CAPITULO - 15 DIRTY

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Ilenko
Empecé con el diseño de armas a los catorce años, a dicha edad ya había matado, follado y dibujado mis primeros prototipos. A esa edad ya sabía en qué se Iban a enfocar mis negocios y en qué iba a invertir la fortuna que me centré en tener.
Ninguna organización da frutos a cargo de ignorantes y por ello los cabecillas más altos de la Bratva están llenos de empresarios, contadores, matemáticos, informáticos, funcionarios, que crean empresas o tienen grandes puestos de trabajo con el que tapan el ingreso que reciben por parte de la mafia.
El olor de la dinamita se siente en el aire mientras avanzo a través de las mesas donde se arman los distintos tipos de ametralladora. El plutonio de Gehena está asegurado en una de las bóvedas y en los últimos días he estado diseñando el arsenal bélico con el que se le dará uso.
Los armeros y los soldadores están concentrados en lo suyo mientras avanzo tomando las herramientas que se requieren para terminar la nueva arma multifuncional que estoy montando.
Me agacho frente a esta mientras que un grupo de mujeres entra a avivar el ambiente (putas), las habladurías cargadas de obscenidades no se hacen esperar dando inicio a la hora libre donde aprovechan para cogérselas en la mesa.
No digo nada, estoy tan acostumbrado a ver rameras que para mí son como si se me cruzara un perro en la calle (comunes). Se dejan quitar la ropa ofreciendo un espectáculo y algunas tienen la osadía de ofrecerse desde lejos.
—Hay que dejarle espacio para el lente de alto alcance— sugiere el hacker (Patrick Linguini) y respiro hondo mientras rodea el artefacto—. También podría agregarle una pantalla que te permita ver si tienes algún peligro, la FEMF no ha desarrollado muy bien eso.
—¿Cuál es el desespero?
—Que mi esposa puede morir en cualquier momento con los operativos forzados que tiene en dicho sitio —confiesa ansioso—. Necesito que Christopher se la tome rápido.
Asiento revisando el alma del cañón mientras los hombres de mí alrededor se dejan chupar la verga y él trata de serenarse.
—¿Estás casado? Solo quien lo está puede entenderlo—averigua.
Guardo silencio acordándome de la rata que tengo en el sótano, es nuevo y no tiene muy claras las leyes de esta organización.
—Ella es mi hija Abby con mi esposa Alexa— me muestra la foto que tiene en el IPad riendo sin ganas—. Alexandra me partiría el cuello si me ve en medio de todo esto, pero aquí se lo toman muy normal.
—Las mujeres de aquí saben que no son dueñas de sus maridos —llega mi hermana—. Los dominantes son los únicos que exigen fidelidad ¿Quieres ser uno? Te puedo entrenar.
— No, gracias— se aleja de inmediato—. Luego vengo a terminar lo que falta.
— Como quieras— sigue Aleska— . Linda esposa, por cierto.
Se voltea a verla extrañado mientras la rubia le sigue sonriendo.
—Su miedo me divierte—farfulla—. Natia te manda a .decir que ya tiene lo que le pediste.
—Se estaba tardando.
Mido la hora, llevo esperando esto toda la semana y estando listo procederé. Indico como quiero que se empaque el armamento y con Aleska me encamino a la fortaleza hallando a la familia celebrando no sé qué en el vestíbulo, pero hay licor.
Las sumisas no faltan entre los seres altos, rubios y llenos de sucio poderío, las zorras (mujeres) que portan los Romanov son lo mejor de la Bratva, las cuales vienen de los apellidos criminales más poderosos de la organización. Son adiestradas para mantener la boca cerrada y suelen destacar por ser dignas de presumir con los cuerpos despampanantes que se cargan.
—¿A qué se debe la reunión? —pregunto.
—Brindamos por la nueva unión— contesta Uriel, uno de los sobrinos de Akin—. Agatha tomó la decisión de unirse al ilustre abogado Thomas Margan.
El disgusto es algo que me toma desprevenido reparando al hombre que yace al lado de la hermana de mi padre. Agatina es la Obshchak de la mafiya y Thomas Margan es el tío del coronel quien ahora se está refugiando en su sobrino.
—¿Cuándo y por qué se decidió esto?— tomo uno de los vasos de licor que yace en la mesa.
—Si la alianza con el coronel falla, no habrá contiendas porque tenemos la de Agatha y Thomas— contesta Akin—. Los juramentos de unión parental evitan contiendas entre apellidos.
—Es por el bien de todos ¿No?— habla el nuevo marido de Agatha— Si fallas o faltas, se necesitará a alguien que pueda dirigir la grandeza de esta organización.
—¿Por qué habría de tallar?— se molesta Aleska.
—Es un término...
—Que no se puede usar contra el Boss— lo interrumpe— . No puedes hacerte cargo de nada porque no naciste aquí.
—Tranquila, que tenemos algo en común y es el repudio por los James, solo quiero que los Morgan vuelvan a ser los mismos de antes— se levanta—. La caída de Rachel y Antoni es lo que importa ahora, no recalcar las leyes de la Bratva, las cuales conozco muy bien.
Me hace reír; por plata bailamos todo y por poder, hasta se hacen malabares. Le doy un leve sorbo al trago antes de dejarlo.
—Disfruten— me voy tragándome el enojo que desaforo con una de las sumisas que me espera en la alcoba.
El león espera en su sitio y basta una mirada para que se vaya al suelo quedando a cuatro patas, están tan adiestradas que solo se centran en complacer a su amo; no les importa cómo hacerlo, viven para ello y tomo el látigo lanzando el azote que recibe en la espalda.
—¿Lo complazco, señor?— pregunta y lo vuelvo a lanzar.
—Boca cerrada que no quiero oír tu voz de puta en mis oídos— la humillación es algo que las empapa.
Dispongo y asiente de inmediato recibiendo el siguiente azote, me asquean aquellos que anhelan mi puesto y mi grandeza. Vuelvo a lanzar desatando el lamento que deja escapar excitada, «Se derrite con un mero latigazo». Alzo de nuevo el látigo y la que sale de la jaula se aferra a mi muslo queriendo que la toque y la mando al suelo dejando mi pie sobre su cara dándole lo que quiere y es ser humillada como su compañera.
—Amo, déjenos apagar su enojo— suplica y la suelto lidiando con el dolor que avasalla mis testículos.
No tengo tiempo para esto, quedan en la alfombra y me encamino al baño. Mal no me siento por tratarlas como las trato, ya que entre más duro soy, más las tengo suplicando.
Son juguetes, objetos que toco cuando se me antoja disfrutando de los privilegios de mi cargo. Tomo una ducha y me tienen listo lo que me pondré ayudándome a vestir. Las decisiones de Agatha me remueven los gusanos y el que Akin tenga razón al decir que las uniones de sangre evitan contiendas, «Normas que no estoy seguro que otras quieran seguir».
—Koldum— llamo al león que me sigue y baja conmigo abordando la aeronave que nos lleva a Varsovia.
No viajo solo, lo hago con varios Torpedos de la organización que en la Bratva son los hombres que están a cargo de la eliminación de los individuos que desagradan a la brigada u ofenden a la mafia roja.
Ya me han lanzado varias amenazas pidiendo que me retire, que 10 deje, pero si no dejé pasar lo de los Lazareva. ¿Por qué voy a dejar en paz a la pirámide que me atacó de manera simultánea?
Emprendo el viaje que me lleva a Polonia y me reúno con Natia en el club de Varsovia. El encuentro se da en el estacionamiento, llega acompañada de sus cabecillas
(cobradores sub líderes, administradores) y los mejores delincuentes de su clan.
—¿Son todos?— reviso a los criminales que me entregara y asiente segura—¿Te alcanzó el tiempo que te di?
—Si. A Salamaro se le envió la ubicación de todos los negocios que tenemos, solo falta que nos proveas las armas —ríe nerviosa— . Ya pasaron días y no he visto que llegue ninguna.
—¿Te preocupa?
—Un poco, sabes cómo es Antoni y su mujer.
—Rachel James no es la mujer de Antoni, solo 10 usa para llegar a la FEMF y acabar con la Bratva —confieso al oír el término que engaña a todo el mundo—. Te falta astucia, Natía.
Me acerco a ella, el Zwi Migdal (el clan polaco) se ha portado bien, ¿Cedió rápido? Si, ¿Ha dudado en darme sus hombres? No. El león ronda atrás y Natia mueve el peso de un pie a otro cuando el animal bosteza
-—Estate tranquila que ellos no te harán nada —aseguro—. El ejecutor seré yo, no ellos.
—¿Qué…?
Llevo la mano atrás sacando el puñal que le atraviesa el abdomen apuñalándola frente a sus cabecillas que sacan sus armas en el momento, pero mis hombres se adelantan y les vuelan las cabezas en segundos. Los cuerpos caen y saco la hoja ensangrentada arrojándole el cuerpo a mí león que lanza la primera mordida por ocio, ya que lleno sí que está.
Yo quiero miedo, no pleitesía. No me interesa proveer armas a la pirámide que me atacó y no los necesito para que me teman o para estar en lo alto, la única afianza que me interesaba ya la tengo y romper los cimientos de
Antoni es lo que anhelo ahora. Ver cómo le fallan y cómo se vienen de mi lado cayendo en las trampas que terminan en tragedia porque dejaré que trabajen para mí y luego haré que se arrepientan de haberse puesto en mi contra.
De Natía ya tengo lo que necesitaba y de los que me faltan ya veré como los pongo a servirme, entre más obediente sean, menos sádicos seremos. De ellos depende si mato solo a unos cuantos o los cazo a todos.
—En Polonia manda el...
—El Boss— contestan los hombres que quedan.
—Llévenlos al gulag para que aprendan cómo trabajamos y para que se unan a la causa —dispongo antes de irme al club que ahora me pertenece.
El león me acompaña, se recoge lo que queda de Natia y en la oficina prendo un puro tomando asiento en el escritorio. La camisa color petróleo se pega a. mis pectorales y recuesto la espalda en la silla lidiando con las hordas de resentimiento que no dejan de crecer.
Me descomponen los Mascherano, los Lazareva y todos los que me han apuñalado.
Respiro con la erección que se forma bajo mi bragueta cuando mi gusto sucio aparece en medio de todo, me duele y la sobo por encima dándole otra calada al puro que dejó entre mis dedos a la vez que volteo la silla quedándome así por varios minutos mientras los Romanov truenan en mi cabeza.
Hay un cuadro de cristal frente a mí y... Las imágenes que se reflejan en este me hacen voltear cuando veo a Emma James en el noticiario que muestra la pantalla de atrás.
"La patinadora artística cae en picada al ser repudiada por varios ciudadanos y fans".
«¿Qué rayos?» El resumen de lo acontecido me pone en pie tomando el móvil, su ubicación me deja claro que en su casa no está y seguido de mis hombres me muevo a la pista de hielo señalada en el GPS preguntándome porque no estaba al tanto de esto.
El chofer conduce mientras me pongo al tanto de los últimos acontecimientos, su imagen está en todos lados; "La agencia internacional públicamente declara que no trabajará más con la deportista".
Las personas que cargo tienen un juramento de ley de silencio y él que sea capaz de decir lo que hago sabe. Que le cortaré la lengua y luego haré que se la trague.
La oscuridad ronda en el sitio donde bajo seguido de mis hombres quienes saben que para mí las puertas siempre deben estar abiertas y por ello no tengo problema a la hora de entrar a la pista de hielo desocupada.
En el área de práctica no hay nadie y tomo el corredor privado exclusivo para los patinadores. La luz de una de las salas está encendida y alzo la mano indicando que seguiré solo.
Nadie sale con el sonido de mis pasos y quedo bajo el umbral del sitio donde yacen varios objetos esparcidos en el suelo. «No hay nadie», pero tengo claro que ella está aquí. Mi vista queda en el pequeño charco de sangre y en la línea gruesa que se forma cuando arrastras a un herido.
La sigo despacio con el arma en la mano, el sonido de la regadera abierta toma mis oídos y sin dejar de mirar el piso empujo la puerta donde yace el cuerpo sin vida de una mujer joven la cual mantiene los ojos abiertos y viste de marrón.
Aparto mi mirada de ella al captar a Emma James un par de metros atrás sentada bajo el chorro reparando el cadáver. Las gotas le golpean la cabeza, y los labios le tiemblan formando ese gesto lleno de sentimentalismo que lanza pálpitos violentos en mi caja toraxica porque aunque tenga 21 conserva rasgos mimados y llenos de dulzura.
Tiene los ojos clavados en la mujer, sus hombros suben y bajan mientras guardo el arma antes de cerrar la llave.
No tiene ropa, solo porta la medalla olímpica colgada en el cuello. Empieza a agitarse sollozando mientras se aparta las lágrimas con brusquedad y me agacho quedando a su altura. El azul intenso de su mirada queda en mí y mi mano toca su mejilla.
—¿Qué tiene mi bebé?
Pregunto y tiembla con más fuerza con los ojos llenos de lágrimas los cuales no le permiten esconder lo susceptible que está —¿Qué pasó?
—Yo... Les... Dije —solloza—… Que...
—Tranquila —no dejo de tocar su mejilla—. Solo dime que pasó.
—Yo les dije que no me molestaran e insistieron con lo mismo, me dio mucha rabia, la empuje y murió—confiesa —Les había pedido que me dejaran en paz porque no me estaba metiendo con nadie, pero no se molestan en escucharme y me golpean y golpean como si nada de lo que he hecho me hubiese costado... Se creen con el derecho de tirarlo a la basura porque para todo el mundo lo de Emma James nunca vale nada...
—¿Y es así? —inquiero— ¿No vale nada?
—Si vale y mucho, tú lo sabes —contesta intentado explicar—. Tú eres testigo de lo que me ha costado estar aquí, todo lo, que tuve que hacer y aguantar, ¿Lo recuerdas?
—Si lo recuerdo, Ved'ma, y no entiendo por qué te me afliges así —respondo acariciándole los labios.
—La maté...
—¿Y qué importa? —me hace reír— No me cuesta nada desaparecer un cadáver, ni el de ella ni el de todos los que crean que lo tuyo no vale.
Alzo su mentón mirándola a los ojos, me da tanta hambre y me provoca tantas ganas.
—No te burles —me dice.
—No lo hago —me levanto quitándome el gabán que le entrego para que se vista—. Solo quiero que tengas claro quién es el único dueño de esas lágrimas.
Reparo el cuerpo que sigue botando sangre.
—Vete a tu casa —dispongo moviendo el cuello estresado—. Y esta es la última vez que no me pones al tanto de lo que sucede.
Se levanta rápido dejándome con et cuerpo, la puerta se cierra y llamo a mis hombres. Nadie tiene en cuenta las señalizaciones de los dementes y esta para mí lo está.
Planear y ejecutar no nos toma más que un par de minutos y permito que la arrastren al punto que se requiere· y donde se le arroja la evidencia.
La gasolina que se esparce toca mis pies y enciendo otro puro soltando el cerillo que le da paso a las llamas mientras imagino el titular: ''Loca prende fuego a una pista de hielo queriendo defender los ideales que no le importan a nadie y son tan absurdos como la paz que predica la FEMF".
Los defensores pierden el tiempo porque las palabras no evitan que un criminal haga lo que le plazca. El sitio se llena de humo y salgo por la puerta principal abordando la camioneta que me recoge.
Los que se quedan se encarga-n de las cámaras y la escena del crimen informándome de todo por teléfono, pongo atención a lo que me dicen sin dejar de sobar la erección que no baja desde que vi la cara de mi presa, los labios temblorosos y... . La boca se me llena de saliva queriendo saborearla mientras me desvío a su vecindario.
Sonrío con los rastros que quedan todavía del atentando en el estacionamiento, como ya lo dije, mis hombres saben que para mí las puertas siempre están abiertas, hasta la de Emma James.
Subo y cierro dejando al personal afuera, la única luz encendida es la de la cocina, en la barra de ésta hay textos universitarios y los documentos del proyecto que presume.
La busco en la habitación donde se encerró hace unos días, pero no está, abro la otra del estudio lleno de trofeos y tampoco, así que avanzo a la siguiente puerta.
Paso por alto los detalles de la alcoba donde entro cuando veo mi abrigo en la cama, es grande, pero con detalles pequeños y el sitio donde está me hace mirar al techo.
«Tantas putas y sumisas», tantas zorras adiestradas y yo aquí frente a una cría de 21 que yace acostada en un enorme puf japonés con función de cama.
Es el tipo de mueble que usas y ubicas con el fin de ver el amanecer con alguien, ya que está frente al ventanal desatando una sensación electrizante al saber quién es ese alguien, lo tengo claro porque todo me grita que estoy en su habitación. El puf es ancho como para tres personas, tal vez...
¿Ella, el príncipe y...?

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