Pyronica siempre había sido protectora con Bill, su mejor amigo desde que ambos eran pequeños niños mimados, de esos que hacían berrinches en los supermercados. Las dos familias tenían una relación de años, casi tanto como el tiempo que sus madres llevaban siendo amigas.
Eucly Cipher y Vivienne Vanderbilt eran como el sol y la luna, completamente opuestas en personalidad, pero inseparables desde la universidad, cuando todavía eran Eucly Carter, la reservada y tranquila estudiante de química, siempre organizada en todo lo que hacía, y Vivienne Parker la extrovertida estudiante de ingeniería genética, cuya energía iluminaba cualquier lugar al que llegaba.
Ambas omegas destacaban no solo por su inteligencia y belleza, sino por su elegancia natural y su amabilidad, y apesar de sus personalidades tan diferentes, se complementaban de forma perfecta, como fresa y chocolate. Desde que se conocieron habían sido inseparables, y esa misma complicidad fue la que también unió a Bill y Pyronica, quienes crecieron bajo esa influencia, formando su propio lazo irrompible.
Aunque Bill siempre había sido algo más dramático y caprichoso desde pequeño, Pyronica no se quedaba atrás. Y si bien ambos tenían personalidades fuertes, de alguna manera se equilibraban. Pyronica nunca había dejado de estar a su lado, especialmente cuando Bill se involucró con Liam, algo que ella jamás aprobó.
Desde el principio, nunca le había gustado Liam. Algo en él la hacía desconfiar. Tenía esa sonrisa que no alcanzaba los ojos y esa manera de hablar como si todo lo que decía fuera una orden, incluso cuando pretendía ser amable. Su madre siempre le decía que debía confiar en sus instintos, y su instinto sobre Liam era claro: él no era alguien de fiar.
Cuando Bill comenzó a salir con Liam, su desagrado no hizo más que crecer. Bill apenas iba a cumplir los dieciséis, y aunque la diferencia de tres años entre ellos no era importante, para ella eso era lo de menos. Lo que realmente le molestaba era que Liam no le parecía sincero. Tenía ese aire de superioridad, esa arrogancia que lo hacía pensar que podía conseguir lo que quisiera, incluidas las personas. Y Bill, con su amabilidad y esa naturaleza un tanto ingenua, aunque no lo parezca, había caído en su trampa sin siquiera notarlo. Era frustrante ver a su mejor amigo caminar ciegamente hacia un acantilado sin poder detenerlo.
Y lo intentó, cualquier divinidad existente podría ser su testigo. Durante todo ese tiempo, Bill parecía no querer ver lo que era obvio para todos los demás. Pyronica recuerda cómo su frustración creció a medida que Liam controlaba más y más la vida de su amigo. Durante el primer año todo fue relativamente normal, hasta que empezó a prohibirle cosas como: dónde podía salir, a quién podían ver, como podía vestirse. Y siguió de esa manera por el siguiente año de relación.
Luego de eso todo empeoró. Al empezar el tercer año, Bill estaba atrapado, y lo peor era que no lo notaba. Liam lo tenía manipulado, lo envolvía en un falso amor, una relación de control que parecía distorsionar su realidad.Era el verano antes de empezar la universidad, ella tenía dieciocho y él aún diecisiete. Aquel período fue especialmente doloroso y frustrante para Pyronica. Cómo se había hecho usual cada vez que se reunían, ella insistía a su amigo sobre que Liam no era un buen alfa, que solo lo estaba lastimando. Recuerda que un día se pelearon, fue la peor pelea que han tenido, se dijeron cosas horribles. Bill, cegado por su relación con Liam, la acusó de estar celosa y de no entender lo que era el amor verdadero. Pyronica, herida y furiosa, le dijo que estaba siendo un idiota, incapaz de ver cómo Liam lo estaba destruyendo poco a poco.
Fue una pelea fea, de esas que te dejan el corazón en la garganta, con gritos, reproches y lágrimas. Ninguno de los dos cedió. No se hablaron por semanas, y aunque ambos sufrían en silencio, el orgullo los mantuvo distantes. Ninguno quería ser el primero en dar el paso para arreglar las cosas, a pesar del vacío que sentían sin el otro. Su amistad con Bill parecía haber terminado.
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Omega de oro
أدب الهواةEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...