Bill no era para nada madrugador, especialmente los sábados, pero ese en particular estaba más despierto que nunca.
La razón de su entusiasmo era:
Tenía una excursión con su clase de Bases Biológicas de la Conducta.Y no era para menos, pues, la primera parada sería una morgue, donde estudiarían cerebros humanos, seguida de una visita al Warren Anatomical Museum para observar el cráneo de Phineas Gage, un caso famoso en neurociencia por mostrar cómo las lesiones cerebrales afectan el comportamiento.
Para Bill, que siempre había sentido una curiosidad insaciable por la mente humana, esta clase era una de las más fascinantes del semestre. Mientras Bill se preparaba con rapidez, apresurándose a recoger sus apuntes y con una evidente emoción en su rostro, Ford apenas levantaba la cabeza de la almohada, observando la escena con una mirada adormilada. La energía que tenía Bill le resultaba impresionante, especialmente a estas horas de la mañana.
Desde el día en que volvieron de la mansión, habían empezado a dormir juntos. No había sido una conversación formal, simplemente comenzó a suceder. Se turnaban los lugares, una noche en la habitación de Bill, la siguiente en la de Ford. Ni siquiera lo discutían, solo sentían que era lo correcto, y se había convertido en una especie de tradición entre ellos. Así que esta vez estaban en la habitación del omega.
Ford, aún medio dormido, esbozó una sonrisa apenas perceptible. El entusiasmo de Bill siempre era contagioso, aunque él no compartiera la misma energía a primera hora de la mañana. Observó cómo su compañero revisaba una y otra vez sus apuntes, aveces dando saltitos en su sitio.
El día prometía ser inolvidable, y sabía que Bill no podía esperar más para aprender sobre los misterios del cerebro. Ford se sentía orgulloso de la curiosidad insaciable de Bill, una característica que había amado desde el principio. Aunque no podía negar que, en ese momento, una parte de él deseaba que su pareja se quedara un poco más en la cama y dejar que el día comenzara sin tanto alboroto.
-Nos vemos luego, amor. No me esperes despierto -dijo Bill con un tono juguetón, mientras se inclinaba rápidamente para besar a Ford. El beso fue fugaz, apenas un toque de labios, pero lleno de cariño.
Antes de que Ford pudiera siquiera responder, Bill ya había salido corriendo de la habitación directo hacia el autobús que lo llevaría a la excursión. Se quedó observando la puerta un momento, sonriendo para sí mismo. Aunque Bill siempre estaba lleno de energía, aquella emoción particular por la clase le había contagiado un poco.
Ford sonrió, pero su mente ya estaba en otra cosa. Dormir. Así que se recostó nuevamente, dejando que la almohada y las sábanas llenas del aroma de su amado lo envolviera en su comodidad mientras sus pensamientos vagaban hacia lo que tenía que hacer más tarde. Su pareja al estar ausente, le daba una oportunidad perfecta para reunirse con sus amigos sin que sospechara nada. El cumpleaños de Bill estaba a la vuelta de la esquina, y querían asegurarse de que fuera algo especial, digno de alguien tan único como él.
Pero en ese momento, el sueño lo reclamaba con más fuerza. "Solo un rato más", pensó mientras cerraba los ojos. Podía planificar más tarde; por ahora, merecía un poco más de descanso.
Más tarde, cuando el sueño de Ford fue interrumpido bruscamente por Pyronica, que no dudó en sacarlo de la cama literalmente a rastras dejándolo tirado en el suelo, se levantó de mala gana, arrastrando los pies hasta su propia habitación. "¿De verdad era necesario?", murmuró mientras se frotaba los ojos, todavía algo adormilado.
Al entrar en la habitación, Ford encontró a Fiddleford ya despierto, sentado en una silla y tocando su banjo con una concentración tranquila. La suave melodía llenaba el ambiente de una manera relajante, haciéndolo suspirar. Fiddleford parecía haberse levantado de buen humor, irradiando energía desde temprano.
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Omega de oro
أدب الهواةEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...