CAPÍTULO 26 - HUNTING

62 2 0
                                    

Ilenko.

Bunker dearmasy entrenamiento del Ejército rojo en Moscú/ Rusia.

No sé con cuántas mujeres he estado, ya que sobran y se ofrecen en mi entorno actuando como perras fáciles que babean imaginando una caricia mía; algo común que abunda y pasa sin necesidad de valerme de mi cargo. No es que lo recalque por engrandecerme, es porque mi cabeza me reprocha ciertas cosas sabiendo que muchas han venido desde lejos queriendo ser mis sumisas, mientras que otras han dejado cargos y puestos solo por unirse a los clubes donde no son más que mis putas personales.

Nunca he tenido que esconder a ninguna porque son dignas de lucir, ya sea por el físico, la profesión, las características, la letalidad, el número de muertos... Siempre tienen todo lo que se necesita siendo lo contrario a… Emma James camina frente a mí con una minifalda que me tiene mareado desde que se bañó, se cambió y vistió con lo que trae,

«Como que no sabe comprar otra cosa», luciendo atuendos acordes a su caprichosa personalidad.

Se semi recogió el cabello, juega con el asa de mi maletín y otra vez está usando las estúpidas medias que luce con botas largas. Viajé de Alaska a Moscú y se adentra en el búnker ruso al que nos encaminamos. La odian aquí, pero eso no detiene las miradas sucias de los que se mantienen en el suelo haciendo trabajos de mecánica que encienden mis ganas de encerrarla en los iglús de Groenlandia

El olor a tragedia y peligro envuelve el entorno desatando mi estrés porque nada me asegura que esto vaya a salir bien.

—El avión llegó y los ajustes ya están —me avisan—. El Vor viene en camino.

El hacker está rondando con el alemán y me voy a mi oficina. El baño que me di y el frío de la madrugada es algo que mi cuerpo pasa por alto, «eso me amarga», porque no sufrí de calentura hormonal en la adolescencia y parece que tal característica decidió aparecer ahora manteniéndome duro la mayoría del tiempo donde quiero estar encerrado castigando a la cría que me acompaña.

Dejo la puerta abierta para evitar problemas y ella descarga mis cosas en la mesa haciéndose a un lado cuando cuatro Kryshas traen los materiales que necesito mientras saco el plutonio de la caja fuerte donde yace listo para su uso.

—Estamos al lado para lo que necesite, señor —avisa uno de los asesinos chechenos metiendo balas a su pistola—. Siempre listos para matar al que quiera pasarse de listo.

Los Kryshas son los asesinos más letales de la Bratva, de ello salen los Vory v Zakone; por ello no son tan insignificantes como los Voyevikis, ya que estos son los que más velan porque las normas se cumplan y tienden a enceguecer a la hora de proteger a la organización.

Circulan al cuarto de cambio que conecta con mi oficina dejando la puerta entreabierta uniéndose a los miembros que están terminando de pulir la pista de aterrizaje. Hablan al otro lado mientras reviso que las partes que requiero estén completas asegurándome de que sean del tipo y tamaño correcto.

Hay papeles a lo largo de la mesa que explican lo planeado, así como abundan las fotos de la ciudad elegida para el ensayo; imágenes de las personas importantes que viven en dicho sitio y si o si van a morir.

—Vas a lanzar una bomba —comenta ella despacio queriendo que solo la escuche yo.

—Si, la voy a armar en pleno vuelo —respondo en el mismo tono mientras mueve las piezas que tengo fingiendo que las revisa.

—Se oye peligroso —trata de hablar con desinterés—. Pensé que solo creabas armas de fuego y explosivos medianos.

—Hago esto cuando es necesario —tuerce la boca con mi respuesta—. Alégrate que esta es nuclear, puede que muera y no me vuelvas a ver. Algo estupendo para ti, ¿no crees?

QUEENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora