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Con el regreso a la universidad, Ford no podía dejar de pensar en lo importante que Bill se había vuelto para él. Cada vez que estaban juntos, sentía cómo la conexión entre ellos crecía, y un pensamiento persistente empezaba a formarse en su mente: quería formalizar su relación con Bill, quería que fueran oficialmente pareja. Pero, ¿cómo hacerlo de la manera adecuada? Sabía que necesitaba ayuda para planear algo especial, algo que Bill recordara con cariño.

En medio de estas reflexiones, recordó a Pyronica, la amiga cercana de Bill, alguien con quien no había interactuado mucho hasta ahora, pero que parecía ser la persona perfecta para ayudarlo, ya que conocía a Bill desde que eran bebés en pañales.

Pyronica era todo lo opuesto a Ford: extrovertida, atrevida, y con una energía desbordante que contrastaba con la tranquilidad y reserva de Ford. Pero precisamente por eso, pensó que podría darle una perspectiva fresca y creativa sobre cómo confesar sus sentimientos.

Un día, decidió acercarse a ella mientras la veía en el campus. Ford, con un poco de nerviosismo pero decidido, le explicó su situación y cómo quería pedirle a Bill que fuera su pareja. Pyronica escuchó atentamente, con una sonrisa divertida en su rostro. Cuando Ford terminó de hablar, ella dio una pequeña carcajada.

“¡Oh, Sixer, esto es adorable! No te preocupes, vamos a hacer que esta sea una de esas confesiones que Bill no podrá olvidar. Deja todo en mis manos, que tengo algunas ideas que pueden funcionar perfectamente.”

A pesar de sus diferencias de personalidad, Ford y Pyronica encontraron rápidamente un terreno en común que les interesaba con la misma intensidad:

Bill Cipher.

Ford apreciaba su entusiasmo y creatividad, y Pyronica, a su vez, encontraba en Ford una sinceridad y un deseo genuino de hacer feliz a su amigo, lo cual la conmovía más de lo que dejaría ver. Pasaron tiempo juntos planeando y discutiendo posibles ideas, y aunque Pyronica siempre intentaba empujar a Ford un poco fuera de su zona de confort, lo hacía con una amabilidad que Ford agradecía.

Mientras tanto, Bill notó que Ford y Pyronica estaban pasando más tiempo juntos, lo que lo hizo feliz. Le alegraba ver que dos personas importantes en su vida se llevaran tan bien. Aunque Pyronica no era del tipo que Ford solía frecuentar, había algo en su dinámica que simplemente funcionaba.

Ford aún no había encontrado el momento perfecto para hacer la gran pregunta, pero con la ayuda de Pyronica, se sentía cada vez más preparado para cuando ese día llegara. A medida que los días pasaban, su determinación crecía, sabiendo que cuando llegara el momento, Bill vería cuánto significaba para él.

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