Capitulo 28 ✞︎La verdad.p2✞︎

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༒︎
Mientras más bueno seas, más mierda son contigo.

𝐄𝐋𝐈𝐀

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𝐄𝐋𝐈𝐀

Mis manos pican y mi cabeza me clama, lo estúpida que soy. Como pude confiar en un hijo de puta, mal parido, que se atrevio a mentirme en la cara y mirarme como si no hubiera hecho nada. Desgraciado, infeliz; juro que se va a arrepentir. Estoy a nada de ponerle una bala entre cejas a ese maldito.

Me recuesto sobre mi escritorio, con mis manos tocando mi frente y no es necesario pensarlo dos beses, porque no es una opción dejarlo vivir. No cuando se metió con mi familia y él se aprovechó de nuestra amistad.

Sigo pensando como una imbécil: esa amistad no existía por parte de él.

—Mantén esto en secreto; hasta que yo no ordene que abras la boca no lo abrirás, ¿entendiste?

—Solo di una palabra y sabes que estamos contigo, Elia.

¿De mi lado? ¿Para qué creer si me pueden llevar a apuñalar por la espalda, cuando menos me lo espero?

—Me encargaré yo misma —susurre bajo, abro el maletín sobre el escritorio y saco las balas de la caja dorada poniéndolas en el arma dorada. Termino de colocarla con rapidez; me la pongo en la espalda. Preparo mi cuerpo con las navajas, dentro del borcego, en el costado de mi cintura, y otra acompañando a mi arma detrás de mi espalda; lo mejor de esta es que la hoja es más ancha y larga. Guarda silencio y no te entrometas. Déjame sola.

—De acuerdo —él desaparece de mi vista.

Es muy idiota si cree que no haré nada contra él. Ojo por ojo, diente por diente.

Busque mi móvil y decidí llamar a Slavik; en segundos tomó la llamada.

Mi sol, ¿qué sucede? —dice él detrás del teléfono. —Pero ¿dónde estás? ¿Porque no está en casa? ¿Con quién estás?

—Necesito que me hagas un favor —mordí mis labios nerviosa; me siento sobre el escritorio—; después, quizás responda a todas tus preguntas.

Lo que tú quieras, mi amor, solo dímelo y te lo daré —habla con su voz ronca, cosquilleándome el oído.

Eso hace que se me escape una sonrisa estúpida. Cierro los ojos para concentrarme en lo que estaba por pedirle.

—¿Puedes localizar a unas personas? —pregunté con cautela, aunque él lo sabrá de todos modos.

Dime los nombres y lo tendré en diez minutos.

Tiene que ser cinco minutos antes.

—Lo que tú digas, mi reina.

Le dicto los nombres y dónde creo que pueden estar. Si no es así, él averiguará de otra manera. Él me respondió de todo, muy suave y delicado.

—Te llamaré y pásate la ubicación, una vez que terminé lo que se empezó.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 [EN CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora