Capitulo 10✞︎Sᴏʀᴘʀᴇsᴀ✞︎

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¡Hola quería recordarles que no se olviden de votar o comentar para así saber si les vas gustado la "trama" y se que va un poco lento pero lo voy desarrollando con cuidado y con calma pero denle oportunidad y les aseguro que capítulos adelante va a estar mucho mejor!
༒︎

𝐄𝐋𝐈𝐀

Diez minutos después terminé de ducharme. Me coloco cremas en mis piernas y cuerpo entero. Me coloco un corset a rayas negro, pegado bien a mi cintura. Un pantalón negro Burberry, un tacón de punta Prada y mi bolso negro Dior. Me maquille natural, mi cabello suelto y un labial bálsamo en mis labios.

Me veo por última vez al espejo. Cerré los ojos con fuerza, con mi cabeza, convenciéndome de que esas personas no estén aquí abajo. No amenos que Lexie quiera quedar toda su vida sin poder compartir la mesa con su única familia, que soy yo.

Mis tacones resuenan, cuando bajo las escaleras... No oigo ni veo nada; con tranquilidad me encamino a la salida. Detengo mis pasos para buscar con la mirada a mi Lamborghini.

- Hay estás bebé.

Me subo en mi auto. Aceleró con prisa hacia mi empresa. Ahora son las nueve y veinte p.m. Dudo que alguien esté todavía trabajando.

En veinte minutos ya estoy entrando y estacionando mi auto. El portero me revisa, amablemente le devuelvo el saludo y no le entrego las llaves porque solo será un momento y luego me iré.

Subo el elevador, las puertas se abren y camino a mi oficina. Me adentro a esta; voy de detrás de mi escritorio. Busco en los cajones de mi escritorio, pero no está el maldito sobre. Me detengo pensando dónde mierda lo guarde; sonrió cuando recuerdo el cajón con seguro, carajo. Busco desesperada la llave en mi cartera. Respiro con tranquilidad al encontrarlo. Cuando estoy por insertar la llave en la cerradura...

La puerta de mi oficina se abre con brusquedad, que me hace sobresaltar del susto. Un cuerpo aparece en mi campo de visión; no lo logro ver, ya que por tonta no ensendí la luz, pero en las pequeñas luces de alrededor apenas se ve su sombra.

Me reincorporo, miro con curiosidad y enojo por cómo se metió en mi oficina, al que todos los empleados tienen prohibido pasar sin mi presencia.

Es un sujeto por su forma de cuerpo. Él es alto, piernas largas y también sus brazos. Va con un traje negro y una camisa común, pero aun así no logro ver su rostro. Se acerca con cautela. Sus manos van a su espalda. Sin tardar más de un segundo me cubro con mi escritorio. La oficina se llena de ruido proveniente del arma que el hijo de perra tiene en manos. Se detienen unos minutos, soy más rápida y salgo de mi escondite.

Para mí suerte, no se me ocurrió usar vestido. Le lanzo patadas, como entrene, con mis manos apenas logro quitarle el arma de sus manos. Este es más rápido que empieza a golpearme, logro esquivar los golpes, salto sobre mis piernas y la pequeña mesa de madera que está en medio de la sala, enredándolo del cuello y caemos al piso. Lo aprieto con fuerza el cuello, tapándolo el aire; sus manos están retenidas por las mías; él tiene más fuerza que yo, sin duda, con sus codos golpea mis costillas. Lo suelto empujándolo lejos de mí, mientras retroceso hacia atrás.

Él levanta las manos en forma de rendición, retrocediendo hasta llegar a la puerta.

—¡Me rindo, niña! —habla exaltado y tratando de recuperar el aire. —Qué bueno verte bonita.

—¿Erix? —pregunté con mi voz áspera y sorprendida. Él camina a mí a pasos lentos, dejándose ver. Jadea sobresaltada. —¿Cómo se te ocurre hacer este teatrito?

—¿Eso es lo primero que puedes decir, niña? —reclama con mala cara y se encamina a la puerta de mi oficina; no digo nada porque seguro desaparecerá y se irá de chismoso con ese viejo.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 [EN CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora