•✦───────────•✧ Emma.
Tanto tiempo viendo a alguien hace que conozcas ciertos lados y la postura del Boss me lo dice todo. No deja de observarme, estudiándome con los brazos cruzados, trae pantalones de sudadera y una playera holgada con cuello en V. El corazón me sigue brincando acelerado y temo que me dé un paro cardiaco.
-Deberías evitar hacer eso, sabes que no estoy bien -me pongo la mano en el tórax intentando que mis latidos se normalicen-. Me asustaste.
-¿Por qué? -increpa serio- ¿Esperabas a alguien más?
-No, solo que Uriel me pidió que le regalara una botella de Vodka, no había en la licorera de afuera y vine a buscarla aquí -le explico nerviosa por el susto-. En fin, mejor me voy a la cama.
Intento avanzar, pero me cierra el paso empezando con la intensidad que me devuelve.
-Se te pidió que me respetaras, se lo prometiste a mi padre -le recuerdo-. Así que respétame.
-Define respeto -me pide-, no me quedó muy claro. Avanza a mi sitio y su aura me aturde.
-Es tratarme bien, ser amable, mantener la distancia -da un paso adelante y yo uno atrás-, no tener pensamientos puercos hacia mí, ni estar acechándome como si fuera tu comida.
Se frota la barbilla y aprieto el borde de mi playera con las ganas que queman mi epicentro, el que sea tan alto y el que destile tanto dominio siempre me descoloca y más cuando me detalla como lo hace.
-Lo prometiste -reitero-. Le diste tu palabra...
Se me acerca más obligándome a elevar la vista, mientras retrocedo pasando saliva. Me gustaría que tuviera alguna cortada en la cara, que le faltara un ojo, no sé, algo que rompa el atractivo de Dios todopoderoso con pinta de gladiador.
Mi mirada se mantiene fija en la suya en lo que desliza la mano por mis costillas inclinándose para alzarme, consiguiendo que mis reflejos respondan envolviendo mis piernas en su cintura, «¡Emma aterriza!» Me digo, pero me cuesta al sentirme tan liviana entre sus brazos donde me vuelvo una nube de sentimientos contradictorios.
-Tranquila -musita caminando conmigo.
Uno de sus brazos se envuelve alrededor de mi espalda y en un dos por tres su navaja corta mis pantis antes de arrancarlas, dejándolas caer.
-No estás cumpliendo tu...
-¿Qué?-se mueve al estante estrujándome los glúteos- Solo te voy a mostrar donde está la botella que tanto buscas.
Mis dedos se envuelven en la playera con el agarre, algo frío roza la línea de mi trasero y se mueve conmigo acercándose más.
-¿La sientes? -me mueve y esto no es normal, ni está bien - ¿Sientes dónde está y cómo te toca? Como te irrespeta al igual que esto.
Se baja el pantalón de la sudadera sacando el miembro, el tronco duro queda contra mis pliegues y bajo la vista a la cabeza húmeda que sobresale. La espalda se me endereza y mis caderas se mueven disfrutando de lo bien que se siente su dureza contra mi clítoris.
-Te voy a penetrar para que des quejas con razones justas -habla a centímetros de mi boca-, pero espero que seas sincera.
Sus dedos se entierran en mis glúteos añadiéndole fuerza al movimiento, la punta fría de atrás no me incomoda y la fricción hace que arquee mi cuello, consiguiendo que me mordisquee la línea de la mandíbula. Un quejido leve se escapa de mi garganta y creo que me mueva donde me mueva terminaré con algo adentro.
-Espero que le confieses a tu papi las veces que me has espiado, deseando que te rompa -sigue-. También lo bien que te sabe mi verga cada vez que me la chupas y lo mucho que te gustó hacerlo conmigo.