CAPITULO 8 - PSICOSIS

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Emma.
La estación de policía no apaga mis nervios, tampoco el ruido de los radios y la oficial
que espera en la silla aledaña tratando de verse amable.
—Señorita James, las autoridades rusas ya revisaron las cintas del video cuatro veces y
no hay evidencia de ningún tipo de persecución. Tampoco se ha visto a nadie
sospechoso
— Aprieto el bolso mientras habla—. Lo sucedido no fue más que indigentes queriendo
robarla. El bartender fue interrogado, confesó haberla visto bastante nerviosa, revisamos
el pub y no hallamos el vaso de "sangre".
No creo que el nerviosismo me haya hecho una mala pasada, ese ladrón fue claro
cuando mencionó el nombre del Boss.
— ¿Seguro que no vio nada? —indago— Es que siento que me están observando...
Es una figura pública, eso es totalmente normal —explica—. Maneja el grupo de fans
más grande del patinaje y a las niñitas marcadas como usted no les pasa nada.
— ¿Cómo dijo?
—Que no le va a suceder nada en Rusia, debe relajarse un poco responde.
— ¿Quién me envió el regalo?
Revisa los documentos que están en la mesa y me da el nombre de la multinacional
interesada en mi proyecto.
— ¿Algo más en lo que la pueda ayudar? Queremos que se sienta tranquila aquí.
Algo me dice que está más nerviosa que yo, aprieta mi mano y siento que estoy llevando
esto a otro extremo imaginando lo que no es.
—Debo ir a trabajar —me pongo de pie—. Gracias por su tiempo y por verificar.
Me acompaña a la puerta y me engancho el bolso en el hombro cuando veo a mi
manager.
—Perdimos el contrato de las primeras horas. Sé clara de una vez y dime si tenemos que
buscar a otra—se enoja Federico—, que escándalos es lo que menos necesitamos. Por
suerte los medios no se enteraron.
—Lo lamento.
El auto de mis patrocinadores está esperando afuera. Decidí pasar la noche aquí, así que
vienen a buscarme para llevarme directamente a la campaña publicitaria, le envió un
mensaje de disculpa a Camile por dejarla tirada en el pub.
Death no me contesta, ayer en la noche fue la última vez que hablamos y eso no me deja
tranquila. «Son unas mini vacaciones», han de estar distraídos, tengo que calmarme.
Me baño y me cambio en la agencia antes de someterme a la sesión de fotos previas al
comercial, pero el que Death ni Tyler respondan me sigue preocupando, encima la
institutriz es una anciana que no tiene móvil. ¡Emma, estás desconcentrada! —me
regaña Federico— ¿Quieres o no trabajar?
—Perdón.
El día me resulta agotador. Tyler me envía un mensaje en la tarde indicando que todo
está en orden, en las noticias no se habla de la Bratva y en los periódicos tampoco.
Llamo a Cédric y como cosa mía le pregunto si todo está bien por allá, acaba de llegar a
Varsovia.
Se oye más relajado que nunca y sé que si tuviera alguna alerta me la contaría y por ello
decido hacer algo por mí misma pidiendo una cita con un psicólogo con el fin de
comprobar si estoy o no actuando como loca.
No es la primera vez que visito uno, ya que antes de aceptarme en el patinaje me
investigaron a fondo con el fin de asegurarse de que no tuviera ningún tipo de síndrome
o trauma que afectara mi rendimiento.
—Todo apunta que estás pasando por episodios de estrés, es normal en todo artista y
con unos cuantos ejercicios mentales, pausas y descanso van a mermar —me indica —
Tu análisis no muestra ningún tipo de alarma que deba evaluarse a fondo.
Me quedo mirando la madera del techo mientras me informa sobre los síntomas que
desencadena el no descansar como se debe.
—Tomate un tiempo para ti, llevas tres años exigiéndote demasiado.
—No puedo hacer una pausa. Tengo un concurso por delante, contratos que cumplir, un
centro deportivo que crear... suspiro.
—Debes aprender a ir despacio y mentalizarte en que el mundo no se va a acabar si te
equivocas o no lo logras.
—Pero tengo que lograrlo, no quiero sentirme como cuando vivía en Phoenix y apestaba
a fracaso... —el temblor en mi voz me hace callar.
— ¿De dónde sacas que olías a fracaso?
—Me lo dijeron.
— ¿Quieres hablar de eso? —indaga y sacudo la cabeza.
No me siento cómoda y lo entiende dándome una charla general.

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