Como habían decidido no esconder su relación, mientras caminaban hacia la biblioteca, Ford tomó la iniciativa de entrelazar sus dedos con los de Bill, sin prestar atención a las miradas curiosas a su alrededor. Bill, sintiéndose cómodo y seguro junto a él, sonrió y se acercó un poco más, dándole un suave beso en la mejilla.
La conexión entre ellos era cada vez más evidente para todos en la universidad. Ford había dejado de preocuparse tanto por lo que pensaran los demás, y Bill, al menos por ahora, había dejado de cargar con las expectativas que su apellido le imponía. Sin necesidad de decirlo en voz alta, ambos sabían que ya no esconderían su amor. Se mostraban afecto a los cuatro vientos, sin importar quién los viera.
Las redes sociales no tardaron en estallar con fotos de ellos caminando juntos, sonriéndose y besándose en los rincones más inesperados del campus. Dado que Bill venía de una familia importante, el revuelo fue inmediato, y en poco tiempo se empezó a usar el #laparejamástierna en cada publicación en la que ellos aparecían.
La naturalidad con la que se mostraban y la evidente felicidad que irradiaban captaron la atención de todos, y el Omega de Oro, estaba de nuevo en el centro de todas las miradas. Aunque a Ford y Bill no les importaba lo que dijeran de ellos, el alboroto no pasó desapercibido para Pyronica y Fiddleford, quienes no tardaron en hacer bromas sobre la situación.—¡Oh, miren quiénes están aquí otra vez, siendo adorables! —exclamó la omega con tono burlón al verlos en el comedor, sentados tan juntos que parecía que querían fusionarse mientras hablaban en susurros.
—¿De nuevo? — Fiddleford, quien se había integrado completamente al grupo, no perdió la oportunidad de unirse a la broma—. ¿No pueden esperar a estar solos para hacer eso? ¡Nos van a provocar caries con tanto azúcar!
Bill soltó una risa y abrazó a Ford, rodeando sus hombros con los brazos y pegando sus mejillas. Miró a sus amigos con una sonrisa divertida.
—Lo siento, chicos —dijo con un tono juguetón mientras restregaba su mejilla contra la de Ford— pero no puedo evitarlo. Mi Fordsy es demasiado adorable.
Ford, completamente sonrojado, intentó responder con algo ingenioso, pero las palabras se le trabaron en la garganta. —Yo... eh... bueno, yo... sí—balbuceó, sin poder completar una frase coherente. El evidente nerviosismo en su voz hizo que tanto Pyronica como McGucket estallaran en carcajadas, disfrutando de su incomodidad. Ford se pasó la mano por el cuello, aún más avergonzado, mientras trataba de calmarse.
—¡Vamos, Sixer, no te pongas tímido ahora! —se burló Pyronica, dándole un pequeño empujón. Luego, Fiddleford añadió—Bill, eres el único capaz de hacer que Ford se sonroje tan rápido. Eso sí que es un logro.— Bill, con una sonrisa traviesa, respondió— Entonces, quiero mi premio.
Ford, sintiendo una mezcla de vergüenza y felicidad, suspiró y decidió relajarse. Sus ojos se posaron en Bill, buscando algo que confirmara que estaba bien lo que quería hacer. Al ver una suave sonrisa en su rostro, Ford, con delicadeza, acercó su mano a la cintura de Bill, esperando un instante antes de rodearlo con los brazos. Con cariño, le dio un tierno beso en la cabeza. Las risas y bromas de sus amigos aumentaron, atrayendo las miradas de quienes estaban cerca. Ford y Bill habían encontrado una nueva confianza en su relación. Para ellos, nada más importaba que estar juntos, compartiendo su amor, y enfrentándose al mundo sin preocuparse por lo que los demás pudieran decir.
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Una tarde, mientras Bill descansaba en su habitación escuchando música, su teléfono sonó. Frunció el ceño, sin mucha idea de quién podría ser y al no querer moverse de su comodidad comenzó a enumerar a los posibles candidatos detrás de esa llamada: 1)Pyronica: estaba dormida, así que ella obviamente no era, 2)Fiddleford: no solía llamarlo, y 3)Ford: lo acababa de ver, así que no tendría sentido que lo llamara tan pronto. 4)Liam: estaba bloqueado, a menos que estuviera molestando desde otro número. Al no saber quién era decidió ignorarlo y seguir relajado. Pero cuando el celular dejó de sonar, una inquietud comenzó a rondar su mente ya que solamente quedaba una persona que podría ser. Se levantó de un salto, buscando el teléfono. Cuando vio el nombre en la pantalla, se quedó helado. Antes de siquiera poder pensar en devolver la llamada, el mismo usuario apareció de nuevo en otra llamada entrante.

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Omega de oro
FanfictionEn su primer día en la universidad, Ford accidentalmente derramó café sobre un desconocido. El extraño, con una sonrisa amable, aceptó el pañuelo ofrecido y se fue. Al ver su rostro hermoso, Ford quedó profundamente impresionado. En ese instante, n...