CAPITULO 17 - CONSEQUENCES

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Emma

Los latidos de mi pecho son feroces y cargados de miedo. El teléfono se mueve solo en mi mano y lo primero que hago es clavar la vista en Amelie. «Se va a enterar», si entra aquí la va a ver y saber que la tengo.

Mis errores vuelven a doler y esta vez de una forma mucho más exagerada.

—Emma —hablan abajo y corto la llamada con los pasos de Cédric.

—Rita, despierta a Amelie que nos vamos —le pido— ¡Rápido!

—¿Qué sucede? —pregunta el príncipe.

—Me quiero ir. —Busco una mochila—. Lo mejor es que no causemos más problemas.

La niñera me hace caso despertándola mientras recojo todo lidiando con la prisa que me quita claridad.

—No la vas a sacar de aquí. —El príncipe se me atraviesa soltando su maletín de primeros auxilios —. Tienes que tranquilizarte.

—Rita, los abrigos —los señalo.

—Emma —insiste Cédric—, entiende que no puedes salir de aquí.

—Puedo hacerme cargo —reitero—. Me haré cargo de todo.

Los ojos se me empiezan a empañar, el movimiento de la barbilla no lo puedo controlar, ni el hormigueo en mi pecho; solo sé que quiero irme y no tengo que ver con nada, ni siquiera sé qué es lo que estoy recogiendo.

En lo único que pienso es en todo lo que puede pasar, en todo lo que me le pueden hacer por no haber acatado las advertencias aferrándome a ella cuando lo lógico era no haberla tenido.

—Suelta eso —insiste Cédric—. Rita, deje a la niña.

—Los documentos —le pido—, empaca los documentos y espérame afuera.

—¡Que no te la vas a llevar!

El príncipe se opone y me le atravieso para que pueda pasar entrando en una discusión donde no deja de sacarme en cara sus derechos como padre y quitándome todo lo que me hace falta por llevarme. Lo que empaco me lo arrebata o tira, sus reclamos es lo que menos me importa ahora y por ello los paso por alto logrando que vuelva a su maletín.

—¡Te volviste loca! —me grita— ¡No estás en tus cabales!

Recojo lo que saco y abrazo las mochilas saliendo en busca de la niñera, creo que tengo todo lo que necesito, con esto me las puedo apañar. A Rachel la llamaré más tarde. Aprieto el paso a través del pasillo y Cédric vuelve a oponerse tomando la mochila de Amelie.

—¡Razona! —me vuelve a gritar— ¡Ni siquiera sabes lo que estás haciendo!

—¿Qué pasa? —llega Sam.

—Se quiere llevar a la niña. —Cedric me sujeta la sudadera devolviendome a la alcoba—. No la puede cuidar.

—¡Claro que puedo! —me impongo y Sam intenta que razone.

—Tranquilícense los dos —insiste Sam, pero sigo encerrada en que me quiero ir y por ello me safo tomando lo que se cayó. Sam se atraviesa también y con las cosas abrazadas trato de buscar las escaleras. Veo a Rita con Amelie desde arriba y le indico que pida la salida, pero la fuerza de Cédric me lleva atrás tirándome al suelo. El pinchazo que siento en mi brazo duele e intento levantarme, sin embargo, no puedo, ya que el mareo instantáneo no me lo permite.

—¡Tienes que calmarte, Emma! —exclama.

Mis extremidades pierden fuerza, mi cabeza claridad, desfallezco en segundos y lo último que veo es la imagen del príncipe articulando cosas que no entiendo y a la niñera acercándose a lo lejos.

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