Cap 36

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Advertencia: 🔞Escena no apta para menores de edad.
Si te lo quieres saltar, son las últimas escenas, igual dejaré este símbolo: ≈∆≈ para indicar que inicia.
Espero lo disfruten

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El tiempo había pasado como una flecha disparada a cazar. Y nuestros chicos favoritos seguían con los detalles de la fiesta y para coordinar cada detalle sin levantar sospechas de su querido Billy, crearon un grupo de WhatsApp solo entre ellos, solamente para hablar de la fiesta, no hablan de nada más en este.

Un día cuando Bill preguntó sobre que iban a hacer para Halloween, Pyronica le dijo que ella estaba organizando una fiesta y que esta era únicamente para celebrar Halloween,  solo para que él ofreciera su ayuda con mucha insistencia, tanto que cada excusa que Pyronica le diera el le encontraba solución, Ford al ver que su amiga no podía más, se acercó a su novio y lo persuadió suavemente. Le comentó que, como Pyronica se estaba encargando de todo, lo mejor sería que él solo se concentrara en los disfraces de todos. Le explicó que ni él ni Fiddleford eran muy buenos eligiendo trajes, y que Pyronica probablemente iba a estar demasiado ocupada para pensar en ellos. Bill aceptó encantado. Así, mientras él se volcaba de lleno en preparar el look perfecto para cada uno, ellos pudieron seguir organizando la fiesta sorpresa sin que sospechara.

Pronto, el rumor de la fiesta comenzó a correr por el campus, y la emoción entre los estudiantes crecía con cada día. Nadie quería perderse lo que prometía ser la celebración de Halloween del año. La expectativa era alta, y no solo por el entusiasmo de la temporada, sino porque el evento estaba siendo organizado por la mismísima Pyronica Vanderbilt. Su nombre era sinónimo de fiestas caóticas e inolvidables, y eso ya aseguraba una noche llena de locura, diversión y sorpresas.

Entre clases, tareas, arreglos, salidas el tiempo siguió, hasta que ya era un día antes del esperado. El grupo de amigos queriendo pasar un buen rato habían pasado la noche en la habitación de los omegas, en una especie de "pijamada especial para celebrar su cumpleaños".

Aparte de ser una perfecta excusa para que Bill no sospechara, también querían hacerle algo más íntimo, solo entre ellos. Vieron una película, contaron anécdotas graciosas de su niñez, comieron hasta reventar, tanto que casi hizo a Fiddleford vomitar. Y cuando iban ya a acostarse se les ocurrió hacer un karaoke, pero su emoción fue cortada cuando Ford les recordó que no era muy buena idea, ya que llamarían mucho la atención y se supone que ellos no debian estar aquí.

Y aunque no querían la hora de dormir llegó, querían guardar energías para el próximo día. juntaron las camas para poder recostarse todos juntos, quedando de esta manera: Pyronica en el extremo izquierdo, luego Bill, después Ford y, en la otra esquina, Fiddleford. El último fue el primero en dormirse así que, como dicta la tradición de las pijamadas: el que se duerme primero, deben pintarle la cara. Fue tan gracioso que incluso con todo el alboroto que se tenían el beta ni se inmutó, no salió de su sueño.

Fue Ford quien se despertó primero aquella mañana. Lo primero que vio fue a Bill, quien aún dormía apoyado en él, mientras era envuelto también en los brazos de Pyronica. Durante unos minutos, se quedó en silencio, observando las facciones de su amado: sus cejas, su nariz respingada, su boca, que siempre tenía algo encantador que decir, sus largas pestañas que acariciaban sus mejillas. Ford no pudo evitar esbozar una sonrisa al observar el pequeño lunar en la mejilla de Bill; cada rasgo le parecía perfecto.
Sin querer romper la calma del momento, Ford apartó con delicadeza un mechón de cabello dorado del rostro. Fue en ese instante cuando el omega comenzó a abrir los ojos lentamente y, al encontrarse con la mirada de Ford, le dedicó una sonrisa somnolienta, casi como un reflejo natural, que hizo que el corazón de Ford latiera un poco más rápido.

Omega de oro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora