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Los días pasaron, y aunque las vacaciones avanzaban, la cercanía entre Ford y Bill no se debilitaba. Cada día, sin falta, encontraban tiempo para hablar, ya fuera por mensaje o llamada, compartiendo detalles de sus vidas y recordando lo mucho que se extrañaban.

Para Ford, cada conversación con Bill era un recordatorio de lo que había empezado a sentir desde el día en que lo conoció: un amor que crecía silenciosamente, pero con una fuerza imparable. Y aunque no se atrevía a confesarlo directamente, lo demostraba en los pequeños detalles, en los apodos cariñosos que usaba, en cómo se preocupaba por el bienestar de Bill, y en cómo siempre estaba dispuesto a escuchar, a distraerlo de sus problemas.

Bill, por su parte, encontró en Ford un refugio emocional que no había tenido antes. Su vida en la mansión Cipher, que desde hace tiempo se sentía solitaria y fría, marcada por las expectativas de sus padres y la superficialidad de las personas que lo rodeaban. Pero Ford, con su calidez, su autenticidad y su cariño incondicional, se había convertido en una luz en medio de esa oscuridad.

Una noche, después de estar en llamada hablando sobre un documental que ambos habían visto, Ford decidió arriesgarse un poco más, dejando que sus sentimientos se asomaran en sus palabras.

"¿Sabes, Bill? A veces pienso que la vida sería mucho más fácil si estuvieras aquí conmigo todo el tiempo. No solo porque me agradas como eres, sino porque... no sé, siento que me haces mejor. Que me inspiras. Como si yo fuera un artista y tú mi musa." dijo Ford, su tono suavemente juguetón pero cargado de significado.

Bill, al otro lado de la línea, sintió su corazón saltar un poco al escuchar esas palabras. Aunque había escuchado a Ford llamarlo Musa antes, esta vez el apodo se sentía más personal, más cargado de emociones. No pudo evitar sonreír, aunque sabía que Ford no podía verlo.

"Fordsy... siempre tan poético. Pero si tú eres Apolo, eso significa que hay ocho musas más. ¿Quiénes son?" respondió Bill con una risa suave.

Al escuchar la respuesta, Ford sintió un ligero nudo en el estómago, una mezcla de nerviosismo y algo más profundo. Antes de que pudiera encontrar las palabras para suavizar la conversación, Bill continuó: "¿Sabes? A veces siento que cuando hablo contigo... es como si pudiera ser quien realmente soy, sin máscaras, sin tener que fingir. Es algo que no encuentro en ningún otro lugar. Y por eso, te lo agradezco."

Las palabras de Bill llegaron a Ford como un cálido abrazo a través del teléfono, haciendo que su corazón latiera un poco más rápido. Con una sonrisa que se notaba en su voz, respondió: "No tienes que agradecerme, Bill. Estoy aquí porque quiero estarlo. Y si soy Apolo, entonces tú debes ser la musa que siempre está en el centro de mi inspiración. Las otras ocho... solo están de fondo, sin importancia."

El silencio que siguió estuvo lleno de una conexión palpable, incluso a través del teléfono. Ninguno de los dos se atrevió a romper el hechizo que se había tejido entre ellos, sabiendo que algo especial estaba floreciendo en esos momentos compartidos, en las palabras que decían y en las que guardaban. Ambos entendían que debían ir despacio, dejando que ese sentimiento creciera a su propio ritmo, respetando las barreras que aún quedaban por superar.

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La vida de Bill en la mansión seguía siendo un juego de apariencias. Aunque había aprendido a manejar la presión (y la manera un poco rara de sus padres al decir que lo apoyaban cuando en cada oportunidad que tenían le decían que se cambiara de carrera) de su familia, las expectativas seguían pesando sobre él.
Cada día, su padre le recordaba lo que se esperaba de él, y Bill se veía obligado a cumplir.

Un día, mientras hablaban por teléfono, Ford notó algo diferente en la voz de Bill, algo que lo inquietó.

"¿Estás seguro de que todo está bien, Musa? Parece que... no sé, algo te molesta," preguntó Ford con preocupación.

Bill suspiró, sabiendo que no podía seguir ocultándole todo a Ford. "Es solo... a veces siento que estoy atrapado, Fordsy. Siento que aquí todo es tan... superficial. Tienen expectativas muy altas sobre mí, y aunque trato de cumplirlas, nunca es suficiente. Y lo peor es que... a veces ni siquiera sé quién soy en realidad. Solo sé que contigo puedo ser yo mismo, y eso me da un poco de paz."

Las palabras de Bill resonaron en Ford, haciéndole entender cuánto significaba para él. Aunque no tenía todas las respuestas, Ford sabía que lo que podían ofrecerse mutuamente era un apoyo genuino, un lugar seguro donde ambos podían ser auténticos.

"Escucha, Musa," dijo Ford con suavidad, "No tienes que ser perfecto para nadie. Sé que hay muchas expectativas sobre ti, pero quiero que sepas que, para mí, eres suficiente tal como eres. No tienes que fingir, ni cumplir con nada. Solo quiero que seas feliz... y si puedo ayudarte a lograrlo, estaré aquí para ti."

Bill sintió una ola de emoción al escuchar las palabras de Ford. No había mucha gente en su vida que realmente se preocupara por su felicidad, pero Ford era diferente. Ford no solo lo entendía, sino que lo aceptaba, y eso significaba todo para él.

"Gracias, Fordsy... De verdad, gracias. No sé qué haría sin ti," dijo Bill, su voz teñida de gratitud.

"Y yo sin ti, Musa. Siempre estaré aquí, ¿de acuerdo?"

"Lo sé... y eso me hace sentir increíblemente afortunado."

Con esa promesa tácita entre ellos, siguieron hablando, dejando que la conexión que compartían se fortaleciera cada vez más. Y aunque las vacaciones seguían su curso, ambos sabían que, sin importar la distancia, su vínculo solo se haría más fuerte.

Ford había encontrado a su Musa, y Bill, en medio de todo, había encontrado a alguien que lo amaba por quien realmente era.

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Holaa como están mis querid@s musas?
Ojalá estén durmiendo bien, no sean como yo, que arruine mi horario de sueño 🫠
Espero que les guste, talvez en la noche les suba el otro cap.
Besos en el cerebro y hasta el otro cap ✨

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