblar mi cuerpo, sus ojos grises ven los míos claros y brillantes intensamente— ¿Me acompañas, sol?

Sol, creo que ese sol ahora no puede brillar.

—Claro, no me perdería jamás la tortura de esa basura.

Él se pone de pie, levantándose de su asiento poderoso. Caminado hasta quedarse frente a mí, se inclina y me ve desde abajo. Sus manos quedan posadas sobre mis piernas, y no hago más que mirarlo hipnotizada por esos ojos preciosos.

Tal como esa noche, la primera vez que lo ví. Su impotente porte, elegante y guapo, sus tatuajes que le llegan hasta el cuello. Ambos compartimos el mismo gusto por el dolor de las agujas en nuestra piel.

—También te prometo que vamos a encontrar a Lexie —sus dedos acariciaron mis mejillas; sigo sin poder hablar, su dedo pulgar recorre mis labios— porque no quiero verte llorar... No lo soportaría.

- Slavik...

—Sé que no puedo tocarte sin que me lo permitas —sus ojos grises brillan con la lujuria en ellos, así como mi corazón late rápido y mi cuerpo está ardiendo—, pero me muero por besarte.

—Ahora no puedo...

—Por favor, déjame besarte solcito —sus ojos me ruegan y su ceño se frunce desesperado; su voz es ronca y suplicante—. Quiero besarte.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 [EN CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora