CAPÍTULO 22 - EXPEDITION

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Ilenko.

Las manos me las limpio en la blusa que sujeto, las punzadas que emite mi glande son tan dolorosas que resultan agobiantes al sentir el tacto de su lengua que sigue nadando dentro de mi boca besándome con frenesí. «Le excita», siempre he sabido que le gusta mi poder, mi lado peligroso y por ello desde que nuestras miradas se encontraron por primera vez supe que para ella sería más que un estado de locura, ya que en segundos y sin saber que era clave ese gusto culposo que tanto la avergüenza.

Me desprendo de sus labios queriendo respirar, sin embargo, las ganas no me permiten alejarme y termino lamiendo su cuello mientras batallo con mi vaquero sacando la verga erecta que ansía enrojecer su dulce vagina.

Sus estúpidas medias se frotan en mi pantalón y la empujo contra mí. «Sexualmente tengo que soltarla» pero estoy empecinado con su olor, su cara, su cuerpo y esa aura de niña buena que rompo a cada nada.

Porque no es una niña buena cuando me piensa, cuando me desea y ansía que la penetre. Corro el elástico de su tanga y aprieto la tela de su falda paseando la cabeza de mi miembro por su tibia humedad.

-Dejame patinar, por favor -pide aferrándose a mi camisa-. Lo necesito. Me niego echando la cabeza atrás y se acerca más buscando que la encaje.

-Me portaré bien.

-Siempre dices lo mismo -contradigo-. Esta vez no vas a convencerme, Ved'ma.

-¿Por qué? Sabes que soy la mejor.

Saca la pelvis y la mano con la que sujeto mi miembro impide la penetración completa. Me está absorbiendo, las palabras en ruso dan vueltas en mi cabeza y quiero hundirme en ella toda la noche, el día y la semana si es necesario, pero... El móvil que resuena en el suelo me despierta.

«¿Qué estoy haciendo?» Mis penetraciones son un premio y estoy a punto de dárselas a la cría que me disparó en un arranque de idiotez. Sus labios son un imán que me ruega que la bese, pero el teléfono sigue sonando y me alejo dejándola con las piernas abiertas.

Me guardo la erección buscando el celular, mi cerebro necesita una distracción que no sea ella frotándose el sexo frustrada. El nombre de la pantalla no soy capaz de leerlo y simplemente me llevo el aparato a la oreja contestando.

-Mueve el culo acá que tenemos problemas-habla el coronel al otro lado y cuelgo con el pitido que emite la finalización de la llamada.

Ella se baja cuando capta mi impaciencia y al igual que yo respira hondo peinándose el cabello.

-Te detesto -me dice con la nariz enrojecida-. Siempre lo haré.

-Yo también, no te preocupes.

Aleska es la que me está llamando ahora, no puedo posponer los asuntos de la organización y salgo rápido dejándola. Los Voyevikis vienen subiendo y les pido que se ocupen de mi desastre.

Hace mucho dejé de limpiar la escena del crimen, ya que para eso están los que me siguen. Dejo que Salamaro se encargue de ella y nuevamente abordo el auto en el que venía rumbo al palacete donde encuentro al coronel con Thomas, Aleska y el hacker en mi despacho.

La ropa me tiene acalorado y guardo los mechones que se me escapan detrás de mis orejas.

-¿Qué demonios sucede?

-Un grupo de terroristas imitó la bomba del zar -habla el coronel-. No hemos medido su potencia, pero hay sospecha de que es bastante alta y supongo que has de saber lo que va a pasar si otros se enteran -se levanta-

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