Bill y Ford subieron al auto, exhaustos pero satisfechos después de hablar con la prensa. El interior del vehículo era espacioso y elegante, con asientos de cuero suave y un ambiente relajante, lo que les permitió a ambos por fin respirar profundamente. Al estar ya adentro, se encontraron con los señores Cipher, quienes les esperaban con sonrisas de orgullo.
—Hiciste un trabajo magnífico, hijo —rompió el silencio Eucly, su voz cálida mientras tomaba la mano de su hijo entre las suyas—. Defendiste tu honor y el de la familia con dignidad y fuerza. Estamos muy orgullosos de ti, y también de ti, Stanford —agregó, mirando a Ford con una expresión aprobatoria—. Fuiste increíble hoy.
El padre de Bill asintió, su expresión grave pero con un brillo de orgullo en sus ojos.
—Hablaste con convicción, Ford. Has demostrado ser más que digno de estar a nuestro lado. Esto no era fácil, pero lo manejaste como todo un Cipher.
Ford se sintió abrumado por las palabras de los padres de Bill. Era la primera vez que se encontraba en una situación así, y aunque el día había sido agotador, el reconocimiento por parte de los Cipher le hizo sentir que todo el esfuerzo había valido la pena.
—Gracias... —murmuró, su voz algo baja mientras intentaba procesar todo lo que había ocurrido. El apoyo de los padres de Bill era un alivio enorme—. Realmente me alegra que piensen así.
Bill sonrió, relajándose un poco al sentir el ambiente de aprobación. Por un momento, el cansancio fue reemplazado por una sensación de seguridad y amor.
El viaje hacia la mansión Cipher era tranquilo, hasta que de pronto, el teléfono de Ford comenzó a sonar. Al mirar la pantalla, vio que era Stanley quien llamaba. Ford al principio confundido por la llamada tan abrupta, hasta que recordó que no había avisado a su familia sobre la rueda de prensa ni sobre el hecho de que estaba saliendo con una “celebridad”. El pánico comenzó a invadirle.
—Oh no... —murmuró, mirando el teléfono con ojos muy abiertos—.
Bill notó el cambio en la expresión de Ford y, con suavidad, le puso una mano en el hombro. Y un poco alarmado preguntó — ¿Que pasa? ¿Quién es?
—Es Stanley... no le dije nada a mi familia... y ahora...
—Tranquilo, Ford. Podemos llamarlos cuando estemos más tranquilos. No tienes que responder ahora —le dijo tomando su mano tratando de calmarlo.
Ford asintió, decidió no contestar la llamada. Sabía que lo mejor sería explicarlo todo más tarde, cuando pudiera hacerlo con calma y sin interrupciones. Desvió su mirada al exterior, intentando calmar sus nervios, mientras la limusina los llevaba a la imponente mansión Cipher donde se quedarían por esa noche del sábado.
Al llegar, todos se dirigieron al comedor para la cena que ya les esperaba. Después de la comida, cada uno se retiró a su habitación asignada, respetando sin muchas ganas las normas establecidas en el hogarSin embargo, ese respeto no duró mucho. Ya que, tras darse un baño, mientras estaba acostado viendo el techo, aguantándose las ganas de abrazar a su novio. Hasta que, finalmente, no pudo más y se levantó, tomó su teléfono y se dirigió hacia la habitación de Bill.
Iba en silencio, el pasillo estaba oscuro y no quería arriesgarse a nada, ni siquiera a prender la linterna de su teléfono. La sensación le recordaba a cuando, de niño, iba a escondidas con Stan a la cocina en medio de la noche para buscar comida. Y justo cuando iba a mitad de camino chocó con alguien en la oscuridad. El susto lo dejó sin aliento. Pero antes de que pudiera disculparse, una voz familiar y cálida lo tranquilizó. —¿Ford? ¿Eres tú?
—¿Bill? Que bueno que eres tú ¿Qué haces aquí? —preguntó Ford, sorprendido, pero con una sonrisa.
—¿Yo? ¡Qué haces tú aquí! —respondió Bill, mordiéndose el labio y tratando de no reír demasiado fuerte—. No duraste sin mí ni una hora.

ESTÁS LEYENDO
Omega de oro
FanfictionEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...