Ford se recostó en su cama, tomando un respiro después de una larga mañana de clases. El suave sonido de la habitación vacía le brindaba algo de paz, pero su mente no dejaba de dar vueltas, como solía hacerlo cuando tenía un momento libre. Decidió que lo mejor sería desconectarse por un rato y hablar con alguien. Tras un par de segundos de duda, tomó su teléfono y marcó el número de su hermano. Era raro tener tiempo para una charla tranquila con Stanley, pero ahora que las cosas estaban yendo bien en su vida personal, sentía que podía permitirse ese pequeño respiro.
—¡Ford! —la voz enérgica de Stan se escuchó al otro lado de la línea, siempre igual de ruidoso—. ¿Qué tal el genio de la familia? ¿Se te acabaron las ecuaciones y te acordaste de hablar con tu buen hermano Stanley?
Ford se rió ligeramente, era típico de su hermano empezar así.
—Hola, Stanley. Solo quería saber cómo estabas. Hace un tiempo que no hablamos, y me preguntaba cómo te va con... todo.
—Pues, me va muy bien, me nombraron empleado del mes.— respondió con tono orgulloso.
—¿Enserio? ¡Felicidades!—dijo animado, luego añadió con un toque de picardía—. ¿Y en el amor, cómo te va? Aunque, claro, sabiendo cómo eres, imagino que sigues siendo el soltero codiciado, ¿no?
Un breve silencio. Luego, Stanley respondió con un tono algo resignado:
—Técnicamente, si... mi novia me dejó.
Ford frunció el ceño, sorprendido. No sabía que su hermano había estado saliendo con alguien.
—¿En serio? Lo siento mucho, Stan. Yo.. No sabía que tenías pareja.
El pensamiento lo golpeó de repente: ¿cuánta atención le prestaba a su hermano si ni siquiera tenía idea de que había estado con alguien? Se sintió como un mal hermano, su pecho apretándose con culpa.
Stan dejó escapar una pequeña risa, como si la situación no lo afectara tanto como Ford esperaba.
—Ah, no te preocupes, Ford. En realidad no fue mi novia, solo nos estábamos conociendo. Fue bonito mientras duró, pero no es algo de lo que me vaya a lamentar. Al final, solo duró un día.
Ford parpadeó, atónito por un momento.
—¿Un día? —preguntó, tratando de entender.
Stan se rió un poco más fuerte esta vez.
—Sí, solo un día, pero uno de los mejores de mi vida.Ford no supo cómo responder a eso, entre la incredulidad y el desconcierto.
—¿Uno de los mejores días de tu vida?
—¡Exactamente! —respondió Stan, con una voz que reflejaba pura diversión—. ¿Quién lo diría, eh?
Ford se quedó en silencio por un segundo, tratando de procesar las extrañas circunstancias de la "relación" de su hermano. Quizás, no era tan mal hermano.
—Bueno, lo siento mucho, de todas formas.Stan soltó un bufido.
—Nah, no te preocupes, hermano. Ya sabes cómo soy. Además, fue divertido mientras duró.Ford soltó una risa queriendo preguntar más. Pero Stan, siendo Stan, cambió el tema rápidamente para molestar un poco a su gemelo.
—¿Y tú qué? ¿Cómo van las cosas con tu musa? ¿O ya te diste cuenta de que no te inspira tanto después de todo?
Ford se relajó, sus pensamientos volviendo a Bill. Una sonrisa suave se dibujó en sus labios.
—Claro que no Stan, todo va muy bien. En realidad, increíble. No sé cómo explicarlo, pero todo se siente tan... bien con él. Es como si todo encajara—dijo, sin poder contener el tono soñador en su voz—. Y hablo enserio cuando digo que no puedo creer lo feliz que soy.
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Omega de oro
Hayran KurguEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...