CAPÍTULO 10 - IN LOVE

64 4 0
                                    

CAPITULO 10 — IN LOVE
•✦───────────•✧
Cédric.
De donde vengo somos creyentes desde que nacemos, amamos a Dios, a nuestra gente y
nuestras tierras. Yo me alejé de eso cuando dejé Gehena y viajé a aprender nuevas cosas
sobre la medicina, pero volví a confiar cuando terminó mi cautiverio. Lo que para otros
era algo imposible, para mí fue posible por increíble que parezca.
Espero en los escalones del castillo mientras ella juega descalza frente a mí, por suerte
sus vacaciones se acabaron y la tengo conmigo otra vez, «Amelie Skagen James».
Lo único bueno de estar secuestrado fue Emma James, la esclava aguerrida que tenía al
Underboss enamorado y despertó mi gusto también. Al principio creí que solo apreciaba
su atractivo, pero el que la pensara en medio de tantas circunstancias me fue
confirmando que no.
Apoyo los codos en el escalón recordando a Vladimir Romanov el día que lo encontré
en medio de una crisis. Estaba en abstinencia por el HACOC y eso lo tenía arrinconado
contra una pared llorando, maldiciendo y gritando que no lo fueran a tocar.
—Hey tranquilo —intenté tomarlo—. Estás alucinando…
— ¡No quiero jugar! —exclamó— No quiero que me pongan las manos encima.
Estaba tan desatado que me obligó a usar el sedante, los voyeviki me ayudaron a
moverlo a la cama e intenté canalizarlo, pero se quedó ido con la mirada perdida.
—No quiero que me coloquen vestidos —empezó a decir—. No quiero que me den
besos en la boca y toquen mis partes. No quiero ir a la granja, no quiero que me pongan
contra la mesa, como tampoco quiero volver a ver a la familia de mi madre.
No me fue difícil deducir de dónde venían sus traumas, sus crisis, lo que lo orilló a ser
un drogadicto, ya que había sido abusado y las cicatrices en su espalda me lo
confirmaban. Se quedó dormido y a la mañana siguiente intenté hablar con él, le dije
que en Gehena podían ayudarlo, pero actuó como si yo estuviera loco.
—No sé de qué estás hablando.
Inmediatamente buscó la manera de irse, pero algo lo detuvo cerca de la puerta.
—Si yo fuera tú olvidaría las alucinaciones del Underboss—me aconsejo— porque son
las pesadillas de un drogadicto y sería muy tonto morir por contar las pesadillas de otro.
—Entiendo —lo dejé ir y semanas después vino la negociación de mi salida. No volví a
tocar el tema, no iba a tentar mi suerte, solo quería irme, aunque en parte no disfrutaba
del todo porque sabía que Emma se quedaría en ese nido de seres perversos e
inhumanos.
Es que el dueño de la Bratva tenía una forma de mirarla que no se la veía en otros, sólo
en ella y era algo que en cierto aspecto causaba pavor, «Lo aborrezco». Hizo que mis
padres le rogaran miles de veces por mi libertad, los humilló y después de tanto insistir
el malnacido se dignó a aceptar el oro que le ofrecieron.
Los días pasaron rápido, no comenté absolutamente nada sobre lo de Vladimir, solo
quería irme lo antes posible, pero el Underboss se me acercó una noche antes de mi
partida.
—Un Romanov no puede deber favores —me dijo—. Has sido un buen médico, así que
escoge una sumisa y la tendrás toda la noche —propuso—. Fiesta de despedida.
—No gracias.
—Está mal rechazar un detalle del Underboss, es una ofensa para nosotros —dijo en
tono burlesco— ¿Quieres que me enoje, Cédric?
Se quedó esperando mi respuesta, ellos siempre tenían un aire amenazante el cual nunca
te dejaba saber qué esperar y había muchas mujeres que entraban y salían
constantemente, pero a mí solo una me llamaba la atención.
—La que sea —insistió y dudé—. Solo dime.
— ¿La que yo quiera?
— ¿No estoy siendo claro con eso? —se mostró seguro.
Tenía tiempo sin estar con una mujer, las que ellos manejaban eran para todos los gustos
y varias pasaron por mi cabeza, pero ella era la que se repetía una y otra vez.
—Emma —su nombre se escapó de mis labios y se rió dándome una palmada en el
hombro.
Lo dije para descartar o para que entendiera que no me interesaban otras sumisas porque
ella era la que me gustaba y era su esclava.
Se fue y me quedé creyendo que lo había entendido, pero el que me llamara después
para curar la quemadura que le había hecho el malnacido del Boss me hizo titubear al
ver cómo la besaba una y otra vez delante de mí presumiendo, restregandome en la cara
que era suya.
Discutían en medio de susurros, pero no dejaba de besarla y de un momento a otro me la
ofreció haciéndome preguntas sobre si me gustaba y sabía que si.
—Bésala Cédric, quedas prendido de su dulzura cuando la pruebas —propuso él—. Lo
que pasa aquí se queda aquí y ambos queremos ese beso.
Emma no dijo nada y él volvió a insistir pidiéndome que la besara mientras ella se
comportaba como si le diera igual el hecho de que Vladimir la compartiera.
La presión me hizo tocarle los labios y fue lo mejor del mundo el sentir como
correspondió mis besos. Miré al Underboss que nos observaba y supe que estaba
dispuesto a cumplir mi fantasía cuando le pidió que me abriera las piernas y ella
tampoco se opuso.

QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora