CAPITULO 6 - VORY V ZAKONE

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CAPITULO 6 — VORY V ZAKONE
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Ilenko.
Florencia, tierra italiana, cuna de los Mascherano, casa del líder de la mafia y su dama,
la capital de la pirámide y la sede del enemigo.
Tres años engañan a cualquiera, tres años bastan para hacerle creer a tu contrincante que
no se volverá a levantar y tres años son más que suficiente para que otros olviden. Los
seres comunes, no yo, que pese a que me están buscando me atrevo a caminar por las
calles italianas con el Underboss en la cabeza. Todo lo recuerdo, hasta las deudas
anteriores que tengo todavía.
Los barrios pobres me gustan, esos donde se ve la decadencia, porque de estos sitios es
que salen las peores lacras. Mi gente se esparce con disimulo y yo le vuelo la cabeza al
cantinero que atiende el lugar donde entro adueñándome del sitio sin tanto escándalo.
Acabamos con los italianos que hay y se cierran las puertas como si no hubiese pasado
nada. Las mujeres me persiguen y medio miro a las sumisas que se me acercan en busca
de sexo; hay buena variedad, buen material y estoy acostumbrado a que me rodeen
anhelando una caricia, a que se pongan en cuatro patas buscando mi tacto, pero me
mantengo en mi puesto concentrado en otra cosa.
Me inclino el trago mientras Salamaro espera a mi derecha y el segundo al mando a mi
izquierda. Los Vory v Zakone también están presentes, son los asesinos expertos que
están más cerca del Boss, Yura era su cabeza, pero como no está el puesto es ahora de
Pavel. La cara me sigue doliendo por la pelea, pero sigo confiando en mi capacidad
intuitiva y por ello no aparto los ojos de la puerta porque: soldado herido, traicionado,
celoso y ambicioso con ganas de poder y grandeza es igual a...
La puerta se abre, sonrío para mis adentros cuando no me equivoco y Christopher
Morgan aparece más rabioso que antes, con algo envuelto en una camisa que gotea
sangre resaltando la expresión corporal a la defensiva. Hemos sido enemigos desde hace
años y trae ese olor demoníaco que adquieres cuando estás en tu verdadera piel.
Al ser un coronel de la FEMF, ha de saber que aquí nadie le va a dar nada. El bar se
queda en silencio, no me cuesta nada ordenar que le metan un tiro, pero no lo hago y
dejo que repare el entorno antes de avanzar a mi puesto, todos le abren paso y se va
sacando la playera antes de soltar lo que carga.
Detiene el paso y escupe a un lado retando al hombre que tengo a mi izquierda, «El
reemplazo de Yura, jefe de los Vory v Zakone» con otro nombre, el que manda a todos
mis asesinos. No tengo Underboss, por ende, este es mi mano derecha por el momento.
El ruso se mueve aceptando el desafío y no me opongo, no me meto, nadie puede
hacerlo cuando de defender el puesto se trata.
Dejo que inicie la contienda, el jefe de los Vory está bien preparado, se dan unos
cuantos puños y Morgan está tan violento que la nuca de Pavel cruje cuando se la
quiebra enterrándole el codo, los otros Vory se levantan y el coronel vuelve arriba
respirando mal, toma lo que traía y lo lanza a mis pies. La tela se desenvuelve
mostrándome la cabeza del padrino y consejero de Antoni Mascherano, cosa que celebra
mi gente mirándose entre SÍ.
— ¿Ese es el pago de tu deuda? —le pregunto y me mira rabioso.
—No —se pasea—. Es mi entrada a la mafia roja.
El cadáver de Pavel sigue a pocos metros. Las deudas con mi organización son
complicadas, ya que somos toscos, pero capaces de hacer lo que sea con tal de que la
organización se mantenga. Llevamos años queriendo algo y todos aquí lo saben como
también lo sabe el hombre que tengo enfrente.
— ¿Nos vas a jurar lealtad? —increpo poniéndome de pie— Tú, el coronel Morgan, ex
candidato a ministro de la FEMF. Ten claro que esto no es como la maldita mierda
militar que diriges donde valen las virtudes recalco—. En mi organización pesan las
creencias, vale la palabra y una vez dentro solo se sale muerto, por lo tanto, una vez
marcado estarás aquí para siempre. Si la hermandad da la vida por ti, tú tienes que darla
por ellos, no es algo de momento, no es una estación de tren y si fallas o te burlas te voy
a empalar no sin antes abrirte las costillas porque aquí la deslealtad se paga caro.
Tensa la mandíbula furioso antes de levantar el mentón.
—Lo rete, no pudo mantener el puesto, por ende, es mío —espeta. Así que cumple las
normas y trae al maldito animal.
— ¿Traerlo? —me le burlo— No lo voy a traer, lo voy a buscar.
Me devuelvo y uno de los voyeviki le lanza el cuchillo que atrapa a la vez que yo me
coloco los guantes, matamos un animal cada que se cierra un pacto y como no lo traje,
iré por uno. Anocheció, busco la salida y el soldado sale conmigo abordando el puesto
del copiloto mientras yo me pongo al volante conduciendo a mi destino con un único
fin.
Los minutos vuelan y el hombre que tengo al lado me mira cuando llegamos. Escondo la
camioneta y azoto la puerta antes de salir mientras mis hombres se encargan de las
cámaras. Los Vory v Zakone clavan puñales, cortan gargantas y arrastran cuerpos
dándome paso a la propiedad.
El dueño sabe elegir, la elegancia es algo que sobresale y me doy el gusto de entrar por
la puerta grande mientras el personal yace amenazado en el piso. Es el mejor lugar, ya
que aquí adoran a cierta ave.
— ¿Qué mierda tienes en la cabeza? —increpa el hombre que tengo al lado.
—La misma mierda que tienes tú.
Me entregan el cuchillo y él saca el suyo. Subimos los escalones entapetados, toco la
segunda planta y continúo al nido que aparece. Se respira un aura tranquila, la música es relajante, la luz de afuera se filtra a través de las cortinas y siento como mis ojos se
ensombrecen cuando lo veo aleteando feliz en su puesto.
—Lárgate si quieres, no necesito ayuda —las ansias me inundan.
—No —se opone con los ojos oscuros también.
La muerte de Vladimir me apaga, avanzo y él toma el cuerv'0 que pone en el suelo
mientras empieza a graznar. La gente como yo no tiene ética, no tiene moral y sujeto el
cuello del animal lanzando el corte que hace que deje de aletear mientras el otro lanza el
cuchillazo que separa las alas.
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Si hice lo que hice con la colonia de ratas nadie es quien para venir a sorprenderse por
esto sabiendo que mi corte sigue doliendo, al igual que la puñalada que se llevó lo que
más me importaba. Por lo tanto, tengo todo el derecho y toda la potestad de hacer valer
las leyes de la mafia. Corto otra vez arremetiendo con más fuerza.
No tengo nada porqué vivir, a la tierra no me ata otra cosa que no sea la Bratva y la sed
de venganza que no hace más que llenarme de rencor.
Mi mirada se encuentra con la del hombre que tengo al frente, se quita la sangre que le
salpicó el mentón y sigo lanzando el cuchillo. Abro en los sitios correctos y desplumo
junto con él antes de picar y poner los restos en la sábana.
El soldado se levanta primero a hacer no sé qué y yo vuelvo a la primera planta donde
mis hombres siguen apuntando.
—Prepáralo —demando entregándole el animal—, rápido y con buena sazón.
Otras dos personas más vienen a ayudarle y voy dando las indicaciones para que no
hayan fallas. Morgan se queda arriba y los Vory limpian la evidencia mientras los
demás empleados siguen bajo amenaza.
Los ingredientes llenan el mesón y ellas no dejan de llorar con el peso de tener un arma
en la cabeza mientras cocinan.
—Huele bien —respiro hondo cuando termina. Que esto siga hirviendo, a lo mejor él
quiere probarlo también.
La empleada se limpia las lágrimas, Salamaro me da la señal y el coronel baja con la
mujer que nos llevaremos. Está envuelta en un mar de lágrimas, me muevo a su puesto
detallándola por completo y palidece alzando la cara. El miedo se perpetúa más y le
clavo la navaja que tengo en la mejilla. Al Boss nunca se le mira a la cara. Chilla cuando
saco la hoja y muevo la cabeza indicando que la saquen.
—Aquí no ha pasado nada —le advierto al personal mordisqueando las fresas de la
mesa—. Al que hable vengo a coserle la boca con el hilo que crearé con sus propios
intestinos.
Abandono la propiedad, el olor de la sangre está presente todavía y hundo el pie en el
volante mientras la mujer de atrás patalea queriendo zafarse del coronel que la sujeta.
Tengo el diablo adentro, la piel expuesta y llego a la guarida provisional sacándola del
auto.
Debo largarme ya, Salamaro le entrega la herramienta al coronel, la cual inyecta el
rastreador. Ella no deja de suplicar y la sujeta a la vez que preparo el aro metálico con
trinche que coloco en su cuello mientras le atan las manos.
Veo en sombras, las ganas de rebanarla me están matando y la entrego para que la suban
a la aeronave antes de dejar que el impulso me controle. No deja de gritar y mientras se
larga cuatro de mis hombres llevan a Christopher Morgan contra el piso. Hecha una
tarea debo culminar la otra.
Forcejea, pero la maniobra empleada le impide zafarse y recibo la pistola con aguja que
me entrega uno de los vory permitiendo que le rompan la playera dejándole el pecho
expuesto.
—Si me traicionas, te mato —advierto clavando la aguja en el pectoral derecho—. Mi
gente es tu gente, pero si fallas no dudarán en masacrar a todos los tuyos así les tome
años. La mentira se paga con sangre y aquí se entra, pero no se sale.
Deja de poner resistencia y sigo trazando el tatuaje, la cruz con el cristo que lo identifica
como un miembro con cargo jerárquico de la Bratva. Termino y se pone de pie medio
mirándose la herida, los Vory v Zakone más importantes están presentes y se ubican tras
él enardeciéndome por dentro. Son decisiones difíciles para mí, pero necesarias al fin.
Que mi gente lo obedezca es un golpe bajo para mí y para ellos, pero la organización
está primero, los pactos se necesitan y de una manera u otra estoy consiguiendo algo que
quiero y es a un miembro de la Bratva dentro de la FEME Echo andar y...
—No te olvides de algo y que es Emma por Rachel —me dice deteniéndome el paso—.
De la teniente me encargo yo y Emma es la James que tiene que morir, así que espero
que no se te olvide cuál es tu presa.
—No, no se me olvida —sigo avanzando—. Y como bien lo dijiste, "Es mi presa". ASÍ
que tampoco te metas que yo veré cuando la mato.
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