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La hora de la cena llegó, a pesar de que el ambiente era más relajado que antes , Ford no podía evitar sentirse fuera de lugar. Todo en la mansión Cipher era tan elegante y formal que lo hacía sentirse incómodo.
Los cubiertos estaban dispuestos de una manera impecable, los gestos de los presentes eran suaves y contenidos, y el ambiente parecía tan silencioso que cualquier pequeño sonido se sentía como un estallido. Cada vez que levantaba la copa o cortaba su comida, se sentía tenso, como si todos los ojos pudieran posarse en él si cometía el más mínimo error. Intentaba concentrarse, pero no podía evitar sentirse fuera de lugar en ese ambiente tan pulcro y controlado. Mientras intentaba comer sin hacer ruido, Ford no podía dejar de pensar en lo diferente que era esto a las cenas con su familia, donde las conversaciones cruzadas y las risas llenaban la mesa.

En medio de su incomodidad, una idea lo golpeó: ¿Así era para Bill cada vez que venía a casa?  De repente, Ford entendió mejor la actitud de Bill en las vacaciones, entendía mejor esa sensación de estar atrapado en un espacio que parecía tan ajeno. Y mientras seguía intentando no llamar la atención, se sintió más cerca de Bill que nunca, comprendiendo un poco más de la realidad en la que había crecido.

Después de que terminaron de cenar y mientras les servían el postre, el Sr. Cipher tomó la palabra. —Joven Pines, ahora que estás en proceso de unirte a nuestra familia, es fundamental que te familiarices con ella. Me gustaría que después de esto pasáramos a otra habitación, quiero mostrarte algo que considero importante para que comprendas mejor a nuestra familia.

Al escuchar esto, Bill soltó un suspiro sutil, tan bajo que Ford apenas lo notó. Bill ya sabía lo que venía: otra charla sobre el "legado" familiar, algo que le resultaba tedioso, pero a lo que ya estaba acostumbrado.
Ford, sin saber exactamente qué le iban a mostrar, estaba algo emocionado y curioso. Después de terminar el postre, todos se levantaron y la familia se dirigió hacia la famosa habitación. Los padres de Bill, tomados del brazo, guiaban el camino mientras Bill y Ford los seguían de la misma manera.

Al llegar, Ford quedó sorprendido por lo que vio. La habitación era mucho más grande de lo que esperaba, casi intimidante en su majestuosidad. Las paredes estaban adornadas con recortes de periódicos enmarcados, diplomas y títulos que hablaban del éxito y el legado de la familia Cipher. Fotos de generaciones pasadas llenaban las paredes, y en el centro había una enorme vitrina de vidrio, repleta de trofeos y premios que llegaban hasta el techo.
Lo segundo que impresionó a Ford fue una sección que parecía una biblioteca, pero en lugar de libros comunes, estaban llenas de manuscritos. Había tantos que era difícil creer que todos esos textos habían sido escritos por una sola persona.
Después de unos minutos de silencio, el Sr. Cipher finalmente rompió la calma y comenzó a hablar.

—Ven aquí joven Pines, quiero contarte algo sobre nuestra familia. Está omega que ves aquí — dijo señalando una de las fotografías — es mi bisabuela, Marie Cipher, ella fue una de las científicas pioneras en el estudio de la radiactividad. Sus investigaciones la llevaron al descubrimiento de los elementos radio y polonio. En 1903, fue la primera omega en recibir un Premio Nobel en Física, y en general, compartido con su esposo Pierre Cipher. Ocho años después, en 1911, recibió un segundo Premio Nobel, esta vez en Química, convirtiéndose en la primera persona de todos los géneros en recibir dos Premios Nobel en diferentes categorías.

El relato parecía captar la atención de todos en la sala, excepto de Bill, quien había comenzado a distanciarse del grupo. Su mirada vagaba por la habitación mientras sus pensamientos lo alejaban de la conversación. Caminaba lentamente, tratando de ocultar su inquietud. Mientras tanto, Oliver continuaba hablando, su voz impregnada de admiración y orgullo, ajeno al hecho de que su hijo se encontraba atrapado en sus propias inseguridades, demasiado distraído para escuchar.

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