Ford caminaba por el campus de la universidad con pasos firmes pero distraídos. Era su primer semestre, y aunque había logrado hacer algunos amigos, como McGucket, no podía evitar sentirse algo desorientado en el nuevo entorno. Su mente estaba ocupada con pensamientos sobre las clases, las investigaciones que quería comenzar, y la vida que le esperaba en el futuro.
"Stanford, ¿estás escuchando?" McGucket, su nuevo amigo, lo miraba con una mezcla de diversión y exasperación mientras seguían su camino hacia la biblioteca.
"Sí, claro," respondió Ford, aunque su mirada estaba perdida en las columnas de la entrada de la biblioteca. Mientras su mente divagaba, no se dio cuenta de que alguien más estaba justo en su camino hasta que fue demasiado tarde.
El choque fue inevitable. Ford sintió el líquido caliente del café derramarse por su camisa, y el jadeo de dolor de alguien más, su cerebro tardó unos segundos en procesar lo que había sucedido. McGucket soltó un "¡Oh no!" mientras Ford levantaba la vista hacia la persona con la que había chocado.
"Lo siento mucho, déjame ayudarte..." Ford balbuceó, sacando un pañuelo de su bolsillo con manos temblorosas. Pero al alzar la mirada hacia el rostro del desconocido, las palabras murieron en su garganta.
El omega frente a él era... indescriptible. Su piel morena contrastaba de manera exquisita con sus ojos amarillos, que parecían brillar con una luz propia. Su cabello rubio caía en mechones dorados, como si el sol mismo lo hubiera bendecido con su luz. Y su sonrisa... esa sonrisa era la más hermosa que Ford había visto en su vida. Se quedó completamente mudo, como si su cerebro hubiera dejado de funcionar ante tal perfección.
El chico misterioso, sonrió amablemente al notar el nerviosismo de Ford. "No te preocupes, estoy bien," dijo con una voz suave pero segura, tomando el pañuelo que Ford le ofrecía. Sus dedos rozaron ligeramente los de Ford, enviando un pequeño escalofrío por su columna.
"Pero tu café, yo... lo siento," fue todo lo que Ford pudo decir, sintiendo cómo su cara se calentaba por la vergüenza y algo más que no podía identificar.
El chico se rio ligeramente, un sonido que hizo que el corazón de Ford latiera con más fuerza. "Es solo café, no es gran cosa. Tengo que irme, mi amiga me espera." señaló hacia una chica que lo llamaba desde lejos.
"Claro..." Ford susurró, observando cómo éste se alejaba, su presencia llenando el aire con una fragancia suave y dulce que Ford no pudo identificar. El omega se despidió con un leve gesto de la mano antes de desaparecer entre la multitud.
Ford se quedó inmóvil, sin poder apartar la mirada del lugar por donde se había ido. McGucket, que había estado observando todo con una sonrisa socarrona, le dio un codazo a Ford. "¿Amor a primera vista, eh?"
Pero Ford no respondió. En su mente, solo había una imagen: los ojos hipnóticos de oro y su sonrisa angelical. Y en su corazón, algo había despertado, un sentimiento nuevo e indescriptible que apenas comenzaba a tomar forma.
Ese día, sin saberlo, el joven alfa había comenzado a enamorarse de un ser que cambiaría su vida para siempre.
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Omega de oro
FanfictionEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...