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Mientras Ford y Bill compartían su café, la conversación fluyó con una naturalidad que sorprendió a Ford. No era del tipo de persona que solía sentirse cómodo hablando con desconocidos, especialmente cuando esos desconocidos eran tan deslumbrantes como Bill. Pero con él, las palabras parecían surgir sin esfuerzo, como si se conocieran desde siempre.

Hablaron de sus estudios, de cómo ambos habían terminado en la misma universidad y de sus pasatiempos. Bill compartió que estaba estudiando psicología, interesado en comprender las complejidades de la mente humana, lo que fascinó a Ford, quien le habló de sus propias investigaciones en física y las teorías que lo mantenían despierto por las noches. A medida que la conversación avanzaba, Ford se dio cuenta de que Bill no solo era increíblemente guapo, sino también brillante y apasionado.

Bill, por su parte, se sentía intrigado por la mente de Ford. El alfa parecía diferente a los demás; su inteligencia y su curiosidad genuina lo hacían destacar. Y aunque Ford podía ser un poco torpe socialmente, había algo en su sinceridad que atraía a Bill, algo que lo hacía sentir cómodo, como si no necesitara ponerse ninguna máscara frente a él.

"Es interesante," comentó Bill, mientras giraba su taza de café casi vacía entre sus manos. "Tú hablas de teorías y universos como si fueran extensiones de ti mismo, como si los llevaras dentro de tu cabeza todo el tiempo."

Ford sonrió, algo tímido ante el comentario. "Supongo que es porque siempre estoy pensando en ello. Desde que era niño, me fascinaba la idea de que el universo es mucho más grande de lo que podemos ver o entender. Quiero explorar esos misterios, desentrañarlos."

Bill lo miró con curiosidad, sus ojos amarillos brillando con interés. "¿Y no te asusta? Saber que hay tantas cosas ahí afuera que nunca podrías comprender completamente."

Ford negó con la cabeza, sonriendo suavemente. "No. De hecho, es lo que me motiva. Saber que siempre habrá algo nuevo por descubrir me da una razón para seguir adelante."

El omega asintió, impresionado por la determinación de Ford. Sentía una conexión con él, algo que no había esperado cuando aceptó la invitación al café. La mayoría de los alfas que había conocido se interesaban por cosas más triviales, por su apariencia o por impresionar a sus amigos. Pero Stanford era diferente; había algo profundo en él, algo que despertaba la curiosidad de Bill.

"Y tú, ¿qué te motiva?" preguntó Ford de repente, realmente interesado en conocer más sobre Bill.

El omega se quedó en silencio un momento, pensando en la respuesta. "Supongo que es algo similar. Quiero entender a las personas, cómo piensan, por qué hacen lo que hacen. Siempre me ha fascinado cómo las emociones y las experiencias moldean a alguien, y cómo esas personas, a su vez, moldean el mundo que les rodea."

Ford asintió, sintiendo que estaban en sintonía de una manera que nunca había experimentado antes. "Es un enfoque interesante. Siempre me he centrado en las cosas externas, en los misterios del universo, pero lo que dices tiene sentido. Las personas son tan complejas como cualquier teoría científica, ¿no?"

Bill sonrió ampliamente, sus ojos brillando con algo más que simple simpatía. "Exactamente. Es como si fuéramos un universo en miniatura, con tantas capas y secretos como las estrellas en el cielo."

La conversación continuó durante horas, el café en sus tazas se enfrió y la tarde se convirtió en noche. Ninguno de los dos quería que ese momento terminara, pero sabían que eventualmente tendrían que despedirse. Sin embargo, había algo en el aire, una promesa silenciosa de que esto no sería un adiós definitivo.

"Me alegra que hayamos tenido esta charla," dijo Bill mientras se levantaba, recogiendo sus cosas. "No esperaba que fuera tan... enriquecedor."

Ford asintió, sintiendo un extraño vacío al darse cuenta de que la tarde estaba llegando a su fin. "Sí, yo también. Me encantaría... bueno, podríamos hacerlo otra vez. Si te gustaría."

Bill lo miró con una sonrisa que hizo que el corazón de Ford latiera más rápido. "Claro, me encantaría. Tal vez podamos hacer de esto una costumbre."

Ford asintió, sintiendo que su rostro se calentaba de nuevo. "Eso suena bien."

Salieron de la cafetería juntos, caminando lentamente hacia el campus. La noche estaba fresca, y el cielo estaba despejado, las estrellas brillando sobre ellos como testigos silenciosos de lo que acababa de comenzar.

"Hasta pronto, Stanford," dijo Bill cuando llegaron a la bifurcación en el camino donde tendrían que separarse.

"Hasta pronto, Bill," respondió Ford, viendo cómo el omega se alejaba, su silueta iluminada por las farolas del campus.

Mientras Ford caminaba de regreso a su residencia, una sonrisa tonta se mantuvo en su rostro. Sabía que lo que sentía por Bill no era algo pasajero. Era el comienzo de algo más profundo, algo que lo cambiaría para siempre. Y mientras pensaba en todo lo que habían compartido esa tarde, supo que estaba dispuesto a hacer todo lo posible para ver a dónde los llevaría este nuevo sentimiento.

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